Revista Cultura y Ocio

¡Guau! Y si no, al tiempo

Publicado el 01 febrero 2015 por Icastico

Estoy en plena renovación de ídolos. Uno que ya ha ocupado mi altar es Yanis Varufakis, el nuevo y rutilante ministro de finanzas griego, quien ha dicho que su Gobierno no reconoce a la troika de acreedores como interlocutora válida en las negociaciones sobre el rescate de Grecia. Era buena hora de encontrar un chulo entre los pobres, uno de verdad, con dos cojones, de los que no se amilanan, no de esos que retan de boquilla y que al final solo les vale para mamar de rodillas, sin tregua y sin vergüenza, los mantras neoliberales de Merkel y demás depredadores de cuello blanco que se refugian en el eufemismo “los mercados”. Chulería, prepotencia y arrogancia son algunos de los rasgos que ayudan a identificarlos mejor. Van por ahí henchidos de poder, cambiando vida por supervivencia.

La Troika, ese trio de grotescos y letales cobradores del frac (FMI, BCE, Eurogrupo), deforme por una sobredosis de soberbia, nominados por sí mismos a espaldas del pueblo, sin elección alguna de por medio, ha recibido un zas en toda la boca. Un golpe de lógica aplastante, de esa que pone en la tesitura de pagar una deuda (que no es tuya) o morir de miseria, enfermedad crónica, larga y anónima; conocemos bien el asunto. A ver qué sucede ahora, porque hay personajes que convierten el orgullo herido en una guerra plagada de cadáveres ajenos, por eso las hacen. El presidente del Eurogrupo (nombre que recibe la reunión informal que congrega una vez al mes a los ministros de Economía y Finanzas de los estados miembros de la UE) es un holandés, frío, aséptico, con cara de tener pocos amigos (pobres), de hacer experimentos con la dignidad, no menos macabros que otros por la ausencia de sangre. Fue éste quien recibió el cachete de Grecia, fue quien se despidió a disgusto de mi ídolo al tiempo que musitaba a su oído una frase que tenía toda la pinta de amenaza, a juzgar por la respuesta obtenida: ¡guau!, así le contestó Varufakis.

He leído de expertos economistas que si los alemanes y demás acreedores no acceden a las reclamaciones griegas podría darse una alianza entre griegos y rusos. Que los países emergentes disponen de un banco tipo FMI con 100 mil millones de dólares que bien pudieran valer para estas causas, suponiendo el comienzo de la desintegración de la UE. Que Italia, España, Portugal e incluso Irlanda estarían observando la situación en Grecia con mucha atención. Tienen las mismas amenazas. Que si estos países deciden recurrir a Rusia, China y la India, veríamos un colapso total en el sistema de la UE: ese en el que los bancos hunden a los países en la deuda y luego envían al FMI a imponer la austeridad con un método de saqueo consistente en comprar los activos principales de estos países por unos céntimos de dólar. Lo ocurrido en Grecia. Así que pueden acabar aceptando la oferta de Putin y acercarse a Rusia y China, abandonando a Alemania, a Washington y al FMI, los saqueadores. Y que, en definitiva, si Occidente continúa con su actitud estúpida, arrogante y no flexibiliza sus posiciones, existe riesgo de que se produzca un desastre final ya que a través de la puerta trasera de Grecia, y finalmente de España, Italia, Portugal (e Irlanda) entraría rusos y chinos masivamente en Europa. Fin de la cita (y de la UE, el Euro, la OTAN).

Quizás sea esta baza, este órdago o farol, el que está jugando el nuevo gobierno griego, como Europa juega las suyas, y por eso se muestran tan firmes, tan chulos. Quizás las conversaciones vengan de atrás. Quizás no sean tan inconscientes como nos quieren hacer ver.

Siempre creí, como muchos, que esta revolución la iba a llevar a cabo Francia cuando Hollande accedió al poder, la Francia de la cuna de las libertades, fraternidades e igualdades, la Francia del chapó. Eso le entendí. Pero o el pájaro nos engañó al más puro estilo Rajoy o es uno de esos valientes que se vuelven cobardes útiles cuando les leen la cartilla. Mucho fantaseo con esto, ¡qué cojones les dirán para que den al instante un giro de 180 grados y abandonen a quienes le votaron! ¿Lo compran? ¿Lo amenazan a él y a toda su familia? ¿Le impiden incluso dimitir después de esto? ¿Hay tanta diferencia entre imaginarse en el poder y encontrarse con él? ¿No saben lo que les espera? ¿Nunca han oído hablar de “la cartilla”? ¿Por qué siguen ahí tras verse maniatados? ¿Cambian su decepción por un buen fajo? El caso es que tras el fiasco francés la ilusión fue enviada al exilio.

Cuando el equipo de Tsipras entró en la Mansión Máximos (nuestra Moncloa), se encontraron los cajones vacíos. Nueva Democracia (el PP griego) se había llevado muebles y hasta el jabón de los cuartos de baño. En la oficina de Tsipras en el Parlamento faltaban los discos duros: habían sido eliminados. Casualmente, pocos días antes estuvo Mariano en Atenas para apoyar a Samarás en la campaña electoral griega, y bien pudo susurrarle “buenos” consejos al oído. ¡Guau! Lo que no se deja, lo que se borra, también puede ser una herencia. La de todo un estilo.

Escribo este artículo desde la atalaya de la euforia, que siempre ofrece vistas espectaculares hasta que la niebla las emborrona, hay que aprovechar. En todo caso, prefiero el ladrido griego que todas la rancheritas de Mariano sobre lo bien que no va a ir, “y si no, al tiempo”. A mi hasta me parece que canta solo, mientras se ducha con el jabón de la Moncloa.


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