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Homo deus (2016) de yuval noah harari. el sorprendente destino del hombre.

Publicado el 19 julio 2017 por Miguelmalaga
HOMO DEUS (2016) DE YUVAL NOAH HARARI. EL SORPRENDENTE DESTINO DEL HOMBRE.Cuando pensamos en el futuro de la Humanidad en las próximas décadas o siglos - un futuro cuyas bases empezamos a conocer en los días presentes - no es extraño sentir a la vez vértigo y fascinación. Es indudable que el progreso humano, basado en el conocimiento científico, es un tsunami imparable que va cambiando sutilmente la sociedad día tras día. Hace veinte años era difícil prever el impacto que tendría internet en nuestras vidas y en nuestra privacidad. Hoy se acepta como algo natural lo que por aquel entonces nos hubiera parecido una auténtica locura: exponer nuestra privacidad a coste cero. Nuestros datos personales, nuestras compras y hábitos de vida se han convertido en la mercancía más valiosa de estos tiempos. Y con esta base tan sencilla, se va construyendo el futuro.
Homo Deus se presenta como la continuación natural de ese magnífico ensayo superventas que fue Sapiens. Después de haber contado nuestro pasado y presente, Harari se aventura a guiarnos hacia nuestro posible destino. Por supuesto, sus conclusiones, como él mismo admite, podrían estar equivocadas, pero es indudable que existe cierta lógica en su exposición. Tradicionalmente los grandes enemigos de la Humanidad han sido el hambre, la peste y la guerra. Harari comienza su ensayo con palabras muy optimistas al respecto: a pesar de lo que podamos pensar, vivimos en el mejor momento de la historia (lo cual no quiere decir que no nos enfrentemos a retos gigantescos y que el peligro de destrucción del planeta siga siendo cierto). Pero por primera vez podemos decir que hay más muertes por obesidad que por desnutrición, que la guerra ya no es el principal método de resolución de conflictos y que muchas de las enfermedades que nos atenazaban, han sido erradicadas, por lo que la esperanza de vida es cada vez mayor. Partiendo de esta base, el escritor predice cuáles van a ser los objetivos de la Humanidad a medio plazo: la inmortalidad, la dicha y la divinidad.
Si Homo Sapiens acabó dominando prácticamente todos los recursos del planeta y sintiéndose infinitamente superior al resto de seres vivos que lo pueblan es porque el brote de inteligencia que surgió de la plasticidad de su cerebro le permitió poco a poco ir cooperando cada vez a mayor escala con sus semejantes. Dicha cooperación le permitió llegar a objetivos jamás soñados, incluso a explorar otros planetas. La Historia ha sido, entre otras muchas otras cosas, una gran lucha ideológica que acabaron ganando el capitalismo y el liberalismo como doctrinas menos imperfectas, que establecen el marco para un progreso más rápido de la Humanidad, aunque la otra cara de la moneda sean las profundas desigualdades que va dejando en su camino. Estas creencias conforman nuestra actual red de sentido, unas formas de vida que creemos inamovibles. Pero la Historia demuestra que nuestros ídolos ideológicos pueden caer tarde o temprano (quien iba a decir a los españoles del siglo XVI que algún día la religión ocuparía un lugar marginal en nuestras vidas):
"Así es como se desarrolla la historia. La gente teje una red de sentido, cree en ella con todo su corazón, pero más pronto o más tarde la red se desenmaraña, y cuando miramos atrás, no podemos entender cómo nadie pudo haberla tomado en serio." 
El futuro seguramente cambiará los relatos que sostienen nuestra existencia y los cambiará por otros que se adaptarán mejor a las nuevas realidades. Y lo que viene es un interés inusitado en el funcionamiento del hombre. Todavía sabemos muy poco de cómo toma sus decisiones el cerebro, pero los investigadores han llegado a la conclusión que captar la esencia última de nuestro ser es una tarea imposible, ya que no somos una única esencia, sino muchas y es la conciencia la que establece la ficción que de que somos uno y que tomamos nuestras decisiones en libertad. Quizá la angustia existencial, la falta de certezas del hombre una vez que ha abandonado los dogmas religiosos, pueda curarse con una exploración profunda de nosotros mismos, aunque al final no nos guste todo lo que encontremos por el camino. Las claves estarán en la conectividad profunda y en las mejoras de nuestro cuerpo a través de la fusión de hombres y máquinas:
"Los principales productos del siglo XXI serán cuerpos, cerebros y mentes, y la brecha entre los que saben cómo modificar cuerpos y cerebro y los que no será mucho mayor que la que existió entre la Gran Bretaña de Dickens y el Sudán del Mahdi."
Y lo que es aún más alarmante:
"Algunos economistas predicen que, más pronto o más tarde, los humanos no mejorados serán completamente inútiles. Mientras que robots e impresoras tridimensionales sustituyen a los trabajadores en tareas manuales como fabricar camisas, algoritmos muy inteligentes harán lo mismo con las ocupaciones administrativas."
Al final, casi todas las profesiones van a estar en peligro. Si poderosísmos algoritmos, capaces de actualizarse todos los días con millones de nuevos datos pueden ejercer la medicina o la abogacía de forma infinitamente más eficaz que un ser humano, ¿dónde quedaremos nosotros? ¿Esto será en nuestro beneficio o al final quedaremos marginados por formas de vida mucho más eficientes? Nos encontramos en los albores de un nuevo mundo que superará las tesis liberales y capitalistas y se centrará en una nueva ideología - o religión - : el tecnohumanismo, una doctrina que abogará por la reconexión de nuestros cerebros en una red casi infinita de datos y conocimiento. 
El movimiento más radical del tecnohumanismo, el dataísmo (que no dadaísmo), habla ya de superar nuestras limitaciones sentimientales y empezar a ser humano de maneras distintas y totalmente insospechadas, conectándose de manera permanente al flujo de información, que es el verdadero poder que nos permitirá hacernos amos del universo. Los primeros pasos en este sentido se están dando ya: el desarrollo del Internet de las cosas y del Big Data acabarán haciendo que Google y Facebook acaben conociéndonos mucho mejor que nosotros mismos, por lo que acabaremos cediéndoles la decisión de los pasos más trascendentales de nuestra vida (y lo más escalofriante es que decidirán con acierto pleno al respecto). ¿Llegaremos a experimentar esta revolución? ¿qué debates éticos tendremos que afrontar? Los próximos años serán decisivos al respecto.

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