Revista Cultura y Ocio

Horrores de la Segunda Guerra Mundial: Fosas Ardeatinas

Por Liber
Horrores de la Segunda Guerra Mundial: Fosas Ardeatinas

El de 10 de junio de 1940, Italia entra en la Segunda Guerra Mundial como potencia del Eje bajo el gobierno fascista de Benito Mussolini.

Tres años después, en julio de 1943, tras la invasión aliada de Sicilia y la moción de censura contra Mussolini aprobada en el encuentro del Gran Consejo Fascista del 25 de julio de ese mismo año, el rey Víctor Emanuel III hizo arrestar al Duce y designó un gobierno de emergencia liderado por el mariscal Pietro Badoglio.

Bodoglio acordó un alto el fuego con los Aliados el 3 de septiembre de 1943 y anunció la rendición de Italia tan solo cinco días después.

Varios días después de la rendición italiana, una unidad de comandos alemanes capitaneados por el Obersturmbannführer de las SS Otto Skorzeny, alias Caracortada, liberó a Mussolini y le ayudó a crear un estado marioneta fascista, conocido como República de Saló (oficialmente Repubblica Sociale Italiana - República Social Italiana).

Las fuerzas de ocupación germanas ocuparon gran parte del norte italiano y, junto a tropas fascistas italianas leales, combatieron a las unidades aliadas y a los partisanos de la Resistencia Italiana hasta que capitularon el 2 de mayo de 1945.

El atentado de la resistencia

El 23 de marzo de 1944 (el día en el que se celebraba el vigésimo quinto aniversario de la fundación de Movimiento Fascista de Mussolini), 17 miembros de una célula de la resistencia pertenecientes a los Grupos de Acción Patriótica ( Gruppi d'Azione Patriotica, GAP), liderados por Rosario Bentivegna, hicieron estallar una bomba cerca de un grupo de policías que bajaban por la Via Rasella en la Roma ocupada.

Los operativos de la Resistencia, con vínculos con el movimiento comunista clandestino, lograron confundirse entre la multitud de curiosos y evitaron en gran parte su captura. La unidad de policía atacada, un batallón de la 11.ª Compañía del Regimiento Policial Bozen, estaba principalmente formada por policías germanoparlantes del sur del Tirol, anexionado por Italia (en detrimento de Austria) mediante el Tratado de Saint-Germain-en-Laye en 1919 y reanexionado por las autoridades de ocupación alemanas en 1943.

Veintiocho oficiales de policía fallecieron en el acto. La cifra final de fallecidos subió hasta los cuarenta y dos policías, con bajas adicionales entre los viandantes que se hallaban próximos al lugar del atentado.

En la tarde del 23 de marzo, el comandante del Sicherheitsdienst (Servicio de Inteligencia de las SS) destinado en Roma, el teniente coronel de las SS Herbet Kappler, y el teniente general Kurt Mälzer, comandante de la Wehrmacht en Roma, recomendaron llevar a cabo una acción de represalia: se ejecutarían diez civiles italianos por cada policía fallecido en el atentado de la Via Rasella. El coronel general Eberhard von Mackensen, comandante del 14.º Ejército, con jurisprudencia en Roma, aprobó la propuesta.

Se comentó que el propio Adolf Hitler habría pedido la destrucción de la ciudad de Roma tras enterarse de las noticias del atentado. Los acusados de la masacre juzgados tras la Segunda Guerra Mundial argumentaron que Hitler había respaldado en última instancia el plan de represalia de Mälzer y Kappler.

Hay pruebas, no obstante, que indican que Hitler habría perdido prontamente el interés por este tema, dejándole la responsabilidad final al coronal general Alfred Jodl, del Alto Mando de la Wehrmacht (OKW). Fuera cual fuera el nivel de implicación real de Adolf Hitler, el mariscal de campo (Generalfeldmarschall) Albert Kesselring, habría interpretado finalmente la reacción inicial de Hitler como un visto bueno que autorizaba la implementación de la operación de castigo.

Las víctimas de las Fosas Ardeatinas

Al día siguiente, el 24 de marzo de 1944, efectivos procedentes de las sedes de la SiPo y del SD en Roma, liderados por el recientemente fallecido capitán de las SS Erich Priebke y el también capitán de las SS Karl Hass, reunieron a 355 civiles varones italianos cerca de unas fosas situadas en las afueras de Roma en la Via Ardeatina. Las Fosas Ardeatinas eran antiguos vestigios de catacumbas cristianas y fueron útiles para llevar a cabo las ejecuciones en secreto, pudiéndose posteriormente ocultar los cadáveres con suma facilidad.

