Revista Cultura y Ocio

Hoplitas, yunques del mediterráneo

Por Selva Del Olvido
Hoplitas, yunques del mediterráneo
Cuando pensamos en Grecia, pensamos en togas, el partenón, en filosofía, estatuas de mármol, pero también en hoplitas. Los hoplitas fueron feroces guerreros que impusieron su ley en el Mediterráneo Oriental y Occidental y sobre todo, que dejaron parte de su legado a Roma, quien lo perfeccionó y lo convirtió en un arma mortífera que conquistó toda Europa. El origen de todo esto, se encuentra en la Grecia arcaica.
Un hoplita es básicamente un ciudadano soldado, alguien que es capaz de pagarse su propio su armamento para participar en la guerra. La participación en ella daba derechos de participación política en la Asamblea. Según el ideal de ciudadano de una polis al uso, aquel que podía participar en la guerra solía ser el campesino propietario, lo que significaba aproximadamente un tercio de la población de la ciudad.
 Hay que tener en cuenta que en la antigüedad griega, la polis era la unión del campo y la ciudad, a separación del mundo agrícola del urbano no se produjo hasta la Revolución Industrial. Es más son las masas que viven en el núcleo ciudadano propiamente dicho quienes no pueden participar en la guerra. Artesanos y comerciantes estaban considerados por debajo del campesinado y los jornaleros vivían a medio camino entre la esclavitud provocada por la clientela y el trabajo diario para ganar el pan. Una ciudad como Atenas podía presentar fácilmente un ejercito de más de ocho mil hombres sin que supusiera un colapso de su fuente de aprovechamiento de recursos.Sin embargo la tendencia de la nobleza a acaparar tierra, y el endeudamiento del campesinado medio para convertirse en fuerza de trabajo urbana, va a crear un conflicto social, la stasis en el seno de la polis. El sistema hoplítico era por todo guerra, política y sociedad.
También era una manera de vivir. Los hoplitas buscaban la areté, la excelencia propia de los aristócratas y nobles, la gloria. Los versos de la Iliada de Homero, no son solo un entretenimiento lírico, son también una exhortación a la guerra, a la lucha heroica, a la emulación de los héroes que habían fundado sus ciudades. Esto tiene dos importantes vertientes, por una parte justifica el mal por el bien común y por otra parte integra a los hombres dentro del seno de la comunidad, y la comunidad se encuentra regida por el nomos, la ley. En otras palabras, la instauración del sistema hoplítico es la llave de la democracia.
En términos militares el hoplita  es un guerrero armado con grebas de bronce, un coselete también de bronce y un casco con cimera. El escudo es circular y convexo, de madera, con los bordes de bronce o con una lámina del mismo material que lo recubre. Sus armas solían ser una lanza larga, para picar, aunque en su origen se llevan dos lanzas largas del mismo tamaño, pequeñas reminiscencias de cuando la lucha se realizaba por medio de campeones montados en carro. Acompañando a las lanzas una espada, para las situaciones comprometidas. Este armamento se entiende en el seno de una formación de carácter cerrado. por filas, de cuatro a ocho, dividida en brigadas que entrenaban en conjunto. El escudo largo cubría de muslo a cuello, y en el interior dos asas, una para la mano y otra para el antebrazo, lo que nos indica que la posición del escudo más que como arma defensiva móvil, era un elemento de empuje, por ello los muslos del hoplita no van protegidos, ya que el escudo resbalaría.
 La literatura griega nos deja frecuentes descripciones sobre la violencia de las cargas y las heridas en cuello y muslos que sufrían los hoplitas de vanguardia al apoyar el peso de la carga en esas partes del cuerpo. Las filas traseras se dedicaban a pinchar a los enemigos mientras se ven empujados desde atrás por la retaguardia, para asegurar el avance continuo y rellenar los huecos de los caídos, para que la falange no se desarmara por los flancos, donde era más débil. En el mundo griego la ausencia de caballería pesada permitía proteger los flancos con la presión de las filas traseras. Los romanos con la misma panoplia guerrera, lo solucionaran con la formación de legión y con un armamento de menor alcance pero más maniobrable.
Esta guerra de empuje, pese a ser violenta, no dejaba masacres ni aniquilaciones ya que una vez desarbolada la formación contraria, el equipo del hoplita impedía una persecución del contrario, y tampoco había una caballería que rematase el trabajo. Además, las guerras solían ser en verano, cuando no había faena en el campo, ya que recordemos los ejércitos estaban compuestos por campesinos en su mayoría. El calor hacía mella en unos soldados que empujaban continuamente contra otra pared de escudos, llevando una placa de bronce  en el pecho.
Tanto el casco como el coselete, son de origen oriental. Posiblemente los griegos tomaran estos elementos "prestados" de las culturas próximo orientales más influenciadas por el mundo asirio, y lo transmitieran a la Hélade a partir del siglo IX a.C. en los viajes precolonizadores, asentándose el uso en el siglo VIII- VII.
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