Revista Cultura y Ocio

Historia de Mayta, por Mario Vargas Llosa

Publicado el 10 agosto 2014 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Historia de Mayta, por Mario Vargas Llosa Editorial Alfaguara. 371 páginas. 1ª edición de 1984; ésta de 2006.
Cuando escribí la reseña de La casa verde, hablé en el blog del momento en el que leí mi primer libro de Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú – 1936), que no fue otro que La ciudad y los perros, y del fuerte impacto que me causó esta novela a los veintiún años. Después leí un número nada desdeñable de las obras de este autor (ocho novelas, contando La casa verde, y un libro de relatos. Pero desde el periodo comprendido entre mis veintiún años y la actualidad, casi media vida, no había leído Historia de Mayta. Y el tema no deja de ser curioso, porque La ciudad y los perros la tomé de las estanterías de la casa de mis padres en Móstoles y se trataba de una edición de quiosco, que ofrecía dos novelas del autor: además de La ciudad y los perros, la otra novela de aquel libro del siglo pasado no era otra que Historia de Mayta. Quiero hablar del lector que era yo entonces a los veintiún años: durante mi adolescencia casi en exclusiva había leído libros de ciencia ficción y terror, y sólo a partir de los diecinueve (casi veinte) fue cuando empecé a leer Literatura en serio (y escribo Literatura en serio con bastardilla porque, por supuesto, muchos de los libros de ciencia ficción y terror que he leído, aunque no todos, eran verdadera literatura). Así que a los veinte años sentía que me faltaban lecturas serias, y como no sabía por dónde empezar, lo hice por los autores que más me sonaban a literatura seria: este tal Dostoyevski parece importante, y este tal Tolstoi, y Cervantes, claro, y Hemingway y Francis Scott Fitzgerald y Baroja y así. Estoy hablando de 1994, y por entonces estaban muy en boga los escritores del boom hispanoamericano; pues entonces tendré que leer a este tal García Márquez, y a este tal Vargas Llosa, que sale mucho en los periódicos. Así que busqué algún libro del tal Vargas Llosa y en la estantería de la casa de mis padres estaba aquel volumen (que sigue allí) con La ciudad y los perros e Historia de Mayta. El chaval de veintiún años que era yo leyó la primera novela del libro, se quedó subyugado, cayó rendido a los pies de aquella novela… pero no se le ocurrió seguir con la otra. Aquel chaval que era yo se había informado sobre el tal Vargas Llosa y había descubierto que La ciudad y los perros fue una novela muy importante para el despegue del boom, pero no había oído nada de la otra. Así que aquel chaval que necesitaba empaparse de literatura de forma rápida, decidió pasar a la siguiente obra maestra porque no tenía ningún tiempo que perder; algún tal Camus o Sartre le estaban esperando por entonces.
Lo cierto es que ahora leo muchas (quizás demasiadas) novedades literarias, que a veces no acaban de convencerme. Y diría que lo hago por afán competitivo, por saber qué es lo que tiene repercusión y adquiere prestigio en el mercado editorial español. Ya he cumplido cuarenta años, y estoy empezando a echar mucho de menos a aquel lector salvaje que era yo a los veintiún años, que sólo leía a escritores muertos y consagradísimos, y de los vivos sólo leía obras de gran relevancia. Estoy empezando a pensar que he de volver de nuevo a reencontrarme con los clásicos de forma habitual, con esos libros que al leer uno detrás de otro te hacen pensar que escribir obras maestras es lo más fácil del mundo.
Me encontré sin buscarla con la primera edición de La historia de Mayta en la librería de segunda mano Ábaco de Raimundo Fernández Villaverde. Por tres euros no la iba a dejar allí, claro; a pesar de que mi ejemplar parece tener un pequeño problema de impresión: los márgenes interiores de sus páginas están demasiado pegados al lomo del libro y esto dificulta su lectura. Así que siendo un libro del que no me iba a deshacer en otra librería de segunda mano, he llegado a una solución intermedia: conservar mi primera edición, pero leer el libro en el más cómodo formato de Alfaguara, sacándolo de la biblioteca Eugenio Trías, o para mí la biblioteca del Retiro (aunque la biblioteca llamada “de Retiro” esté al final de la calle Doctor Esquerdo, ya cerca del puente de Vallecas y por lo tanto alejada de El Retiro). A la lectura de Historia de Mayta he dedicado la primera semana de mis vacaciones de profesor. Querría señalar también que a la lectura de este libro, a que quisiera tomar éste y no otro de mis cada vez más abarrotadas estanterías de libros inleídos, contribuyó una reseña escaneada de un ABC de los años 80 firmada por mi admirado crítico literario Miguel García-Posada, donde éste se mostraba feliz por poder recomendar a sus lectores un libro que le parecía realmente tal bueno. (Ver AQUÍ).
