Revista Opinión

Honrar la memoria de quienes dieron su vida por la democracia

Publicado el 03 abril 2018 por Msnoferini

Que difícil se hace hablar bien de un país que a nivel institucional es incapaz de honrar la memoria de todas y todos aquellos que murieron defendiéndolo de golpistas y fascistas, y se niega sitemáticamente a respetar y cumplir con la ley de Memoria Histórica. Esa desgraciadamente es la España del Partido Popular, según parece la de esos que se hacen llamar Ciudadanos, y aunque resulte increíble también lo fue durante algunos años la de aquellos que estuvieron al frente del gobierno español formando parte de un partido que se hacía llamar (y se sigue llamando) “socialista”  -pues no olvidemos lo poco que hicieron los primeros gobiernos del PSOE por recuperar y dignificar la memoria de quienes se dejaron la vida o unos cuantos años defendiendo la legitimidad de una República y unos gobiernos que por muchos errores que se pudieran haber cometido fueron legítimamente electos por el pueblo-.

Cuántas veces hemos oído a representantes políticos desentenderse de la Ley de Memoria Histórica, bajo el pretexto de la conveniencia de no remover el pasado. Pero claro ellos no tienen a sus muertos enterrados en cunetas, y parecen querer olvidar que durante 40 años se enalteció a los muertos y combatientes del bando golpista (que en no pocos casos se corresponden con sus muertos) en esa atroz guerra civil que destrozó y dividió a este país.

Soy del parecer, como seguramente no pocas personas, que no se podrán cerrar viejas heridas y superar nuestro doloroso pasado hasta que no se recupere la memoria histórica, de una manera totalmente objetiva, y los descendientes de todos aquellos que murieron y/o fueron castigados y esclavizados puedan ver honrados a sus padres y abuelos.

Sigue siendo motivo de vergüenza que los vencedores, los poderosos vencedores, sigan imponiendo de la mano de sus hijos y descendientes su voluntad; y mientras haya quien presume de no haber invertido un solo euro en hacer cumplir una ley tan necesaria y justa como la de Memoria Histórica y por contra se financie a una fundación con el nombre del cruel dictador que se impuso por las armas y tiranizó este país durante 40 años.

Hay un dato que cuando se habla del golpe de estado de julio del 36 se omite y que es realmente importante de destacar para poder entender qué o quién movió a buena parte del ejército a perpetrar ese golpe de estado y porque un gobierno supuestamente democrático sigue sin querer condenar a los golpistas y resarcir a quienes defendieron la democracia, tal vez imperfecta, pero tan imperfecta como lo puede ser la actual.

Honrar la memoria de quienes dieron su vida por la democracia

Juan March, importante empresario, banquero y contrabandista que apoyó el golpe de estado del 36.

El golpe de estado contra la República fue perpetrado, como es bien sabido, por una parte importante del ejército, el cual contó con el apoyo de la alta jerarquía eclesiástica del estado español, al margen de los totalitarismos italiano y alemán (fascismo y nazismo); pero no debemos olvidar que tras la planificación de dicho alzamiento también se hallaban todos aquellos que veían peligrar su poder y dinero con el empoderamiento de la clase obrera a través de los pujantes sindicatos de clase y ciertos partidos políticos, e incluso podían perder algunas de sus importantes empresas en sectores estratégicos, ante una posible estatalización de las mismas. Empresas y empresarios que ahogaron las reivindicaciones y sueños de la clase obrera y en no pocos casos consiguieron un importante trato de favor durante la dictadura e incluso se les facilitó el uso de mano obrera esclava*, puesta a su disposición por el nuevo gobierno de la dictadura, procedente de ese amplio contingente de excombatientes republicanos que debían purgar con trabajo forzado su grave delito y pecado de haber apoyado con las armas el legítimo gobierno de Negrín y la República.

Nunca olvidemos que todas o casi todas las guerras, y la civil española no fue una excepción, vienen motivadas y potenciadas por los poderosos intereses de eso que hemos venido a llamar “El Capital”. Tras cualquier conflicto armado, desde los albores de los tiempos, siempre han estado -y estarán- aquellos a quienes poco les importaban los muertos y la destrucción, y sí el beneficio que les podía reportar. Grandes poderes empresariales y económicos que tal como financian una guerra o facción en conflicto te financian un partido político en un régimen supuestamente democrático. Así es este imperfecto y mercantil mundo en el que vivimos, o al menos así es como este servidor lo ve.

MSNoferini

*Los esclavos de Franco, de Rafael Torres (Ed. Oberon)


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