Revista Cultura y Ocio

Henry V (OST)

Publicado el 11 septiembre 2011 por Peterpank @castguer

Henry V (OST)

Enrique V (1599) es una obra que gira alrededor de la guerra y es, en este sentido, única: la mayoría de las escenas se llevan a cabo en los campos de batalla y tal vez por eso, el Prólogo nos suplica que las imperfecciones sean sustituidas con la imaginación: «cuando se hable de los caballos, piensen que los ven pisar con sus magníficos cascos, porque es su imaginación la que hoy debe vestir a los reyes, trasladarlos de un lado para el otro, cabalgar de una época a otra época, amontonando en una hora los acontecimientos de muchos años».

En esta obra hay tiempo para reflexionar sobre el honor y el patriotismo, sobre la locura de la guerra y la realidad que enfrentan los soldados como lo expresa Pistol: «me hago viejo y de mis fatigados miembros huye el honor apaleado. Sea. Me dedicaré a ser alcahuete y luciré mis habilidades de ratero. Huyo a Inglaterra donde me dedicaré a cortar bolsas…»

Nos enteramos, con tristeza, de la muerte de Sir John Falstaff a través de Mistress Quickly, antes que veamos a Enrique V recorrer su campamento la noche anterior a la batalla de Agincourt —uno a cinco con los franceses— donde conoció el estado de ánimo de su tropa. Por eso les dio una de las arengas más famosas: «para morir somos demasiados y la patria perderá bastante al perdernos; si quedamos con vida, cuantos menos seamos, mayor será nuestra gloria… ¡Los nobles que se han quedado en Inglaterra, y que a estas horas duermen tranquilos, se creerán malditos por no haber estado aquí y apreciarán en poco su nobleza al oír contar a los que con nosotros combatan, lo ocurrido el día de san Crispín».

Enrique V triunfa para cerrar con broche de oro con un tratado de paz y con una alianza matrimonial con Catalina, la princesa francesa. Pero el epílogo nos deja otro sabor de boca cuando nos advierte que ese fue «un período en que, pese a su brevedad, brilló intensamente este astro de Inglaterra. La Fortuna fue su espada, y con ella conquistó el jardín más hermoso del mundo y dejó en él a su hijo como dueño soberano. Enrique VI, aún en pañales y coronado rey, fueron tantos los regentes que se perdió lo ganado en Francia e Inglaterra se desangró, espectáculo que nuestro escenario a menudo lo ha mostrado…»


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