Revista Comunicación

Huevos con amor

Publicado el 26 enero 2016 por Universo De A @UniversodeA

“Hay nobles que son como las patatas, todo lo bueno que tienen… está bajo tierra”

Huevos con amor

Sinopsis y ficha técnica

Autor: Ramón Paso.
Dirección: Mariano de Paco.
Con: Paloma Paso Jardiel.

Enrique Jardiel Poncela es uno de los nombres más importantes del panorama teatral español, siendo Paloma Paso Jardiel y Ramón Paso la continuación viva de su forma de hacer y de entender el teatro. De manera que este monólogo se convierte en una ocasión única, aunque sólo fuese por la curiosidad, de comprobar cómo ha evolucionado el teatro de este gran autor.

Huevos con amor es un monólogo cómico, fresco y original, que parte de una situación reconocible para los espectadores – ¿quién no ha  dicho nunca, ¡no puedo más, no lo aguanto! – y ahonda con mucho humor en lo hermoso que hay en la vida. Esta comedia , siendo gamberra y desenfadada, deja en la boca de los espectadores un sabor dulce, por cómo se combinan las risas con la ternura, de igual forma que hacía Jardiel en sus piezas. Y, además, el formato con humor – un monólogo confesado al público – convierte la pieza en algo muy identificable, en algo que toca de cerca. La esencia de la pieza es Carmela, una mujer igual que todas las demás, pero en gracioso, contándote su vida…contándotela como si sólo lo hiciese para ti y de una manera llena de humor, disparate, ternura y frescura.

La Función
¿Qué sucede cuando todas tus expectativas vitales se hacen añicos? ¿Qué ocurre cuando la gente que hay a tu alrededor no te quiere para nada más que para utilizarte? ¿Qué pasa cuando, a los sesenta años, en lugar de empezar a disfrutar de una vida relajada, no te queda otra que cuidar de un bebé de un año al que ni siquiera te habías planteado si querías cuidar?. En un momento en el que parece que todo lo que sucede en España es horrible – corrupción, paro, crisis, pobreza… – esta comedia agresiva y negra nos demuestra que las cosas antes de mejorar, siempre parecen empeorar. Carmela tiene una vida muy desagradable, pero no pierde el sentido del humor, y, al final, encuentra un motivo para seguir adelante. Si ella puede, todos podemos.

Y todo esto se cuenta con mucho humor, pero un humor que te conmueve, un humor que a veces te congela la sonrisa en la cara, un humor que, incluso, puede hacer daño. Porque la vida es agridulce y está llena de subidas y bajadas. Y la historia de Carmela es eso, la historia de una vida.

Comentario previo

Comentar que a veces, tengo fantasías megalómanas, y me creo que este blog influye de algún modo en la vida teatral; porque he visto que ahora muchos teatros municipales han empezado a sacar programaciones que adelantan lo que va a venir (lo cual, a estas alturas de la temporada es un tanto curioso, pero ya sabes lo que dicen, más vale tarde que nunca), como yo ya pedía y comentaba en algún que otro artículo… supongo que digo tales obviedades, que ciertas lógicas mejoras simplemente, caen de cajón.

A ver si también caen en la cuenta de mejorar los programas de mano con más información, que también lo digo mucho; y no me parece muy difícil incluir unas cuantas más hojas con textos de la dirección, la producción, los actores, del propio teatro… hablando de cosas como los orígenes del proyecto, el cómo se llevó a cabo, sobre los textos originales… etc; anda que no hay cosas que contar si se quiere. Sin duda, a ese nivel, los programas del Teatro Real han sido el modelo a seguir tradicionalmente; pero creo recordar que los municipales también tuvieron (o tienen) una revista que era “La diabla” que sólo era online, pero que si se hubiera impreso, resultaría sumamente interesante, pues las pocas veces que leí un único ejemplar en un atril a la entrada del Español, me dio pena no poder leerla toda, pues me parecía una buena idea y muy bien hecha.

