En la primera imagen, vemos lo improvisado de los campamentos construidos en parques y jardines, por aquellos que han perdido su hogar. Viejas telas sostenidas por ramas que apenas si pueden con su peso, son todo el refugio que pueden permitirse.
En la segunda, unas mujeres pasan las horas muertas ante la impotencia de no poder hacer nada, esperando una ayuda que parece no llegará a la población nunca, y tapando sus bocas y narices del olor a muerte que inunda la calle.