Revista Cultura y Ocio

HISTORIA CURIOSA vol. 7

Por Diana Cabello Muro @Didymyself

HISTORIA CURIOSA vol. 7
Hace mucho que no subo nada de Historia Curiosa, así que aquí va otra pequeña muestra de que la historia está llena de curiosidades.
LA LEY DE LA SILLA
En el siglo pasado se pensaba que las miles de mujeres que trabajaban de pie en comercios, almacenes, oficinas y otras empresas podían sufrir congestión en los ovarios y en la matriz, posibilidad de sufrir abortos y partos prematuros, deformidades en la pelvis y en los pies, enfermedades varias…
Para evitarlo, el gobierno español aprobó en febrero de 1912 una de las leyes más revolucionarias en el ámbito laboral: los dueños de esas empresas, tiendas o comercios estarían obligados a tener un asiento a disposición de estas mujeres trabajadoras. Fue una de las muchas normas que convirtieron al presidente de Gobierno José Canalejas en uno de los grandes reformadores sociales de la historia. 
Aunque esta ley en concreto no hacía sino acentuar más la discriminación entre sexos, pues la base de dicha ley era la supuesta debilidad femenina...
LEY DE HOLGAZANAS
Las mujeres cordobesas se pasaban todo el día en la plaza delante del palacio esperando a ver a la reina. La cual ya se encontraba muy extrañada por ver a estas mujeres todo el día ahí paradas; así que un día les preguntó que a qué se dedicaban y si ayudaban a sus maridos con el trabajo, a lo que ellas respondieron que no ya, "que para eso tenían a sus maridos para que se ocuparán ¡cómo mandaba la ley!".
Isabel se cabreó muchísimo al oír dicha respuesta, pensando tal vez en todo lo que ella misma hubo sufrido para estar donde está y no podía consentir que las demás mujeres no hicieran gala de la virtud del trabajo duro como ella misma, así que dijo con toda su rabia: "pues si no ayudan a ganarlo tampoco deben disfrutar de ello" y dictó en una de las salas del mismo palacio la injusta ley llamada Ley de las holgazanas la cual decía que toda mujer casada en Córdoba no tendría derecho a los bienes gananciales a la muerte de sus maridos.
ESTAR A LA 4ª PREGUNTA
A esta expresión, que significa "estar escaso de dinero o carecer por completo de él", se le han atribuido varios orígenes. Uno es jurídico, y tiene que ver con que, en siglos pasados, a los detenidos en los juzgados se les pasaba un formulario que constaba de cuatro preguntas: «1 Nombre y edad. 2º País de nacimiento y profesión. 3º Religión y estado civil. 4º Rentas.» A esta última cuestión todos solían responder negativamente, evitando así sufrir embargos.
La segunda explicación está relacionada con las preguntas que los estudiantes de las universidades madrileñas hacían a los alumnos recién llegados como novatada, preguntándoles sucesivamente por la salud, el ingenio, el amor y el dinero:
¿Salutem habemus?
¿Ingenium habemus?
¿Amores habemus?
¿Pecunia habemus?
Los interrogados solían contestar afirmativamente a todas ellas excepto a la última, de ahí que no tener dinero sea equivalente a “estar a la cuarta pregunta”.
HISTORIA DEL CHICLE
La goma de mascar, comúnmente conocida como chicle, es una goma masticable con sabor dulce. Si bien la mayoría de las actuales utilizan una base de plástico neutro, también conocido como el acetato de polivinilo, o también la goma de xantano, hasta hace relativamente poco tiempo se utilizaba sin embargo la savia de un árbol tropical: el chiclero, al cual debe su nombre más popular.
El nombre popular de chicle proviene de la palabra náhuatl tzictli, que es un polímero gomoso que se obtiene de la savia del Manilkara zapota, un árbol de la familia de las sapotaceae (antes denominado como Sapota zapotilla o Achras zapota) originario de México, América Central y América del Sur tropical. Debido a su sabor dulce y aromático, numerosos pueblos amerindios lo utilizaban para masticar.
LA VERDADERA HISTORIA DEL MONOPOLY
La historia que tradicionalmente se explica es la de Charles Darrow, un norteamericano que trabajaba reparando radiadores, que tras quedarse en paro inventó el Monopoly hacia 1933, durante la época en la que todavía se vivían las secuelas de la Gran Depresión de 1929.
Pero como siempre, no hizo más que robar la idea de una mujer y trastocarla para hacerla suya, y como hombres, son los que se hicieron millonarios, él por repatentar el juego y los Hnos. Parker por comercializarlo.
Así, la realidad acerca de su origen es muy distinta: el Monopoly tiene más de cien años. Se jugaba con unas reglas distintas. Lo más curioso es que en aquel Juego del Casero, que es como se llamaba, el objetivo era alertar sobre el peligro de los monopolios. (Aquí es donde se pone cara de asombro :O)
Según han estudiado los historiadores y amantes de los juegos de mesa, al parecer el Juego del Casero era muy popular entre la comunidad cuáquera, especialmente en Atlantic City –lo cual explicaría algunas de las similitudes con la versión posterior, incluyendo el tablero con calles de Nueva Jersey, las cartas y muchas de las casillas.
Había sido inventado por Elizabeth “Lizzie” Magie en 1904, casi treinta años antes de la supuesta “invención” de Darrow. Cuando la patente de Phillips número 740.626 expiró, allá por 1922, Darrow simplemente lo “redescubrió”, modificando ligeramente las reglas y re-patentándolo. El resto de lo que se conoce de la historia está más o menos documentado: Darrow vendió su patente a Parker Brothers en 1934, haciéndose millonario; actualmente es propiedad de la compañía juguetera Hasbro.
En los años 70 Ralph Anspach investigó esta historia y se decidió a vender una nueva edición del juego original de los cuáqueros, llamándola Anti-Monopoly. Pronto sufrió la ira de la megacorporación juguetera en forma de amenazas con demandas por el uso de la marca “Monopoly”. Al cabo de una larguísima batalla legal se desenterró toda la historia y el verdadero origen del Monopoly. La justicia dio la razón a Anspach, quien ha podido vender el juego desde entonces, con relativo éxito: mueve unas 100.000 copias anuales, especialmente en Europa.
El colmo de la perversa ironía de esta rocambolesca historia no es solo que el juego antimonopolístico acabara “robado” y convertido en un juego pro-monopolio tras toda una suerte de falsedades respecto a su origen; es peor todavía: el espíritu original del Juego del Casero era inculcar la filosofía de Henry George, un filósofo contrario a la propiedad privada de las tierras por considerarlo «un principio erróneo y destructivo».
Los jugadores ganaban y perdían dieron más o menos como en el actual, pero por ejemplo podían votar no pagar las rentas cooperando entre ellos para aprovechar los terrenos de forma gratuita. Si el filósofo levantara la cabeza y pudiera ver en qué acabó el juego diseñado para difundir sus enseñanzas… le volvería a dar un patatús.
Fuentes: Leyendas y fabulas, Wikipedia, Harpers.org, Sony mobile, Los mensajes de Clio

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