Revista Opinión

Historia del Frente Polisario, el movimiento de liberación del Sáhara Occidental

Publicado el 14 noviembre 2021 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

La historia reciente del Sáhara Occidental puede definirse con una palabra: ocupación. España decidió tomar a finales del siglo XIX aquellas costas que contaban con grandes caladeros de pesca y, tras pactar con Francia, que también tenía intereses coloniales en el norte de África, se quedó con unos 280.000 kilómetros cuadrados de ese territorio. Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XX, durante la dictadura de Francisco Franco, cuando el hallazgo de fosfato o hidrocarburos aumentaron el interés por la zona e incentivaron a España a invertir allí.

Pero la alegría del franquismo duró poco. Durante los años sesenta, España trataba de aferrarse a un territorio que la ONU pedía que se descolonizara y donde la tensión con la población aumentaba por momentos. El pueblo saharaui, organizado en tribus nómadas o cabilas, habitaba el territorio desde hacía siglos y no dudó en levantarse. En mitad de esa tormenta, el 10 de mayo de 1973, diecisiete hombres fundaron el Frente Polisario, una organización que pretendía acabar con el colonialismo español en el Sáhara Occidental. Su lucha por la independencia, sin embargo, continúa casi cincuenta años después, ahora contra la ocupación de sus vecinos marroquíes.

Una identidad nacional reciente

El movimiento nacionalista saharaui surgió varios años antes de la llegada del Polisario con una figura que el independentismo convirtió en mito: Mohamed Sidi Brahim Basir. Basiri, como se le conoce, fundó a finales de los años sesenta el precursor Movimiento Nacional de Liberación Saharaui.

¿Qué define una colonia?

Ese nacionalismo incipiente ya aglutinaba y movilizaba a la población, y se convirtió en un problema para España con el levantamiento de Zemla en julio de 1970. Las autoridades españolas habían convocado una manifestación en este distrito de la ciudad de El Aaiún para mostrarle al mundo el supuesto apoyo saharaui al Gobierno. Pero Basiri y el movimiento que lideraba decidieron responder con otra, en una de las primeras demostraciones de los saharauis por su derecho a la autodeterminación. 

Para tratar de aplacar esa demostración de resistencia, el Ejército español se desplazó hasta el lugar, donde la tensión aumentó hasta dejar varios manifestantes muertos, heridos y detenidos. Uno de ellos fue Basiri, que desapareció tras ser apresado en hechos aún sin aclarar, alimentando teorías sobre un posible asesinato. La causa saharaui hizo de este joven nacionalista su primer mártir y gran líder ideológico.

Ya con algo más de forma, el independentismo saharaui aprovechó para avanzar durante la crisis en España por los problemas de salud de Franco. Así, un grupo de estudiantes, trabajadores, militares y refugiados saharauis crearon en 1973 en la localidad mauritana de Zuérate el Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro —los dos territorios del Sáhara español—, conocido como Frente Polisario. El movimiento pretendía enfrentarse al colonialismo español mediante la política y las armas para crear un régimen republicano que conservara su civilización y herencia religiosa.

El conflicto armado y la legitimidad del Polisario

En el marco del proceso de descolonización regional, países vecinos como Libia, Mauritania y sobre todo Argelia ofrecieron apoyo logístico al Polisario para luchar contra el colonialismo, y la confrontación directa contra el Ejército español no se hizo esperar. El Frente fundó en mayo de 1973 el Ejército de Liberación Popular Saharaui como su ala militar. Aunque su táctica inicial era atacar cuarteles, en octubre de 1974 encontró cómo poner en apuros al régimen de Franco: quemó parte de la cinta que transportaba el fosfato de la mina explotada por la empresa española Fosbucrá. Pese a que España solventó el sabotaje con una flota de camiones para transportar el mineral, el Polisario fue más allá y secuestró en abril de 1975 al empresario canario Antonio Martín, recrudeciendo desde entonces los enfrentamientos con los españoles.

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Cuando España cedió a la presión de la ONU para descolonizar el Sáhara Occidental y anunció un referéndum, el Gobierno marroquí, que ambicionaba el territorio, lanzó la Marcha Verde y lo ocupó, obligando a España a entregarlo a Marruecos y a Mauritania través del Acuerdo Tripartito de Madrid de 1975 y abandonarlo al año siguiente. Naciones Unidas, sin embargo, no reconoce ese acuerdo. El interés de Marruecos se alimentaba de una reivindicación histórica y en otra política del rey Hasán II de anexionarse el Sáhara Occidental y crear el Gran Marruecos. Y Mauritania, que había apoyado al Polisario, cedió a la presión marroquí para apoyarle a cambio de quedarse con la franja sur del territorio.

Horas después de la salida del último español, el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) como unidad estatal para respaldar diplomáticamente sus reivindicaciones. Su capital oficial ha sido El Aaiún, pero ante la ocupación la trasladó a Bir Lehlu. En ese momento comenzó la guerra contra los dos nuevos ocupantes: Mauritania claudicó y abandonó en 1979 el territorio que ocupaba, mientras que la lucha armada contra Marruecos continúa. De entrada, parte de la población saharaui se trasladó a campos de refugiados en Tinduf, al sur de Argelia, controlados y gestionados por el Frente Polisario. 

