Revista Cultura y Ocio

Hollywood vuelve a poner su ojo anti-terrorista en la Triple Frontera

Publicado el 16 julio 2015 por María Bertoni
Hollywood vuelve a poner su ojo anti-terrorista en la Triple Frontera

Hace rato Hollywood quiere (de)mostrar que la Triple Frontera es un aguantadero de terroristas.

Por las dudas, que alguien les avise a Juan Palomino y a José Pablo Feinmann que Hollywood retomó la búsqueda de un director para Triple Frontera. Se trata del proyecto cinematográfico que Kathryn Bigelow y Mark Boal emprendieron años atrás y luego abandonaron, en principio por desajustes de producción que algunos atribuyeron -al menos en parte- a la polvareda que levantó la suerte de boycott impulsada por el actor y respaldada por el escritor.

A fines de junio Deadline informó que la Paramount Pictures estaba tentando a J.C Chandor para que aceptara filmar, ya no el guión original que escribió la célebre pareja, sino una versión (bastante) retocada por Will Smith y Tom Hanks. Aunque advirtió que la trama del largometraje es un misterio, el periodista Mike Fleming Jr. reveló que existe la intención de contar una historia relacionada con el “crimen organizado” que opera en la zona limítrofe entre Argentina, Brasil y Paraguay. También adelantó que son cinco los personajes protagónicos, y que los productores tienen en mente un título alternativo: Sleeping dogs (¿Perros durmiendo o Células dormidas?).

“Bigelow va a filmar su próxima película instalando la idea de que la Triple Frontera está llena de terroristas, y esa versión es tan auténtica como que hay armas de destrucción masiva en Irak”, ironizó Palomino en octubre de 2010 mientras charlaba con periodistas de Misiones sobre el rodaje en esa provincia de A la deriva de Fernando Pacheco. “A modo de respuesta -prosiguió- sería bueno crear un festival de cine latinoamericano donde se pueda hacer foros de debate y contraponer una mirada verdadera”.

El actor y su colega Daniel Valenzuela concretaron la ocurrencia en el transcurso de los siguientes años. Finalmente anunciaron la realización del festival en noviembre de 2013 (lo llamaron “Festival Internacional de Cine de Las Tres Fronteras”) y lo montaron en la Ciudad de Puerto Iguazú en octubre de 2014.

En la conferencia de prensa de presentación, Palomino aseguró que Bigelow había elegido la Triple Frontera para rodar parte de un largometraje sobre Osama Bin Laden. “Los hechos ocurridos en Pakistán iban a ser recreados en Ciudad del Este, cosa que finalmente no sucedió”, agregó.

En esa misma oportunidad, los organizadores del festival leyeron un comunicado que denunció el avasallamiento que “las identidades regionales manifestadas en el cine de nuestros países” sufren por parte de “las grandes potencias económicas y culturales”. De ahí la decisión de “contrarrestar esa arrolladora ocupación cultural” cuyo “único e insoslayable interés” es “colonizarnos por distintos medios”.

En febrero de 2013, es decir, mientras Palomino estaba dándole forma a su proyecto festivalero, Feinmann publicó en Página/12 el artículo “Bigelow en la Triple Frontera“. Allí el escritor describió esa zona limítrofe como una suerte de botín “codiciado desde hace tiempo por los halcones y las palomas del Imperio” y se explayó…:

Desde años atrás se viene sugiriendo (por usar una palabra suave) que se trata de un sinuoso, sórdido territorio de trata de blancas, prostitución y narcotráfico. De ahí a añadirle a ese cóctel explosivo terroristas hay un solo paso. Ese paso se dio. La Triple Frontera queda así estigmatizada como un abismo de la condición humana, una letrina moral, un espacio de aventuras innobles y -como todo ese tipo de aventuras- fascinantes.

Ésta es una de las excusas de la distinguida Kathryn Bigelow, célebre propagandista de la tortura a partir de su reciente film Zero Dark Thirty. Bigelow ya tiene el presupuesto para el film, que será costoso y difícil. Asombra la facilidad con que esta mujer consigue sus presupuestos, acaso porque sus fondos provienen de arcas insondables que se ponen a su disposición.

Entre lo que filmó en Zero Dark Thirty y la rapidez con que se armó este film y la necesariedad del mismo queda poco margen de duda para erosionar una certeza: Bigelow filma para las necesidades estratégicas de la CIA, que le proporciona gran parte del material bélico -sobre todo los dos enormes helicópteros futuristas- para llevar a cabo el film sobre Bin Laden”.

Feinmann especuló con la posibilidad de que Argentina o Paraguay (no así Brasil) negara los permisos necesarios para el rodaje. También imaginó que sería difícil frenar el film si “la poderosa Bigelow” se empeñaba en hacerlo. “Entonces se mostraría al mundo que cualquier intervención de EE.UU en ese sitio del Mal estaría justificada”.

Aunque escasas, las chances existieron: la Triple Frontera fue escenario de un festival de cine, no de la película de Kathryn. José Pablo fue invitado a hablar en la ceremonia de cierre. Antes, le dijo a la agencia Télam:

Todo cine es político, mal que les pese incluso a algunos realizadores… Al cine también se lo utiliza para realizar esta operación de inventar que ésta es una zona de terroristas, narcotraficantes y traficantes de personas, lo cual justificaría una invasión imperial para salvar al mundo del terror, cuando en realidad es para apropiarse del agua y de los recursos naturales”.

Aunque parecen definitivamente desvinculados del proyecto de Triple Frontier (así como de aquel otro inspirado en la historia del sargento Bowe Bergdahl), Bigelow y Boal se las ingeniaron para contar historias ambientadas al sur del Río Bravo. Mientras Kathryn se sumó al equipo de producción de Cartel land, Mark escribió por encargo de Sony la adaptación del videojuego Uncharted: el primero es un documental sobre los ciudadanos armados que en uno y otro lado de la frontera entre USA y México combaten -o dicen combatir- el narcotráfico; el segundo cuenta las desventuras de un caza-tesoros de nombre Nate Drake (en honor a Sir Francis) mientras busca El Dorado en tierra sudamericana.


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