Revista Cocina

¡Hora de la merienda! Galletas de miel y chía

Por Bouquetgarni
En los últimos tiempos, algunas semillas ancestrales fueron (digamos así) redescubiertas para el común de los humanos. Entonces, con mayor facilidad que hace algunos años, encontramos en dietéticas, supermercados y negocios del rubro, semillas o harinas "nuevas". Bueno, hoy te propongo una receta divertida, que te va a llevar muy poco tiempo y que te llenará de elogios con una de esas nuevas semillas, transformada en harina.
Sí, hoy la receta viene de chía, pero, específicamente, de harina de chía. Rica en propiedades alimenticias: representa la fuente vegetal con mayor concentración de aceites Omega 3 y 6 que ayudan a disminuir el colesterol, proteger nuestro corazón y mejorar nuestros sistemas nervioso e inmunológico. Como si con esto no alcanzara, también tiene vitaminas del grupo B, calcio, hierro, fósforo, potasio y magnesio.
¡Muy bien! Entendiste que hay que utilizarla en tus preparaciones porque son muy, pero muy sanas. Ahora las preguntas son dónde, cómo, con qué...
Bueno, esta receta es una buena manera de empezar a trabajar con estas semillas y harinas. Entonces, me dejo de dar vueltas y arranco con la preparación.
Con estas cantidades te van a salir unas 50 ó 60 galletas de unos 6 centímetros de diámetro (porque ése es el cortante que utilicé). Si te parecen muchas, empleá la mitad de ingredientes. Si tenés ganas de compartir (no conozco quién se les resista) y darles de probar a la profe del gimnasio, a las chicas de cerámica, al portero del colegio de los chicos... prepará esta cantidad y después me contás a cerca de toooooodos los elogios que recibiste.
Encendé el horno y dejalo precalentando a unos 200 C°. Ahora sí, ya estás lista para empezar.
En un bol tamizá 350 gramos de harina leudante con 1 cucharadita de bicarbonato de sodio (hará que tus galletas engorden un poquito y se vuelvan muy crujientes). Después, añadile 50 gramos de harina de chía y mezclá muy bien.
En otro bol, batí 5 cucharadas bien copetonas y abundantes de miel (si es orgánica, mejor. Algo sobre la miel: ayuda a asimilar el calcio y nos protege de la anemia porque contribuye en la multiplicación de los glóbulos rojos) con 200 gramos de azúcar integral (si no tenés, podés emplear azúcar común) y 1 pocillo de aceite neutro (de maíz o girasol). Agregá 3 yemas de huevo, una cucharadita de extracto de vainilla y la ralladura de una naranja bien perfumada. Incorporá muy bien y añadí los elementos secos. Con un cornet integrá muy bien la preparación que quedará con una textura quebradiza y húmeda.
¡Hora de la merienda! Galletas de miel y chía
Sobre la mesa de trabajo, espolvoreá una lluvia de harina y dale un baño de harina también a tu palote. Con él, estirá la masa por porciones hasta dejarlas de algunos milímetros de espesor. Con el cortante elegido, cortá las galletas y disponelas sobre placa para horno enmantecada (o enmargarinada) y enharinada. Espolvoreales una lluvia muy fina de azúcar antes de llevarlas a un horno de 180° C por unos 10 minutos, o hasta que estén dorados los bordes. Las sacás, las dejás enfriar sobre una rejilla y las servís con azúcar impalpable por encima (si no quisiste ponerles azúcar antes de hornearlas) o así como están porque son deliciosas de cualquier manera.
¡Hora de la merienda! Galletas de miel y chía
Ahora sí, podés preparar paquetitos y regalarles a tus amigas. Podés servirlas con el té de la tarde. Podés disfrutarlas en cualquier momento del día. Podés dárselas a tus hijos para el recreo del colegio... Podés hacer un montón de cosas con estas crujientes, suaves, perfumadas, aromáticas, sanas, nutritivas y deliciosas galletas.
¡Hora de la merienda! Galletas de miel y chía
Disfrutalas y hacé que otros también las disfruten.
¡Hasta la próxima receta!

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