Historia de una portada

Con este post quería compartir con todos vosotros la evolución que fue sufriendo la portada de “La sombra de la existencia“, desde las primeras ideas hasta su confección original.

Además me gustaría rendir un homenaje a su autor, Antonio Díaz (Nunoh Design), que supo captar toda la esencia de la novela.

La idea era sencilla: transmitir desasosiego. El libro narra cómo Grisha va sintiendo que el mundo que le rodea le es ajeno, le es frío y que carece de sentido. A partir de ahí comienza un viaje interior que le lleva a vivir en otro plano existencial.

Yo quería transmitir ese inicio, cuando el protagonista vive rodeado de sombras que le acechan, de gente que le felicita por la vida que lleva, una vida de éxito, pero una vida que a él no le dejaba vivir.

Por tanto necesitaba frialdad y soledad, pero una soledad rodeada de personas que fueran una especie de sombras acechantes. Y estos fueron los primeros bocetos:

Pero tenía que haber un elemento crucial en la portada: la sombra del protagonista. Y es que aunque aún viviera en la penumbra de su penosa vida, en su interior se estaba produciendo un increíble cambio, desde muy dentro algo se iba iluminando y saliendo hacia el exterior. Ese algo quedaría representado en forma de luz por su sombra, que sería el foco de toda la portada.

Además, la sociedad representada por esas formas amorfas, por sombras siniestras, ya no centraba su atención en Grisha, que al intentar alejarse de ellos pasó de ser un triunfador a convertirse en un mindundi. Centran su atención y sus miedos en la proyección de luz que emanaba del cuerpo del protagonista, que sin él darse cuenta, atormentaba a todos a su alrededor, que aún pensando que estaba tirando su vida por la borda, temen que el resultado de ese proceso les haga dudar de su propio modo de vida.

Al final decidimos escoger este último borrador, ya que transmitía mejor ese “estar entre sombras”, ese caminar por un mundo que no te interesa y al que desgraciadamente le empiezas a interesar en el momento en que intentas huir de él.

Probamos con varias tonalidades, más cálidas y más frías, y finalmente escogimos la azulada.

Había dos aspectos muy importantes para mí en la portada: La cara del personaje y su corbata.

La cara no debía de transmitir nada. El cero más absoluto. Ni miedo, ni terror, ni alegría ni desesperanza. Nada. Tan solo la más absoluta dejadez.

La corbata es un personaje más en la novela. Ahoga al protagonista, le insta a seguir trabajando, le tortura recordándole todo lo bueno que tiene su vida, lo agraciado que es, la suerte que tiene. El reto para el ilustrador fue darle una forma que pareciera que se movía pero no por el viento, sino por un  movimiento maquinal, como empujandolo hacia abajo, para encorvar el paso de Grisha.

En la siguiente versión veis que la cara aún transmite al de pesar así que decidimos seguir trabajando en ella:

Finalmente alcanzamos la expresión que buscábamos, una expresión que no transmitiera nada. Colocamos una tipología de letra adecuada y le dimos protagonismo al fondo iluminando la cruz de la iglesia de atrás y el símbolo del dólar. Estos dos aspectos son muy importantes en la novela, ya que el protagonista procede de una familia católica, le han educado en el sacrificio por una cruz que le llama para que vaya a someterse, igual que el dólar, símbolo del mayor sometimiento si quieres vivir una vida estándar.

La portada final quedó como sigue:

En un próximo post os contaré la historia del Booktrailer, en donde dimos vida a esta portada.