Hiroshima

Hiroshima es una ciudad al oeste de Japón y tristemente famosa por ser la primera ciudad en recibir una bomba atómica. El 6 de agosto de 1945 marcó un antes y un después en la historia de la ciudad, y de todo Japón, pero no fue algo inmediato. Vamos a ver si os lo puedo explicar brevemente. La “necesidad” de Estados Unidos de demostrar su supremacía frente a la creciente URSS y justificar el enorme gasto económico de las investigaciones sobre la fisión “obligaron” al país a lanzar la primera bomba nuclear, de uranio, sobre una población de 255 mil personas de las que al final de la guerra sobrevivieron 137 mil. Teniendo en cuenta que todas las ciudades preseleccionadas para recibir una bomba atómica apenas fueron bombardeadas durante la guerra para comprobar el potencial de las nuevas bombas. No os creáis a los libros de historia que os dicen que las bombas atómicas marcaron el final de la Segunda Guerra mundial. El emperador y los altos mando japoneses no creyeron que EUA tuviera una segunda bomba así que el 9 de agosto tiraron otra, esta vez de plutonio, sobre Nagasaki, esta vez murieron entre 39 y 80 mil personas. Por supuesto los Estado Unidenses tampoco avisaron, ni dejaron tiempo a la población para refugiarse aunque sí tiraron aparatos de medición y demás. A pesar de las dos bombas los militares japoneses con el emperador al frente, e ignorando al primer ministro y al ministro de exteriores, no se rindieron. Sólo empezaron a planear la rendición cuando la Unión Soviética abandonó su pacto de no agresión y les declaró la guerra. El 14 de agosto hubo el mayor bombardeo de la Guerra del Pacífico donde EUA usó 1014 aviones. Pero los militares todavía no querían rendirse y se intentó un golpe de estado para evitarlo. Finalmente el 15 de agosto, después de muchos desacuerdos internos y sin estar plenamente convencido, el emperador transmitió la rendición. Pero tan imposible les parecía la rendición a los militares japoneses que todavía en 1974 se rindieron los últimos militares escondidos en islas del pacífico.

Debido a todo este rollo que os acabo de contar la población perdió la fe en los militares. Les habían masacrado, destrozado y humillado como nación y como personas. No habían ganado pero tampoco habían sabido perder la guerra. Se aceptó el desarme total y la desaparición de los líderes militares con influencia pública.

Vale… Vale… Todo esto es muy interesante pero ¿Qué hay de Hiroshima? Hiroshima actualmente es una ciudad reconstruida con un millón de habitantes. Se disputa el honor de hacer el mejor Okonomiyaki con Osaka. Si vais no olvidéis pasar por el Okonomimura, un edificio de 5 plantas donde sólo venden Okonomiyakis.

Okonomiyaki

En lugar de metro tiene un sistema de tranvías antiguo y eficiente. Sirve como ciudad de conexión con Miyajima.

Tiene el Castillo museo de Hiroshima y el Santuario Gokoku ambos reconstruidos después de 1945, y en el mismo recinto los tres únicos arboles supervivientes a la bomba (un eucalipto, un sauce llorón y un acebo). Por cierto en el Santuario Gokoku recibí una ostia a modo de “bendición” de un indio de la india por ser española y decirle donde estaba su amigo que diez segundos antes me había preguntado donde había un templo.

Hay que lavarse las manos y la boca antes de entrar en los templos. Aquí con instrucciones para quien no sepa. Primero una mano, luego la otra y luego la boca

Hiroshima tiene como flor oficial la adelfa pues fue la primera planta que floreció después de la bomba. A pesar de haberse reconstruido, la ciudad, no olvida ni quiere olvidar. El Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima contiene monumentos para recordar lo que pasó. Entre ellos la cúpula Genbaku, patrimonio de la humanidad por la UNESCO, que se alza destrozada y orgullosa para recordar que ese 6 de agosto, en cuestión de segundos desaparecieron edificios y murieron miles de personas, la mayoría civiles, niños, médicos e enfermeras, pues la bomba explotó sobre el hospital. Lo que es peor muchos sobrevivieron al primer impacto con intensas quemadas y murieron pocos días después mientras ellos y sus familias veían como se les derretía la piel y las ampollas burbujeaban en el cuerpo de la persona querida. Sin médicos o materiales para curarles ni agua potable para beber. Tampoco fueron pocos los que murieron atrapados en los incendios y los que sobrevivieron más o menos ilesos acabaron con problemas de cáncer, leucemia, malformaciones etc. Sin contar los traumas psicológicos. Se estima que 12 kilómetros cuadrados de la ciudad fueron destruidos por la bomba “little boy” y el 69% de os edificios quedaron destruidos.

Lo rojo es la bola de fuego de 256 metros de diámetro provocada por el millón ºC que causó la fisión nuclear incendiando el aire de alrededor

Yo sólo puedo creer que la mente de las personas se desconectó en ese instante para poder sobrevivir al dolor físico y a la perdida de referencias conocidas cuando todo lo de tu alrededor: Edificios, personas, plantas y animales desaparecen. Hay un manga de 10 tomos muy conocido en Japón, de lectura obligatoria en algunas escuelas japonesas, llamado Barefood Gen. Está escrito y dibujado por Keiji Nakazawa uno de los supervivientes. Los primeros dos tomos cuenta la vida antes y durante la bomba, como llamaban traidor a los descontentos con la guerra y como se salvó por estar al lado de un muro. Los otros ocho tomos son para explicar cómo él y su madre, únicos supervivientes de su familia, sobrevivieron después. Yo lo tengo en inglés y si le podéis echar un vistazo vale la pena aunque creo que está descatalogado en castellano.

Por último si vais a Hiroshima y os dan una grulla de origami o veis un Senbazuru (mil grullas unidas por una cuerda) tenéis que saber que son símbolos de la paz gracias a Sadako Sasaki. Una de tantas niñas que salió ilesa de la explosión pero, pocos años después, empezó a sentirse débil hasta que murió de leucemia provocada por la radiación de la bomba. Dice la leyenda que si haces mil grullas de papel recibirás un deseo, ella sólo llegó a las 644 antes de morir, por eso sus compañeros de clase completaron las mil y recolectaron dinero para hacerle un monumento en su memoria.