En esos años, el reconocimiento internacional del movimiento como representante legítimo del pueblo saharaui y de su derecho de autodeterminación se afianzó sobre todo en África. Aunque la ONU ya consideraba desde 1963 al Sáhara Occidental como un territorio no autónomo pendiente de descolonizar, con las resoluciones 34/37 y 35/19 de 1979 pasó a considerar a Marruecos como potencia ocupante y al Polisario como representante legítimo del “pueblo del Sáhara Occidental”. En septiembre de 1991 se declaró el alto el fuego entre marroquíes y saharauis tras quince años de guerra, y Marruecos aceptó la creación de la Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso) que permitiese la votación.

La expansión de Marruecos

El proceso de descolonización, sin embargo, se estancó una vez más. Pese a las múltiples reuniones entre Marruecos y el Polisario auspiciadas por la Minurso, el conflicto continúa en el mismo punto casi treinta años después. Marruecos ha permanecido como fuerza ocupante en el 80% de un territorio donde explota los recursos naturales en contra del derecho internacional. Por un lado, Rabat no está dispuesta a que el referéndum contenga la pregunta sobre la independencia, y como mucho accede a concederle la autonomía dentro del país. Por otro, el Polisario, que se define en sus estatutos como un movimiento de liberación que nació con vocación de ser transitorio, lleva medio siglo tratando de mantener viva su lucha y reivindicaciones.

Un Estado controlado por un movimiento

La República Árabe Saharaui Democrática es un Estado con reconocimiento limitado, pero con presencia regional. Pertenece desde 1982 a la Organización para la Unidad Africana —actual Unión Africana, de la que es miembro fundador—, un ingreso que provocó la salida de Marruecos dos años más tarde hasta que regresó en 2017. Más de ochenta países la reconocen: destaca su vecina Argelia, máxima valedora externa de la causa saharaui, y Albania es el único de Europa.

Algunos países que no reconocen a la RASD sí mantienen relaciones con representantes del Estado saharaui o del Frente Polisario, como España, que ha acogido reuniones entre presidentes del Gobierno y mandatarios del movimiento, y que permitió el ingreso en 2021 de su líder, Brahim Gali, por razones médicas. Además, las delegaciones del Polisario en el mundo, y en especial en la propia España, juegan un papel importante para crear conciencia en otros países y movilizar la opinión pública a su favor.

La Constitución del Estado saharauile concede preeminencia a este movimiento sobre otras instituciones estatales “hasta que se culmine la soberanía nacional”. De hecho, el Polisario y la RASD actúan como dos en uno: según los estatutos del Frente y la Constitución,el secretario general del movimiento es también el jefe del Estado. Tras el Congreso del Polisario donde se elige al secretario general, se organiza el Gobierno y se nombran los ministros y puestos de relevancia militar. Así, el que fuera ala militar del Polisario, el Ejército de Liberación Popular Saharaui, pasó a ser el ejército de la RASD.

¿Qué es el derecho de autodeterminación y qué territorios pueden ejercerlo?

El Frente Polisario se organiza a nivel interno con un Congreso Nacional, un secretario general y una Secretaría Nacional como órganos de dirección, y su organización política básica se compone de células, secciones y departamentos. Los miembros de la Secretaría son elegidos por los representantes del pueblo en el Congreso. En cuanto a la RASD, tiene un Consejo Nacional que actúa como órgano legislativo y de control al Gobierno. El Consejo está compuesto por 51 miembros designados por el Congreso Popular General —que reúne a altos cargos políticos y de la Administración— y por los representantes de las dairas, la división administrativa de los territorios saharauis.

Dentro del propio Frente Polisario existen varias organizaciones, como la Unión General de Trabajadores de Saguía el Hamra y Río de Oro (UGTSARIO), de gran influencia en la sociedad y en la actividad sindical saharaui. Este sindicato se fundó en 1975 y su secretario general es miembro de la Secretaría Nacional del Polisario. Otras organizaciones destacadas son la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS), que lucha por sus derechos desde 1974, o la Unión de la Juventud de Saguía el Hamra y Río de Oro (UJSARIO), que nació en 1984. Como ramas del Polisario, estos organismos también cumplen una labor diplomática en el extranjero, donde realizan actividades para difundir la causa saharaui.

El Sáhara Occidental, la última colonia de África

Otros espacios dirigidos desde el Frente Polisario son los campamentos de refugiados en la región argelina de Tinduf, donde vive gran parte de la población saharaui. Aunque se estima que acogen a más de 170.000 personas, es difícil conocer el número total de saharauis, ya que muchos permanecieron en territorio ocupado por Marruecos y otros se exiliaron a España u otros países. Como parte de la RASD, el Polisario organiza los campos y administra la ayuda internacional, en una labor no exenta de críticas. Por ejemplo, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude publicó una investigación realizada entre 2003 y 2007 que destapaba la supuesta corrupción en la entrega de las mercancías de ayuda humanitaria enviadas a los campamentos.

