Revista Viajes

Hotel Don Pío (MADRID)

Por Candreu

HOTEL DON PIO (MADRID)
HOTEL DON PIO (****)
Pio XII, 25
28016 Madrid, Spain
Telf: 913.530.780
www.hoteldonpio.com
Habitación: 201
Fecha de Entrada: 18/08/2010
Tarifa: 110€ (Sólo alojamiento)
Convenientemente localizado en el Barrio de Chamartín, frente a una parada de Metro, y un enorme centro comercial, a un paso de las principales salidas de la ciudad por el norte, encontramos este coqueto hotel. Externamente el edificio resulta bastante insulso. Estrecho, largo y de tan sólo tres alturas, como casi todos los edificios que le rodean. La acera de la Avenida Pío XII se ensancha para acercarnos hasta la puerta encuadrada en un pórtico de granito blanco sobre el que se lee, en sosas letras rojas, "Hotel".
Tras la puerta una pequeña recepción situada sobre una mullidísima moqueta color rosa. A la izquierda el mostrador, a la derecha la escalera y el ascensor y de frente una puerta de cristal que nos separa del patio central al que se abren los pasillos de las habitaciones y que aloja la cafetería y una zona con sofás y mesas que invitan a la lectura y a la tertulia.
En el mostrador el trato es frío y distante. Perfectamente sustituible por una máquina. Ni siquiera se levantan de la silla a la llegada. El único movimiento en la recepción es para acercarnos el bonito llavero de borlón en tonos granates del que cuelga la llave de la habitación. Pocas palabras más. Al menos ni siquiera nos han pedido la documentación. Un mozo toma nuestro equipaje y nos invita a pasar al correcto y bien cuidado ascensor. Cuando llegamos a la segunda planta, él ya nos está esperando en la puerta de la habitación.
La puerta se abre con un profundo chirrido, prueba de que falta algo de aceite en las bisagras de la puerta, debido seguramente a la falta de mantenimiento general que notamos en todo el hotel. Tras la puerta se abre una amplia estancia de planta casi cuadrada. El suelo es de madera oscura bastante bien cuidada. Las paredes pintadas en un amarillo muy tenue y el techo, con moldura de escayola, en blanco. El clasicismo de esos colores y formas hace juego con el corte clásico de los muebles.
Junto a la puerta un escritorio con televisión de plasma y un minibar empotrado en un armario bajo. No hay ningún enchufe cercano ni accesible para enchufar el ordenador, aunque el wifi es gratuito y libre. Frente a la puerta destaca un pequeño y curvo mirador con un enorme ventanal que se abre sobre el pórtico de entrada. El foscurit está destrozado además de ser escaso y corto, igual que el visillo y la cortina final, de color rojo, bastante raída. El resultado final es que en cuanto aparecen los primeros rayos de sol, la habitación se llena de luz. La ventana de aluminio cierra bien, pero su insonorización resulta escasa para el pesado tráfico mañanero de una de las principales vías de acceso a Madrid. El alféizar interior de la ventana presenta severos restos de humedad, posiblemente el agua de alguna tormenta se coló por la ventana abierta. Bajo la ventana una mesa redonda con dos enormes butacas y una lámpara de lectura.
A la izquierda de la puerta encontramos la cama. Demasiado ancha para ser individual, pero demasiado estrecha para ser doble. En cualquier caso una largura de 1.90 no es de recibo en un hotel de cuatro estrellas. Vestida con una correcta lencería en blanco, sin más pretensiones, y cubierta por una colcha en tonos amarillos a juego con el clasicismo que impregna todo. El colchón no destaca ni por bueno ni por malo. Simplemente correcto. La cama termina en un entelado cabecero color ocre remarcado en madera oscura. A ambos lados de la cama se presentan mesillas con una lámpara de noche con pantalla color crema. No hay enchufes disponibles. Es necesario desenchufar la lámpara para poder cargar el móvil...
A los pies de la cama, una mullida y sucia alfombra oculta inexplicablemente el precioso suelo de madera. Frente a ella dos puertas chirriantes de madera, cristal y tela albergan el armario. De tamaño correcto y perfectamente vestido, aunque con esas incómodas perchas antirobo. Dentro del armario encontramos además una gamuza limpiazapatos, un costurero y las instrucciones de lavandería.
Aunque el hotel es pequeño y su ambiente es muy tranquilo los ruidos en la noche llegan a molestar el descanso. Se oyen demasiado las cañerías y las puertas cercanas, aunque no la habitación contigua. A partir de las 8 de la mañana, el hilo musical del pasillo se cuela por las rendijas de la puerta.
El baño resulta pequeño para un hotel de esa categoría. Suelo y paredes blancas de mármol. Lo mejor, una ventana con vistas a la calle cubierta por una cortina con el logo del hotel. El lavabo se enmarca en una encimera bastante pequeña, insuficiente para desplegar algo más que el cepillo de dientes, la pasta, colonia y desodorante. Junto a la ventana el inodoro, y en el alféizar de la ventana una cesta de mimbre cubierta por una curiosa tela de ganchillo que recoge el set de cortesía, bastante completo: gel, champú, set de afeitado y dental, kleenex, gorro de ducha, peine y una pastilla de jabón de glicerina... todo ello embolsado en bolsas de papel plastificado con el logo del hotel y de cierto toque anticuado.
La bañera, algo pequeña, dispone de un sistema de hidromasaje y la ducha es moderna con alcachofa de efecto ducha. Tanto la temperatura como la presión son adecuadas, pero a los cinco minutos de ducha la presión desaparece durante unos segundos y pronto vuelve a aparecer. Las toallas, siguiendo la línea de la ropa de cama, son correctas sin más.
Por la mañana en recepción el trato es igual de distante que en la llegada. La inevitable pregunta sobre el minibar y un escueto adiós.
Calidad/precio: 6
Servicio: 6.5
Habitación: 6.5
Baño: 7
Estado conservación: 5
Valoración General: 6.5


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