Revista Ciclismo

Historias del Tour de Flandes: las Flandes de Merckx (III)

Por Rafael @merkabici
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El Tour de Flandes de 1977 seguramente sea la edición más legendaria de esta increíble carrera. Y seguramente lo sea porque se juntaron una serie de factores que la hicieron inolvidable, con tres titanes luchando de tú a tú. Tres titanes que, además, se odiaban fuera de la carretera. Dos flamencos puros como Maertens y De Vlaeminck y un flamenco de nacimiento y francófono de adopción como era Merckx.

En clave belga

En clave belga

Como siempre todo lo que ocurrió en esta carrera lo provocó este último. Era un Merckx crepuscular, que corría dirigido por el mítico Gemianini en el equipo francés Fiat y que en nada recordaba al Merckx dominador de principios de los setenta. Era un MErckx que encontraría el mayor calvario de su carrera meses después durante la etapa de Alpe d´Huez en el Tour. Pero era Merckx, al fin y al cabo.

Antes de De Ronde Merckx había pasado un invierno difícil, aquejado de mononucleosis. Por eso se autodescartaba para la victoria en Flandes, diciendo que tan sólo quería comprobar si podía llegar a los 200 kilómetros siendo competitivo. Por eso atacaba a más de 150 kilómetros para la meta y empezaba rápidamente a abrir hueco. Pero era Merckx, al fin y al cabo, y cuando Merckx atacaba un escalofrío recorría a todo el pelotón.

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Cuando los corredores brillaban en todos los terrenos

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Así que Merckx se lanza a lo que en cualquier otro corredor sería un movimiento de tanteo, un probarse a sí mismo. Pero claro, a esas distancias Merckx había ganado muchas carreras y sus piernas aun tenían el recuerdo de victorias épicas. Así que nadie se fía y menos que nadie los flamencos. Y los dos mejores entre ellos, los dos más en forma se lanzan a por el caníbal. Son Roger de Vlaeminck, el viejo archienemigo de Merckx, y Freddy Maertens, el joven archienemigo de Merckx. Pronto cazan al de Fiat y el trío empieza a hacer camino, metiendo minutadas al pelotón a través de un día de viento gélido aunque sin llegar a las condiciones extremas de otras ediciones.

Cuando se llega al Koppelberg Merckx ve cómo sus dos acompañantes lo dejan en la subida, y no se rinde, aprieta los dientes. Más tarde, en la cima del Muro Maertens cambia su bicicleta sin razón aparente, y un comisario se le acerca para decirle que está descalificado, que eso está prohibido. Entonces el viejo zorro de De Vlaeminck se le acerca y le dice que aguante unos kilómetros, que tire de él para distanciar definitiva a Merckx (que acabaría abandonando, seguramente sonriente al ver el desconcierto que había provocado). Y Maertens, menos sibilino, cae en la trampa de De Vlaeminck. Llegan juntos a la meta donde Maertens no esprinta y Roger de Vlaeminck gana su única De Ronde, convirtiéndose en el tercer y último hombre hasta la actualidad en ganar los cinco monumentos. Godefroot, otro flamenco, es tercero a más de cinco minutos, aunque aparecerá como segundo para la historia, al no contar Maertens.


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