Oposición y disidencia: el fin de la unanimidad saharaui

La relación entre el Frente Polisario y la configuración de la RASD también ha complicado la aparición de otros partidos o facciones políticas que puedan tener relevancia en la acción o devenir del pueblo saharaui. El régimen estatal está dominado por un único movimiento, en una especie de monopartidismo que, sin embargo, promete abrirse al multipartidismo cuando consiga la independencia.

El Polisario trata de aglutinar todas las sensibilidades políticas a través de los largos procesos de discusión en los congresos y debates locales, pero ha recibido críticas que van desde corrupción hasta el inmovilismo interno. La Secretaría General del Polisario no ha modificado mucho su cúpula: sus líderes llevan en el poder casi cincuenta años. El que fuera primer secretario general en 1973, Brahim Gali, ostenta de nuevo el cargo tras la muerte en 2016 de la figura más importante en la historia de la organización y que pasó cuarenta años al frente, Mohamed Abdelaziz.

Esas críticas por la falta de voces han hecho surgir disidencias en el propio Polisario. El primero, Jat Chahid (‘Línea/Vía del Mártir’), apareció en la década del 2000 y derivó en la Iniciativa Saharaui para el Cambio (ISC) en noviembre de 2017, con el liderazgo de ex altos cargos y exmilitares del Polisario para ser una “corriente política organizada” dentro del propio Frente. Tres disidentes miembros de estos grupos fueron acusados de estar contratados por Marruecos para dinamitar la organización desde dentro, y en 2017 fueron detenidos y acusados de “incitación al desorden público, difamación y menoscabo a la integridad moral”. Tras varias semanas, salieron en libertad por intervención de Human Rights Watch y otros grupos de derechos humanos.

¿Por qué la ONU sigue considerando al Sáhara Occidental una colonia española?

A raíz de esos hechos, la ISC decidió abandonar el Polisario y creó en 2020 un grupo opositor, el Movimiento Saharaui por la Paz. Es el primer movimiento paralelo que cuestiona la legitimidad del representante tradicional de los saharauis. Sin embargo, aún no ha demostrado un respaldo multitudinario entre la población saharaui, frente a un Polisario con una capacidad de movilización popular muy superior, tanto dentro de los campos de refugiados como en la diáspora.

Pero la gran presión para el Frente Polisario ha venido desde dentro: ante la inacción y los escasos avances de la Minurso, el ala más joven del movimiento pide más dureza en la estrategia frente a Marruecos desde hace años. Su exigencia, al final, se materializó a finales de 2020 con la vuelta de los bombardeos al Sáhara Occidental.

El regreso a una guerra incierta

Después de tres décadas, Marruecos incumplió el alto el fuego en noviembre de 2020 al llevar a su ejército a una zona desmilitarizada en el paso fronterizo del Guerguerat para desmantelar una protesta saharaui. Como respuesta, el Frente Polisario volvió a declarar la guerra. Además de la violación del alto el fuego y de la presión interna en el Polisario, el conflicto se reactivó entonces porque la última resolución del 30 octubre de 2020 para prorrogar la Minurso no mencionaba el referéndum de autodeterminación.

El Frente ya ha anunciado que no volverá al alto el fuego sino hasta que la ONU fije una fecha para esa votación. Además, en sus últimas semanas al mando de Estados Unidos en diciembre de 2020, la Administración de Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Rabat reconociese a Israel. La maniobra se enmarcaba en la política exterior de Trump de asistir a su mayor aliado en Oriente Próximo. Aunque las negociaciones se desarrollaban en privado desde hacía meses, el reconocimiento se precipitó por la derrota del mandatario en las elecciones presidenciales contra Joe Biden un mes antes.

¿Qué pasaría si Estados Unidos reconociera el Sáhara como territorio marroquí?

Hasta ahora Biden ha mantenido el reconocimiento para evitar posibles tensiones con dos aliados como Israel y Marruecos. Pese a que la comunidad internacional continúa en la senda de promover un referéndum, las alianzas de Marruecos con Francia y Estados Unidos, ambos con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, estiran un conflicto que ha costado miles de vidas y desplazados. El futuro del Polisario, por tanto, pasa por que Washington vuelva a apoyar el referéndum.

Con cada día que pasa, Marruecos se asienta en el Sáhara Occidental y difumina una causa de escaso interés para la geopolítica global. Mientras tanto, el Frente Polisario lleva casi cincuenta años en el mismo punto: gestiona grandes campos de refugiados en medio del desierto y lucha contra un país con mayor capacidad armamentística y mejor posición diplomática. Además, cada vez le será más complicado mantener la estabilidad interna y frenar los posibles grupos opositores que surjan y la injerencia extranjera en el seno de la organización. El independentismo saharaui ha resistido desde que España atracó en sus costas y Marruecos cruzó sus fronteras, pero no ha sido suficiente para solucionar uno de los conflictos más longevos del mundo.

Historia del Frente Polisario, el movimiento de liberación del Sáhara Occidental fue publicado en El Orden Mundial - EOM.


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