No quiero dejar de comentar también que una vez más, el Fernán Gómez ofrece la oportunidad de hacer doblete con grandes descuentos, algo especialmente destacable, teniendo en cuenta que en la otra sala de este mismo teatro hay un Mihura (aunque esta producción deje bastante que desear), con lo cual, podemos tener un completo de lo más sofisticado y rentable.

En fin, al tema; el caso es que esta obra normalmente no merecería una crítica completa y una express le iría más que bien, pero teniendo en cuenta que lo considero uno de los grandes eventos teatrales de la temporada debido a lo que comentaré a continuación, me pareció adecuado tomar esta opción finalmente.

Y no lo tuve fácil, porque encima, ha sido dificilísimo encontrar fotos de la representación (y ya veis que apenas las hay), cosa que me ha dado rabia, porque siempre ilustro las críticas completas con muchas imágenes para que el hipotético público se pueda hacer una idea de qué va a ver… bueno, peor para ellos. Aunque la verdad, la publicidad está siendo realmente pésima.

¿Por qué es tan relevante esta obra, por qué lo considero un evento tan reseñable?, bueno, pues porque por primera vez se juntan la nieta (Paloma Paso) y el biznieto (Ramón Paso) de Enrique Jardiel Poncela (y para más carambola literaria, también ambos son descendientes de Alfonso Paso), por primera vez en la sala que lleva, en homenaje, el nombre de su ilustre ascendiente. Yo creo que, ya sólo por esa serie de espectaculares coincidencias, ya merece la pena interesarse por la obra y considerarlo uno de los grandes acontecimientos teatrales de la temporada.

Y no sólo por imaginar que tendrá calidad… sino también por la curiosidad de si no la tuviera. Todos probablemente recordaréis mi crítica de hace unas temporadas, de la obra de la hija de Arturo Pérez Reverte, y como reflexioné sobre esta cuestión del delicioso escándalo que supondría, el excelente manjar que resultaba para cualquier crítico, un fracaso estrepitoso.

Ello nos lleva a reflexionar sobre la genética, ¿se puede heredar el talento?, ¿nuestras capacidades más especiales sobreviven en nuestros hijos?, ¿el ser extraordinario pasa de generación en generación?, ¿qué es innato y qué se desarrolla o aprende?, en la lotería genética, ¿realmente se aplica la teoría darwiniana de la mejora y evolución de la especie?.

Lo cual lleva a la reflexión que hago en el subtítulo, sobre ese famoso refrán de que “hay nobles que son como las patatas, todo lo bueno que tienen está bajo tierra”, lo que, hasta cierto punto, nunca deja de ser verdad pues todos los que ostentan un título de nobleza se tienen que enfrentar a la larga sombra de un ilustrísimo ascendiente que alcanzó los más altos honores en su tiempo; unos simplemente intentan estar a la altura, otros fracasan directa e incluso deliberadamente, y otros van a lo suyo o simplemente tratan de sobrevivir (lo más común en la actualidad); pero lo cierto es que en todas las casas nobiliarias ha habido una cantidad escasa de grandes personajes, otros pocos realmente desastrosos… y una ingente cantidad de don nadies, que tal vez llegaron a ocupar puestos de cierta relevancia, pero nunca destacaron por nada realmente, tal vez incluso fueron famosos en su época y todo el mundo hablaba de ellos, pero ese tipo de cosas no suelen importarle a la historia con mayúsculas.

Sin embargo, no debemos olvidar, que la aristocracia (salvo los títulos más antiguos) es creada con la idea de premiar una serie de cualidades (o servicios, que en última instancia es lo mismo), y que la carencia de un título, no priva de poseer una gran nobleza moral (que en última instancia, es lo que se supone que poseen los aristócratas), pues en este caso, como en el de la santificación (lo cual es reconocido por la propia Iglesia), no es necesario ser reconocido oficialmente para ser un santo. Y del mismo modo que existe una aristocracia de título, también las hay de otros tipos (aunque no tenga reconocimiento oficial, que sí popular), como la artística, en la que, con toda seguridad Jardiel Poncela entra de pleno, y con razón sus parientes no dudan en lucir su sangre, orgullosos de formar parte de tan noble clan; ahora bien, volvemos a lo antes comentado, ¿están los descendientes a la altura de su ascendiente?, hablemos de ello en la crítica.

