Revista Comunicación

Harry Potter and the Cursed Child (y 2)

Publicado el 10 agosto 2016 por Lya
MÁS SPOILERS

Harry Potter and the Cursed Child (y 2)

Sí, hija, sí....


Tras lo que me ha gustado, toca dar cuenta de aquello que me ha dejado fría, sin saber qué pensar o que, directamente, no me ha molado un pelo. En esta última categoría se encuentra la siguiente pregunta: 
¿DÓNDE ESTÁ SIRIUS?
Qué queréis, que la temática de la obra sean los viajes en el tiempo y que no se haya aprovechado para recordar al padrino del prota me ha sentado tirando a mal. Aunque, vale, reconozco que aquí influye mi querencia personal hacia el personaje, que es mucha. 
Pero, amores de mis entrañas aparte, reconocedme que la historia se queda coja por ese lado. Ni Sirius, ni Remus, ni Tonks, ni Fred... Vamos, que no sale ni Teddy Lupin, que se supone es contemporáneo de la historia. Total, que me faltan personajes, me falta enjundia, me falta ambiente del mundo mágico. Y me falta, last but not the least, Neville. Mucho hablar de él pero ni aparece. ¿Por qué? En estos detalles es donde creo observar la mano de los coautores de la obra de teatro. JK nunca lo hubiera hecho. ¿NO? 
Por otro lado, el argumento me parece una gran justificación de Jotaká sobre el asunto de los Giratiempos. Un fregado en el que se metió en el tercer libro y que provocó desde entonces quejas enfervorecidas de los potterhead. ¿Por qué se podía salvar al hipogrifo y no se podía salvar a Sirius -o cualquier otro personaje, vale-? Pues aquí nos lo explican detalladamente. Porque se puede preparar una de padre y muy señor mío, colegas, ya que, bien lo sabe Moffat, si se cambia una circunstancia del pasado, el futuro queda comprometido en diversas variantes imposibles de predecir. 
Ahora que, claro, nos cuenta esto y nos deja peor. Porque yo sigo diciendo que esa realidad paralela de reino del terror y la oscuridad con Hermione de líder de los rebeldes me parece LO MÁS. 
Pero, en fin, aceptamos pulpo. Aceptamos que los Giratiempos son maaaaalos y que no hay que acercarse a ellos. Ni siquiera para salvar al bueno de Cedric e inmiscuirnos de lleno en el torneo de los Tres Magos que es, con probabilidad y ya que sale a colación, lo que menos me interesó de la saga canónica. Ergo, y aquí viene mi queja, imaginad mi cara cuando descubrí que, viaje en el tiempo por aquí, viaje en el tiempo por allá, íbamos y volvíamos al Hogwarts de 1995. Uh, apasionante. 
Que también puede ser, y yo lo reconozco, porque la película me produce, aún hoy, pesadillas. Esos pelos de Harry y de todos, esa adolescencia tan mal llevada, ese dejarse el 60% del libro. La odio fuertecito, con sinceridad. De ahí que no me haya hecho especial ilusión que la, esperadísima, continuación -o lo que sea- de la historia esté relacionada, precisamente, con aquel año. 
Pero, claro, había que salvar a Cedric -o algo así- para que Augurey pudiera encontrarse con su papá recién devuelto a este mundo, sangre de Harry, y otras cosillas, mediante. NO PODÍA ENCONTRARSE CON ÉL UN AÑO DESPUÉS EN EL MINISTERIO Y YA DE PASO INTENTAR SALVAR A SIRIUS, NO. TENÍA QUE SER EL TONTO DE CEDRIC. 
Pero bueno, vale, me callo, lo acepto. Venga. 
Casi. 

Harry Potter and the Cursed Child (y 2)

Jotaká, esto no te lo perdono...



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