Revista Educación

Hazte Oír

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Hazte Oír

Cuando eres chiquillo y la cagas siempre tienes la opción de callarte la boca. Mirar alrededor y, si no hay nadie cerca, tirar para adelante y aquí no ha pasado nada. Lo que nadie sabe no ha ocurrido. Lo que nadie ha visto no ha pasado. Cuando eres aún más fiscochico hasta eso da un poco igual. Puede haber multitudes a tu alrededor y existir escapatoria: cerrar los ojos. Ya está. No estoy, no he sido yo, no sé de qué me hablas. Y cuando los abres (piensas, deseas) ya nadie recuerda qué te preocupaba. Nuevo comienzo, RESET.

Luego creces y la vida te enseña (con su método de la hostia) que todo eso no sirve de nada. No hay truco ni magia que perturbe la realidad.

O sí.

Se nos está pidiendo estos días que callemos la boca. Que cerremos los ojos o, al menos, miremos a otro lado. Que no alcemos la voz. Que hagamos como que no pasa nada. Que así será mejor. O, bueno, que lo contrario será peor.

Como si no hubiera un elefante en el salón. Como si esa basura que se hace llamar Hazte Oír (si necesitan hacerse oír es que quizá no interesan) no hubiera vuelto a tunear una guagua y sacarla a la calle. Hace un tiempo insultaron a los transexuales (especialmente a los niños) y ahora comparan a las feministas con Hitler (para mi sorpresa, ellos no lo consideran un halago) y menosprecian los datos de violencia de género. Que los hombres estamos discriminados, dicen. Y no faltan voces, bienintencionadas eso sí, que nos piden a los críticos con la iniciativa que hagamos como que no existen. Que lo que buscan es publicidad. Que les hacemos de altavoz. Que propagamos aún más su mensaje.

Y yo me pregunto: ¿es ese realmente el problema? ¿Que el olor de su mierda se extienda? ¿En serio pensamos que acallarlos es una solución? ¿Que hay millones de personas como ellos que, simplemente, no se han dado cuenta? ¿Que mejor si no se enteran? ¿Que su publicidad es tan efectiva que solo le faltan medios? ¿Y estamos tan tranquilos pensando así?

Personalmente prefiero saber con qué clase de hijosdeputa convivo. Me provoca acidez, pero la prefiero al susto. Que se sepa la cantidad de miseria que nos rodea. Que conozca todo el mundo que estos imbéciles se equivocan y en qué y por qué se equivocan. Mirar hacia otro lado solo funciona con los niños. Y tampoco.


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