Revista Cultura y Ocio

Hogueras

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Hogueras
En la Mancha hay un pueblo y en el pueblo una calle. La calle se llena de hogueras a las diez de la noche el 8 de diciembre.  En torno a las hogueras animadas figuras se agitan, con sus sombras danzando sobre las paredes. Es la noche de las hogueras en Palomares del Campo.
Los troncos de almendruco, los leños de olivo y algún tocón de encina arden poderosos crepitando sobre la gruesa plancha de hierro forjada en la herrería del pueblo. El espíritu del etanol de la madera tiene alma de llama. Arde la celulosa quemando su alma. Cuando el castillo de troncos se derrumba, una bandada de pavesas ascienden por el camino del humo.
Lo chiquillos echan un cubito de hielo a la hoguera y comentan asombrados: -¡No se enciende!, ¡No arde!...Y el hielo querría, solo por agradarlos, tornarse en llama.
La noche sigue entre risas y cantares. Cuando de los roncos sólo queda su esqueleto incandescente, sobreviene el jubiloso tormento de los embutidos y después la gustosa celebración de su martirio. Una sangre extraña, hecha de jugo vegetal, riega el banquete.  
La noche se hace vieja cuando las brasas se adormecen.

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