Hass y Priebke habían recibido la orden de seleccionar a las víctimas de entre una lista de prisioneros que ya habían sido condenados a muerte. Lo cierto es que hubo que ampliar la lista incluyendo civiles dado que no había suficientes condenados para cumplir con la cuota exigida de 330 ejecuciones.

Por lo tanto, los oficiales de la SiPo (Policía de Seguridad) tuvieron que añadir en la lista a prisioneros no condenados a muerte, en muchos casos condenados por motivos políticos. También se incluyeron a 57 prisioneros judíos. Para redondear el cupo, se detuvieron también civiles en las calles de Roma: el mayor era ya septagenario, el menor tenía tan solo 15 años.

Cabe destacar que una vez reunido en las Fosas Ardeatinas el grupo de condenados, Priebke y Hass se dieron cuenta de que habían excedido sin darse cuenta el cupo en 5 personas (335 en vez de las 330 indicadas en la orden). Decidieron matarlos también ya que temieron que el secretismo de la operación pudiera verse comprometido con la liberación de 5 condenados.

Las ejecuciones de las Fosas Ardeatinas

Los condenados a muerte iban entrando en las Fosas Ardeatinas con las manos atadas a la espalda. Priebke y Hass decidieron que sería mejor un tiro certero individual que un pelotón de fusilamiento. De esta manera se ahorraría tanto munición como tiempo.

Los prisioneros eran ejecutados en tandas de 5, de rodillas, con un tiro en la nuca. Para conservar espacio, los oficiales de policía alemanes no dudaban en obligar a los reos a arrodillarse encima de los cadáveres aún calientes de sus compatriotas previamente ejecutados.

Después de las ejecuciones, Priebke y Hass ordenaron a los ingenieros que sellaran la entrada de las Fosas Ardeatinas mediante la detonación de explosivos. De esa manera, se garantizaba tanto el secretismo como la certeza de que ningún moribundo podría sobrevivir a la masacre.

Los juicios tras la Segunda Guerra Mundial

Después de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades aliadas procesaron judicialmente a los responsables de la masacre de las Fosas Ardeatinas.

En 1945, un tribunal militar alemán emitió veredictos de culpabilidad para el general von Mackensen y el general Mälzer, por su papel decisivo en la masacre, y se les condenó a la pena capital. Ambos lograron apelar con éxito y reducir sus sentencias. Von Mackensen fue liberado en 1952. Mälzer falleció en prisión en ese mismo año.

En 1947, un tribunal británico en Venecia condenó al mariscal de campo Kesselring a muerte por las ejecuciones y por la incitación al asesinato de civiles. No obstante, en 1952, Kesselring fue indultado.

En 1948, un tribunal militar italiano sentenció a Herber Kappler a cadena perpetua por su papel en los asesinatos. En 1977, la esposa de Kappler consiguió trasladar a su marido, diagnosticado con un cáncer terminal, de un hospital carcelario romano a Alemania. Las autoridades de la República Federal Alemana (RFA) se negaron a extraditar a Kappler so pretexto de su frágil salud y falleció "en casa" al año siguiente.

Erich Priebke pasó los primeros meses de posguerra bajo custodia británica y consiguió huir posteriormente a Argentina, con la ayuda del Grupo ODESSA ( Organisation der ehemaligen SS-Angehörigen - Organización de Antiguos Miembros de las SS), y vivió allí libremente durante 50 años. En una entrevista de televisión de 1994, Priebke habló abiertamente de su implicación en la masacre de las Fosas Ardeatinas, mostrando poco remordimiento por su comportamiento.

La indignación posterior tanto de las autoridades italianas como argentinas se tradujo en una reapertura del expediente de Priebke y de Hass. En 1995, las autoridades judiciales italianas y alemanas cooperaron para facilitar la extradición de Erich Priebke a Italia. El tribunal militar encargado de juzgarle en 1996 determinó que no podía proceder por que los delitos de Priebke ya habían prescrito.

El Tribunal Supremo de Italia revocó la sentencia y fijó un nuevo juicio para Priebke, en el que se le condenó a una pena de cadena perpetua. Dado que ya tenía una edad avanzada y de arreglo con la legislación vigente italiana, logró evadir la cárcel y cumplir la pena bajo arresto domiciliario.

Finalmente, Erich Priebke falleció el pasado 11 de octubre de 2013, a los 100 años de edad. Cabe destacar que nadie quiso hacerse cargo del entierro de uno de los últimos nazis de nuestra época.


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