Revista Música

Hojeamos “La chica de las dudas infinitas”

Publicado el 08 febrero 2020 por Germanpri

Hojeamos “La chica de las dudas infinitas”

Hace ocho años, un grupo de Baeza llamado Supersubmarina sacó al mercado un álbum llamado "Santacruz", donde se encuentra una balada llamada De las dudas infinitas. A día de hoy, esta canción supera los 12.000.000 de reproducciones sólo entre Spotify y YouTube.

La historia del arte está llena de obras que inspiraron otras obras, o de títulos que tienen su origen en composiciones de terceros; un fenómeno que nada tiene que ver con el plagio pero sí con la intertextualidad. Es el caso de La chica de las dudas infinitas, un relato largo -o una novela breve- que narra la relación amorosa entre Laura y Alicia. Con lo de "de las dudas infinitas", podemos intuir que habrá algo de indie en el relato, de ahí que en la sinopsis se nos diga que "es una historia de amor con banda sonora incorporada". Second, Miss Caffeina, Ragdog o Love of Lesbian son otras de las bandas que aparecerán entre las páginas del libro (que ni se ha comercializado ni se prevé para el futuro, pero que existe tanto en formato físico como digital).

Original en argumento no es, pero si uno ha leído los clásicos, comprende que, con tantas historias de amor, el goce de leer las nuevas está en que estén bien escritas. No somos críticos literarios ni pretendemos serlo; pero ello no impide que, para cerrar el artículo, destapemos a fragmentos uno de los capítulos del libro. Adelante, lectores curiosos y críticos:

¿Cómo lo hace para que siempre suene tan bien todo lo que dice? Me encantan sus pasteladas y me encanta ella. Alicia está detrás de mí, justo donde me gusta, abrazándome, dándome ese calor que sólo ella puede dar. Me dejo querer, me dejo tocar, me dejo abrazar. Me dejo abrazar y caen al suelo, de un plumazo, todas las dudas y complejos. Son tan prescindibles ahora... Tan prescindibles como el jersey que está por quitarme o como la camisa que empieza a desabrocharse. Enseguida estaremos desnudas y, una vez más, admiraré esa capacidad suya para seducirme, esa habilidad para hacerme muy bien lo que me gusta y para demostrar que, además de deseo, siente algo muy parecido a lo que debe de ser el amor. Me gusta, me gusta mucho; porque donde otros hacen el amor, ella deshace dolor y recrea maravillas, como si realmente hubiera estado en ese país (de haber estado, ella tiene que ser la octava). Cómo me gusta el contraste del azabache de su pelo con las sábanas [...]. Y yo me dejo hacer, porque hace que pierdan importancia los percances de mi vida. Me gusta, me gusta mucho que me lo haga como si fueran a robarme y que después me tape con cuidado, como quien guarda su tesoro más preciado. Me gusta porque después de hacerlo me siento más guapa que nunca. Me gusta más que los cereales por la mañana, mucho más que la mermelada de arándanos. Me encanta, de hecho, y no sabe hasta qué punto porque nunca se lo he dicho [...].

Me gusta que desenrede todas mis inseguridades infinitas con sus caricias. Me gusta que adormezca mis dudas con besos (sin saberlo, me teje un chaleco anti-dudas) [...].

Me gusta porque con las cinco letras de gorda ella escribe Ragdog y en mi cabeza cantan "No tengo palabras para explicar las cosas que me han pasado contigo". Me gusta porque, después de hacer el amor, no hay rastro de monstruos bajo la cama, sólo de nuestra ropa dispersada. Me gusta tenerla encima porque corroboro que el cielo está arriba. Me gusta porque hizo que mandara a tomar por culo al príncipe azul que nunca llegaba. Me gusta que se cuele en el aleatorio de mi iPod con De doce a doce y cuarto, Lobos o Conocerte, o con cualquier otra canción que sienta que habla de ella. O de nosotras, porque ella me encanta, y me gusta gustarle, pero hay algo que me gusta todavía más (y que suena mejor si sale de su boca). "Sólo hay una cosa que me guste más que tú... Nosotras".


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