Prefiero vivir con la libertad amenazada que sin ella, morir de pie que vivir de rodillas. Porque si no puedo plantar patatas, hacer pan, tener casa, curarle a mi perro la pata, empuñar un arma o editar un libro de manera directa (es decir, sin necesidad de vender previamente mi fuerza de trabajo a los "aristócratas" del momento), si no puedo dedicarme a lo que quiera sin el permiso del propietario o del Estado, entonces el liberalismo no me sirve, ni ninguna otra ideología colectivista que restrinja al individuo su "libertad individual" primera. Y no creo que debiera servirle a nadie. Y a cualquiera que me ofrezca esa moral de esclavos (¡y no la que decía Nietzsche, quien sintiéndose esclavo por dentro dominación cantó, parafraseando a Unamuno!) le diré gracias pero no. Quedarse a medias, no defender del todo la libertad por miedo a perder una parte, no es realismo ni madurez, sino miedo. El mismo que le teníamos a nuestros padres y a nuestros profesores cuando éramos pequeños. El liberalismo económico, vestido de ciencia, sigue siendo hijo del autoritarismo, verdadera ciencia del Poder.Dicho aquí (con retoques).