Crítica

Ya hemos hablado en el comentario previo de la necesidad de muchos aristócratas de estar a la altura de sus ascendientes por el peso que supone su título nobiliario, y seguro que recordáis mi analogía con el mundo artístico… pues bien, eso es exactamente lo que pasa aquí.

Ningún artista de verdad, ningún auténtico creador o autor intenta imitar o copiar a otro… y menos cuando ya ha quedado tan atrás; y eso es exactamente lo que hace Ramón Paso, intentar reproducir el estilo de su ascendiente, quedándose por tanto su texto en una mera copia caligráfica de su bisabuelo, totalmente desfasada por otra parte, puesto que el teatro actual va por otros derroteros, y aunque los clásicos siempre son actuales, cada cosa tiene su momento.

También en el comentario previo referenciaba a la obra “Perdona si te mato, amor” de Carlota Pérez-Reverte, en la cual decía, curiosamente, unas frases que se podrían aplicar igualmente al texto de Paso: “Ese es el problema (…), que está demasiado influenciada, no tanto como para ser una copia o un plagio; pero sí lo suficiente como para no resultar original o ser una parodia. Y es que las referencias son demasiado evidentes (…); de todas ellas utiliza las herramientas, pero ninguna de ellas de forma novedosa o extraordinaria; no hay sorpresa, todo es predecible y esperable; nada es inédito o sorprendente”.

Así pues, Paso no puede conseguir una obra maestra, la originalidad estilística es absolutamente inalcanzable, porque, simplemente, mucho me temo, no existe ni el talento ni la creatividad para ello.

No digo que la obra no sea divertida, lo es, no digo que no te rías, lo haces, o que no sea una buena opción en la cartelera, que sí… pero no es ninguna maravilla; en realidad, se queda en algo que está bien, pero que resulta totalmente olvidable, y que, encima resulta decepcionante, pues no está a la altura de lo esperado.

Por otro lado, el texto, está lleno de humor negro (más que absurdo) y es bastante disfrutable aunque demasiado extenso, la verdad es que no se sostiene bien en la escena a pesar de durar una hora y poco.

De ello tiene muchísima culpa la dirección, que es espantosa, Mariano de Paco se dedica a buscar su propio lucimiento y obliga a su actriz a hacer las cosas más tontas, que parecen totalmente pensadas para despistarla y que a esta se le vaya el texto. Así pues, la dirección de escena alterna el ridículo con la presunción y lo cursi, consiguiendo un resultado tan mediocre como aburrido y plagado de falso vanguardismo; no aporta absolutamente nada, consigue que la obra pierda veracidad, y en definitiva, perjudica a la producción a todos los niveles, hasta el punto de que, francamente, llegas a pensar que hubiera sido mejor que no hubiera habido director.

Basándose en lo anterior, por supuesto, la escenografía no sólo no aporta nada, sino que encima perjudica la puesta en escena… desastroso.

Por su parte, Paloma Paso, única actriz en la obra (es un monólogo), hace un personaje que le va demasiado bien, hasta el punto de que llegas a preguntarte si no se estará interpretando a sí misma. La verdad es que eso es también por la poca pericia del texto, que apenas le da oportunidad de convertirse en otros personajes, aunque cuando lo hace, se luce. En todo caso, cuela, es creíble, y al final eso es lo importante. Sin embargo, no es capaz de sostener ella sola un montaje con múltiples defectos; tal vez porque es muy complicado, o porque no tiene el suficiente carisma y capacidad para ello.

En definitiva, quien vaya a ver “Huevos con amor” sin duda disfrutará de una obra de humor negro bastante divertida, pero en ningún caso genial, un atractivo entretenimiento de ver y olvidar que, sin embargo, no deja de tener el carácter histórico de la unión de los descendientes del ilustre Enrique Jardiel Poncela en la sala que lleva su nombre. Dejo a cada uno que decida, pero yo creo que en muchos aspectos, y sin esperar nada excepcional, merece la pena.

Huevos con amor
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