Revista Cultura y Ocio

Historia agazapada

Por Fruela

Gerardo Iglesias: Por qué estorba la memoria. Represión y guerrilla en Asturias, 1937-1952. Madera Noruega. 480 págs. 22 €.Silvia Ribelles: Luis Montero Sabugo: en los abismos de la historia. Pentalfa. 144 págs. 18 €.
Asociamos la memoria con lo duradero, aunque la memoria no sea algo dado, sino una tarea, un esfuerzo. A diferencia del recuerdo, la memoria carece de verbo para expresar automatismos. La lengua lo dice: hacemos memoria. Tal vez no sea ésta la razón del título escogido por Gerardo Iglesias (Mieres, 1945) para su estudio del maquis asturiano (los fugaos), pero, sin duda, puede asumirla: la memoria estorba porque supone un compromiso, una obligación.A través de veintidós biografías, Gerardo Iglesias ha escrito la crónica minuciosa de un periodo que se inicia en 1937 (caída del Frente Norte) y se cierra en 1952, con la muerte del último guerrillero. Sería erróneo, sin embargo, llamar «posguerra» a estos años, pues la guerra «oficial» se transforma en fragmentos de guerra encubierta. El gran logro del libro es, precisamente, la reconstrucción de ese paisaje moral: desde los testimonios y los documentos se muestra que los fugaos eran la manifestación armada de una resistencia social, discreta e imprescindible (enlaces y redes de apoyo); al mismo tiempo, se explica que la condición de fugau no fue una necesidad tan sólo para quienes participaron en la Guerra Civil, sino también para muchas personas «marcadas» por afinidades políticas, parentescos o simples arbitrariedades. De ahí que se advierta desde el propio título que no es posible comprender este periodo sin analizar la relación entre los términos («guerrilla» y «represión») de ese enfrentamiento desigual: aunque los pequeños grupos de fugaos surgen como medio de supervivencia, se consolidan después como una reacción más amplia contra la violencia que el sistema franquista ejerce a través de sus múltiples hipóstasis (guardias civiles, soldados, «moros», falangistas, somatenes, requetés) y sus dispositivos de poder (Ley de Fugas, beneficios a la delación, «paseos», internamientos, «sacas»).De forma coherente, este «trabajo de memoria» no sólo pone en cuestión los discursos de la derecha, sino que también señala deudas de la izquierda. La historia de los fugaos deja en lugar dudoso a la dirección del PCE, que, desde el exilio en Francia, mantuvo una política confusa sobre la guerrilla: del apoyo y la injerencia durante los años finales de la Segunda Guerra Mundial –cuando aún se confía en una invasión aliada de España- se pasa al desinterés y el abandono de posguerra, motivados por las nuevas directrices de la URSS. A estas oscilaciones de estrategia se le sumaría un error conceptual: confundiendo mapa y territorio, la dirección del partido antepuso los movimientos planeados desde el exilio a aquellos propuestos por los guerrilleros. Ese exceso de jerarquía se manifestó en dos decisiones que fueron distanciando al PCE de los fugaos: la voluntad de gestionar las milicias desde el extranjero y la sustitución de algunos mandos locales por otros enviados desde Francia. La primera de estas medidas condujo a la insubordinación y al progresivo aislamiento de uno de los guerrilleros más respetados, Baldomero Fernández Ladreda, cuya trayectoria ha estudiado García Piñeiro (Fugaos. Ladreda y la guerrilla en Asturias, KRK); la segunda de ellas tiene su ejemplo más oscuro en Luis Montero «Sabugo», de quien Silvia Ribelles ha escrito una documentada biografía. Republicano, héroe condecorado por la resistencia francesa, superviviente de Mauthausen, «Sabugo» regresó en 1948 a Asturias para reorganizar la guerrilla y terminó siendo el responsable involuntario de que cayera en 1950 el último grupo relevante, el de Manolo «Caxigal». Tras ser puesto en libertad, «Sabugo» desapareció. Sin admitir responsabilidades, Santiago Carrillo reconoce en una carta a Ribelles que «Sabugo» fue ejecutado como supuesto delator: «Era la ley de la clandestinidad».
Publicado en "El Cuaderno. Semanal de Cultura"La Voz de Asturias / Público8 de enero de 2011

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