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Hablemos de cuentos navideños

Publicado el 02 diciembre 2012 por Librosintinta
Ya estamos oficialmente en diciembre, uno de los meses más emocionantes y resaltantes del año para muchísimas personas. A mí me fascina esta época, así que me puse a buscar acerca de libros y cuentos navideños y encontré un escrito de Antonio Senciales en narrador.es titulado "Literatura y Navidad". Me pareció interesante y divertido, y por eso quiero compartirlo con ustedes:Literatura y Navidad
29-agosto-2007
Antonio Senciales
 
Hablemos de cuentos navideñosHay nove­las en que se dan situa­cio­nes y accio­nes que ocu­rren durante Navi­dad o el núcleo de la narra­ción se ins­pira en tal fes­ti­vi­dad, pero que­re­mos refe­rir­nos a rela­tos que tie­nen como cen­tro de la trama la Navi­dad en par­ti­cu­lar y esto ocu­rre casi de forma exclu­siva en el cuento. Vamos a hablar de cuen­tos navi­de­ños. Curio­sa­mente muchos tie­nen el mismo título: “Cuento de Navidad”.
“Cuento de Navi­dad”, de Guy de Mau­pas­sant.
“El doc­tor Bonen­fan­tes for­zaba su memo­ria, mur­mu­rando:
—¿Un recuerdo de Navidad?…¿Un recuerdo de Navi­dad?
Y, de pronto, exclamó:
—Sí, tengo uno, y por cierto muy extraño. Es una his­to­ria fan­tás­tica, ¡un mila­gro! Sí, seño­ras, un mila­gro de Nochebuena.”�
Es la his­to­ria de una mujer, la del herrero que encuen­tra un huevo de gallina en medio de una nevada. Al comer el huevo, la señora es presa de con­vul­sio­nes y tem­blo­res, que­dando con la apa­rien­cia de una ende­mo­niada. Al final es curada al pare­cer ante la con­tem­pla­ción de las ful­gu­ran­tes irra­dia­cio­nes de la cus­to­dia de oro en la igle­sia del pueblo.
Un cuento muy en la línea de este autor, que trata en sus cuen­tos muchos hechos misteriosos.

“Cuento de Navi­dad”
, de Ray Brad­bury:
“El día siguiente sería Navi­dad y, mien­tras los tres se diri­gían a la esta­ción de naves espa­cia­les, el padre y la madre esta­ban preocupados.”�
El niño no había podido embar­car en la nave con su arbo­lito de Navi­dad y luces de colo­res, pero sus padres le tenían pre­pa­rada una sor­presa en el espa­cio. Es un cuento maravilloso.
“Cuento de Navi­dad”, de Vla­di­mir Novokov:
“Se hizo el silen­cio. La luz de la lám­para ilu­mi­naba des­pia­da­da­mente el ros­tro mofle­tudo del joven Anton Golïy, ves­tido con la tra­di­cio­nal blusa rusa cam­pe­sina abo­to­nada a un lado bajo su cha­queta negra, quien, ner­vioso y sin mirar a nadie, se dis­po­nía a reco­ger del suelo las pági­nas de su manus­crito que había des­per­di­gado aquí y allá mien­tras leía. Su men­tor, el crí­tico de Reali­dad Roja, miraba el suelo mien­tras se pal­paba los bol­si­llos bus­cando una ceri­lla. Tam­bién el escri­tor Novod­vor­tsev guar­daba silen­cio, pero el suyo era un silen­cio dis­tinto, vene­ra­ble.


Todo ner­vioso, pero ner­vioso con la exci­ta­ción del triunfo, sin­tiendo que había encon­trado la clave única y nece­sa­ria, que iba a com­po­ner algo exqui­sito, que iba a des­cri­bir como nadie lo había hecho antes la coli­sión de dos cla­ses, de dos mun­dos, empezó a escri­bir. Escri­bió acerca del árbol opu­lento en el esca­pa­rate des­ca­ra­da­mente ilu­mi­nado y del tra­ba­ja­dor ham­briento, víc­tima del paro, mirando aquel árbol con mirada severa y sombría.”�
Un joven apren­diz de escri­tor lee su pri­mera narra­ción ante su men­tor, crí­tico lite­ra­rio, y uno vete­rano. El crí­tico calla, el escri­tor ya cono­cido pone algu­nas tra­bas a la obra del prin­ci­piante. El crí­tico, en silen­cio, final­mente sugiere que para un prin­ci­piante un cuento de Navi­dad sería un inicio ade­cuado y da algu­nas ideas, que final­mente, tras una lucha esfor­zada por­que la ins­pi­ra­ción se resiste a lle­gar, apro­ve­cha el escri­tor con­sa­grado, Novod­yor­tsev, “robando” la idea des­ti­nada a otro. Este es el comienzo:
“El inso­lente árbol de Navi­dad —escri­bió Novod­yor­tsev— ardía con todos y cada uno de los colo­res del arco iris.”�
“Cuento de Navi­dad” (o Can­ción de Navi­dad), de Char­les Dickens.
El relato cuenta cómo una per­sona mala y huraña puede cam­biar su acti­tud durante la Navi­dad. Comienza así:
“Mar­ley estaba muerto, eso para empe­zar. No cabe la menor duda al res­pecto. El clé­rigo, el fun­cio­na­rio, el pro­pie­ta­rio de la fune­ra­ria y el que pre­si­dió el duelo habían fir­mado el acta de su ente­rra­miento. Tam­bién Scrooge había fir­mado, y la firma de Scrooge, de reco­no­cida sol­ven­cia en el mundo mer­can­til, tenía valor en cual­quier papel en que apa­re­ciera. El viejo Mar­ley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.
…”�
“Vanka”, de Anton Chejov.
Es un pre­cioso y tierno cuento de Navi­dad, en el que un pequeño de nueve años, apren­diz de zapa­tero en Moscú, pobre y que lleva una vida mísera, se dirige a su abuelo para que venga a por él.
“Mi que­rido abue­lito Kons­tan­tin Maka­rich: Te mando esta carta. Te feli­cito por la fiesta de Navi­dad y te deseo todo lo bueno que pueda darte Nues­tro Señor. No tengo padre ni mamita. No me queda nadie más que tú.
Ayer me gané un cas­tigo. El amo me sacó al patio, tirán­dome del pelo, y me golpeó…”�.
Hay muchos más cuen­tos que tie­nen como título la pala­bra Navi­dad y nume­ro­sos escri­to­res que han escrito narra­cio­nes sobre el tema. Otros son:
“Un árbol de Noel y una boda”, de Fio­dor Dos­to­yevski.
“Un recuerdo navi­deño”, de Tru­man Capote.
“El cuento de Navi­dad” de Aug­gie Wren, de Paul Auster.

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