Revista En Femenino

Hijos únicos

Por José Mª Ruiz Garrido @laparejadegolpe
En otras ocasiones ya os he hablado de esto, pero es que cuando uno es padre de mellizos, algunas experiencias se convierten en un tema recurrente. El típico "divide y vencerás", pero aplicado a los padawanes. Antecedentes: sábado por la mañana. Zafarrancho de limpieza y compras semanales. Y luego por la tarde tengo que trabajar. Así que toca organizarnos.
Hijos únicosMe quedo en casa limpiando el baño, con la pequeña Leia, mientras la Maestra-Jedi se encarga de las compras y se lleva de ayudante a Luke. Cada uno por su lado. Siempre es buena idea dedicar tiempo en exclusiva a cada uno de los mellizos. Es algo que siempre me da cierto sentimiento de culpabilidad. Uno descubre complicidades, momentos y situaciones que son más difíciles de vivir con las interferencias de la familia al completo. Intimidad le llaman. Leia no me deja solo ni un momento. Ha acabado tumbada frente a la puerta del baño mientras yo me aplicaba con la taza del váter, improvisando un cuento inventado mientras lo dibujaba. Me deja con sonrisa de bobo cuando le descubro expresiones que ni sabía que conociera. Al final ha cogido mi móvil, y se ha puesto a hacerme fotos.
Al rato llega la Maestra-Jedi, con el maletero lleno de bolsas. Mete el coche en el patio junto a la cocina, y da comienzo el show de Luke. Le encanta ir a comprar, cargar el carrito, elejir productos, preguntar qué cosas faltan, buscarlas en las estanterías. Y ahora ahí está, llevándolo todo, poco a poco y con una enorme sonrisa, del maletero a la mesa de la cocina. -"Mira, Papi, las galletas tuyas!", "Mira las patatas que pican", "¡Batido de chocolate!". Verle colaborar así, contento, rebosando sonrisas, es un espectáculo con el que me cuesta trabajo no babear.
Como durante la semana, que Luke pasó un par de mañanas conmigo en casa guardando reposo –es un decir, con cuatro años y midiclorianos saliéndole por las orejas el reposo es imposible–, y los juegos, las charlas, y hasta el rato en la sala de espera del pediatra, son ratos geniales. Se comportan de modo distinto cuando están a solas con nosotros. No sé si para ellos estos momentos de tiempo compartido en exclusiva, de intimidad y complicidad, son especiales, son felices. Para mí sí son muy distintos. Porque ellos también están dedicándonos y prestándonos su atención en exclusiva. Durante esos ratos son hijos únicos, y somos sus padres unicos. Y sí, son momentos especiales. Siempre son momentos felices.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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