Revista Cultura y Ocio

Hambre psicológica

Por Mayriel

Seguramente en mas de una ocasion has sentido un hambre irrefenable, aun despues de haber comido… y tienes unas ganas locas de comer algo específico… eso, aparte de ser el típico antojo de una embarazada es hambre psicológico y no pasa a todos…..

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El hambre psicologico nos suele dar de repente y es lo que hace que comamos con ansiedad y sin hambre real… y es lo que realmente nos hace coger los odiosos kilos de mas y la culpable del picoteo…. Normalmente no nos entran ganas de comernos una manzana o una zanahoria… lo normal es pensar en dulces. papas fritas…. y todo aquello insano y tremendamente calorico….

Yo estoy tratando de re-educar mi mente para que transforme los pensamientos impuros…. es decir… trato de convencer a mi mente de cambiar el deseo de comerme un donut por el deseo de comerme una nectarina… y asi vamos …. aunque no siempre lo consigo y mi mini-palmera de chocolate blanco…. generalmente irrumpe con fuerza para tirar por los suelos mi torre de fuerza de voluntad…..

He encontrado un articulo bastante interesante que quizá nos ayude a combartir esos malos pensamientos de la comida insana…

La proliferación de la denominada comida rápida no es el único indicador de que algo falla en nuestra relación con la comida, según Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) y experto en nutrición. Para este especialista “la clave está en cuándo parar de comer, ya que hoy en día consumimos muchas más calorías de las que necesitamos, unas 3.437 calorías de media por habitante, pero la mayoría de las mujeres y los hombres no necesitan más de 2.000 o 2.500 calorías al día, respectivamente”.

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Según Bravo, “es muy importante saber distinguir entre el hambre que surge a raíz de una necesidad fisiológica y la ansiedad, que podemos describir como un ‘hambre psicológico’, nutrido muchas veces por el estrés, la tendencia depresiva, la glotonería o el simple aburrimiento”. “Por esta razón, lo mejor es asegurarnos de no tener hambre realizando entre cinco y siete ingestas diarias”, sugiere el experto del IMEO, que explica que una ingesta es el conjunto de sustancias que se ingieren en un lapso determinado.

“Las personas que por motivos de trabajo se ven obligados a desayunar o cenar, respectivamente, muy temprano o muy tarde, deberían aumentar las ingestas habituales con una post cena, que puede consistir en un yogurt antes de ir a la cama, y un segundo tentempié a media mañana”, añade. “El hambre producido por realizar pocas ingestas al día es el aliado perfecto para la ansiedad y los atracones psicobioquímicos”, destaca.

Incluir siempre proteínas, carbohidratos y grasas saludables en cada comida principal es otra forma de asegurarnos

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que, a lo largo del día, no tengamos hambre, según Bravo quien, sin embargo, recomienda “evitar los dulces y los hidratos de carbono simples o refinados que no sean integrales o con alto contenido en fibra”. Para este nutricionista, “es esencial planificar nuestra alimentación. Así evitaremos improvisar cuando sentimos hambre. Siempre es mejor llevarnos la fiambrera, la pieza de fruta, el bocadito o el yogur al trabajo, que sacar chocolatinas, dulces, bollería industrial y otros productos de la máquina expendedora”. Para rebajar la ansiedad, el IMEO recomienda no saltarse las comidas y evitar dietas impersonales, demasiado estrictas o que limiten nuestra vida social, porque a largo plazo fracasan, y dormir de siete a ocho horas al día, lo que favorece el biorritmo de vitalidad diurna y descanso nocturno.

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