En Historia de Mayta un narrador innominado -que se podría identificar con el propio Vargas Llosa- se propone, desde el año 1983, que es el presente de la novela, investigar unos sucesos ocurridos en 1958. Entonces Alejandro Mayta, que fue compañero del narrador en el colegio de los salesianos de Lima, protagonizó un olvidado intento de revolución armada que para el narrador marcó la línea de partida de todo lo que vendría después: los atentados de Sendero Luminoso (aunque a esta organización no se la nombra en la novela).
El narrador se va entrevistando con personas que conocieron a Mayta y que, en mayor o menor medida, fueron testigos de los hechos más importantes de su vida. A estas personas siempre se presenta contándolas que está recogiendo datos para escribir una novela sobre su condiscípulo salesiano; una novela que no intenta reconstruir la verdad sino conocer lo ocurrido para inventar un personaje creíble. “-No va a ser la historia real, sino, efectivamente, una novela –le confirmo-. Una versión muy pálida, remota y, si quieres, falsa. -Entonces, para qué tantos trabajos –insinúa ella, con ironía-, para qué tratar de averiguar lo que pasó, para qué venir a confesarme de esta manera. ¿Por qué no mentir más bien desde el principio? -Porque soy realista, en mis novelas trato siempre de mentir con conocimiento de causa –le explico-. Es mi método de trabajo. Y, creo, la única manera de escribir historias a partir de la historia con mayúsculas.” Leemos este diálogo (que se repite con algunas variantes al entrevistarse con otras personas entrevistadas) en la página 86.
En cada capítulo, de aproximadamente el mismo número de páginas, el narrador se entrevista con una persona que le permite reconstruir la historia de Mayta en sentido cronológico, desde sus primeros años en el colegio de salelianos, hasta su intento de inicial la revolución armada en la sierra. Para que este proceso ocurra, tendrá que darse el encuentro de Mayta con Vallejos, alférez del ejército, cuando el primero ya ha pasado los cuarenta años y Vallejos sobrepasa apenas los veinte. Este encuentro será clave en la historia: Mayta, homosexual clandestino y eterno militante de la izquierda peruana, dividida en grupúsculos cada vez más pequeños y que además no paran de pelearse entre sí, verá en el joven Vallejos la energía que puede llegar a dinamizar el cambio político pasando de la teoría a la acción.
Vargas Llosa, como es habitual en él, juega también aquí con la estructura de su novela.  Se usa el recurso de la novela en marcha: el proceso de conseguir las notas de los testigos para la novela es la propia novela que el lector lee. No va a existir una elaboración posterior; pero según el narrador se está entrevistando con las personas que conocieron a Mayta ya va perfilando al personaje que va a crear, y en el mismo párrafo el lector pasa de leer lo que el personaje le cuenta al narrador sobre Mayta en 1983 a leer lo que a este personaje le ocurrió con Mayta en 1958; y todo esto teniendo en cuenta que el personaje entrevistado puede estar mintiendo y que el narrador crea un personaje consistente a partir de la información que él o bien considera verosímil o bien ha decidido inventar. Normalmente el lector sabe que está en 1983 porque el narrador habla en primera persona, y se entiende que hemos saltado a 1958 porque el narrador reconstruye la historia de Mayta en tercera persona (aunque no siempre, porque traspasada la mitad de la novela, al hablarnos de Mayta, de vez en cuando, a él se le cede el privilegio de usar la primera persona).
Lo curioso del libro es que uno lo lee pensando que el único que no puede estar mintiendo es el propio narrador, y no es así: el narrador inventa lo que le parece bien para su historia. Se inventa a personas para entrevistarlas, o bien se inventa las respuestas a sus preguntas para que estas encajen con el personaje que crea, como comprendemos al final, cuando consiga entrevistarse con el Mayta real o inventado. Y lo mismo dará, porque esta novela que aparentemente se está escribiendo bajo las premisas de una investigación periodística indaga en el uso de la violencia como uno de los pilares constitutivos de la sociedad peruana, pero también –o sobre todo- indaga (y esto lo comprenderá el lector al haber finalizado el magnífico capítulo final) en la propia fuerza de la ficción para crear realidades alternativas que nos hagan comprender mejor la realidad verdadera.
Historia de Mayta me ha gustado mucho; bastante más que, por ejemplo, La casa verde. Aunque la indagación formal de la primera no es tan profunda como en la segunda, se deja leer de forma mucho más natural y sus personajes me emocionan más, y me parece que Historia de Mayta debería estar sin duda entre las obras más destacadas de Mario Vargas Llosa, cuando diría que es esa novela de Vargas Llosa que muchos de sus lectores no han leído porque les parece una obra menor.
Creo que el siguiente libro de Mario Vargas Llosa que voy a leer va a ser La guerra del fin del mundo.

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