‘hijo de caín’: la adolescencia y el mal

Inspirada en la novela Querido Caín, de Ignacio García-Valiño, resulta ser la primera película del joven director de, hasta ahora, cortometrajes, Jesús Monllaó. Y, como ópera prima, satisface al espectador que busca un thriller psicológico sin demasiada presión pero con un original toque para ser cine español: el uso del catalán como segundo idioma para todos los personajes. Una apuesta fuerte que funciona pero que camina sobre terrenos conocidos.

David Solans interpreta a un adolescente cuya pasión es el ajedrez: su vida gira entorno a aperturas, fichas y tableros, y su entorno familiar comienza a verse afectado. José Coronado y María Molins son los padres del chico y de otra niña, que les ayuda a sobrellevar sus problemas siempre con una sonrisa. Los problemas con el joven se elevan de tono, y la inexistente relación con él se convierte en agresividad y odio contra ellos. Asustados, deciden buscar una solución de la mano del psicólogo Julio Manrique, que se adentrará en el mundo interior del jugador de ajedrez.

La interpretación de sus protagonistas eleva la calidad del cine español en algunos grados. El joven David Solans mata a la cámara siempre que es necesario, para después convencer también en el lado del bien y la inocencia. José Coronado funciona como pilar de la cinta, sobre todo para tirar de ella en la promoción, aunque no es nada reprochable: abate, como siempre, cualquier pretensión negativa que pueda albergar el espectador.

El guión, de Sergio Barrejón, se reserva las sorpresas para audiencias poco experimentadas, con unos giros aparentemente fuertes pero inseguros, que terminan en un desenlace rápido y previsible. A pesar de esos pequeños fallos, el resultado entretiene y no tiene lagunas de acción. La atención se mantiene a pesar de los clichés que se van deslizando entre escenas.