Revista Opinión

Humo blanco pero con manchas

Por Leonhor
Papa Francisco

El Papa Francisco, El Papa que vino del fin del mundo

La elección de un latinoamericano, el argentino Jorge Mario Bergoglio, como el papa Francisco, generó esta semana esperanzas de que limpie a la milenaria institución de las manchas infligidas por los escándalos de pederastia y corrupción, gracias a la cercanía a los pobres y desamparados que le atribuyen fieles y especialistas. En el pasado, sin embargo, se lo señaló como presunto cómplice de la dictadura militar en su país (1976-1983), plantea Marcela Valente desde Buenos Aires.

Aires de América Latina para oxigenar  al Vaticano

Por Marcela Valente

BUENOS AIRES, 14 mar  (IPS) – La llegada al Vaticano de un Papa latinoamericano, austero y  muy cercano a los pobres y excluidos, generó gran expectación en  comunidades católicas de la región, que confían en que Francisco  contribuya a modificar la deteriorada imagen de la curia romana.

Para sorpresa incluso de los clérigos argentinos,  el arzobispo de  Buenos Aires, Jorge Bergoglio, fue elegido el miércoles 13 como nuevo  pontífice y sus primeros gestos ante los fieles desde el balcón del  Vaticano colmaron de ilusión a quienes claman por un líder que  muestre cabalmente su opción preferencial por los pobres.
Según fuentes consultadas por IPS, Francisco es un religioso  conservador en la doctrina pero, coinciden todos,  modesto y cercano  a los pobres, a los sin techo, a los enfermos, a los ancianos, a los  presos, a los inmigrantes, a las personas sometidas a la trata  laboral y sexual y a los párrocos.
Se espera que su perfil ayude a recuperar la imagen de la Iglesia  Católica, acosada por los escándalos de pederastia y corrupción.  Para cambios más profundos, los entendidos recomiendan esperar a sus  primeros nombramientos en su entorno y en las designaciones de  futuros cardenales.
“Para los obispos del noroeste de Argentina fue una alegría”, dijo  a IPS el obispo de Humahuaca, provincia de Jujuy, Pedro Olmedo, que  estaba reunido con una decena de obispos de esa región, la más pobre  del país, cuando supieron la noticia. “Hubo lágrimas porque lo  conocemos mucho, siempre nos ayudó y nos acompañó”.
“Para América Latina, tener un Papa era un anhelo desde hace muchos  años. Es una apertura del Vaticano a una iglesia de otro mundo,  elegido por una mayoría de cardenales europeos. Yo confío en que va a  llevar al Vaticano la impronta latinoamericana, incluso a sus  estructuras”, aseguró Olmedo.
El teólogo brasileño Leonardo Boff, padre de la Teología de la  Liberación  a la que se enfrentó el Vaticano, también se manifestó  optimista ante los primeros gestos de humildad de Francisco,  empezando por elegir un nombre en homenaje a Francisco de Asís, el  religioso que se volcó por completo a los más pobres.
Bergoglio fue el elegido por todos los obispos de la región para la  redacción del documento de conclusiones de la V Conferencia General  del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en mayo de  2007 en Aparecida, Brasil. En él se fijó la posición eclesiástica  regional en un vasto abanico de temas.
El documento reconoce la preocupación de la Iglesia Católica porque  en América Latina, donde viven 43 por ciento de sus fieles, el  crecimiento de nuevos miembros es menor que el de la población, y  lamenta “nuestras débiles vivencias de la opción por los pobres”.
“La opción preferencial por los pobres es uno de los rasgos que  marca la fisonomía de la Iglesia latinoamericana y caribeña”,  sostiene el texto, que también reclama por “el número significativo  de católicos que abandona la Iglesia para pasarse a otros grupos  religiosos”.
En este sentido, Bergoglio ed un hombre que parecr vivir de  acuerdo a ese compromiso. Renunció a la sede arzobispal y al  automóvil con chofer. Vivía en un cuarto junto a la Catedral de  Buenos Aires, viajaba en ómnibus o en metro, se cocinaba su comida y  rehuía los eventos sociales y a la prensa.
Sus allegados cuentan que visitaba a los enfermos de sida en el  Hospital Muñiz de enfermedades infecciosas. También era asiduo en los  refugios de los sin techo y los comedores populares, cuidaba  personalmente a sacerdotes enfermos ancianos y, a su regreso, de  madrugada, se lo veía en las paradas del ómnibus.
Las organizaciones que trabajan contra la explotación laboral y  sexual en Buenos Aires sostienen que el prelado era su aliado,   visitaba con frecuencia a las víctimas de la trata, se conmovía con  sus testimonios y denunciaba a los responsables de esa esclavitud  en  sus homilías.
También era frecuente que visitara las cárceles, otro de los  mandatos del documento de Aparecida, que exhorta a reforzar la  pastoral penitenciaria.
La mayor mácula sobre Bergoglio es la de su presunta complicidad  con la dictadura militar (1976-1983), cuando era el provincial de la  Compañía de Jesús. El prelado fue acusado de desamparar a sacerdotes  y catequistas que luego fueron secuestrados y, en algunos casos,  permanecen desaparecidos.
Debió declarar como testigo en una de las causas en las que se  investigan estos delitos, y en otra investigación judicial sobre el  caso de apropiación de una niña, hija de desaparecidos. El religioso  aseguró que supo sobre las apropiaciones después de finalizado el  régimen.
La teóloga argentina María Alicia Brunero, autora de numerosos  libros sobre ética y docente universitaria retirada, comentó a IPS  que “lo importante de la designación no es tanto que haya recaído en  un argentino o latinoamericano, sino en alguien de la periferia, de  afuera de Europa”.
“Los cardenales esperan que las soluciones lleguen de afuera, de  alguien con otro perfil, menos contaminado, alejado del boato y de la  burocracia vaticana, y en este sentido, Bergoglio cumple con esa  expectativa porque es un hombre austero, que viaja en colectivo (bus)  y está cerca de la gente”, apuntó.
Brunero, quien lo ha tratado, dijo que además de esas cualidades  es un hombre que “sabe mandar y delegar” y que “no está exento de la  búsqueda de poder, que no necesariamente es algo perverso. Sabe tejer  redes y lo hace bien, sin pisar la cabeza a nadie”, declaró.
“Me da esperanzas”, sintetizó.
En cambio, no se deben esperar grandes cambios en materia  doctrinaria, dijo la experta. Recordó que como arzobispo fue un  crítico intransigente de la ley del matrimonio homosexual y de  cualquier intento de despenalizar el aborto.
Pero sí vaticinó que puede traer nuevos aires en otros asuntos.
Brunero explicó que “90 por ciento de los teólogos creemos que las mujeres  pueden ejercer el sacerdocio y también somos mayoría los que queremos  que se permita un clero casado”. “En eso puede ser que se dé algún  paso durante su pontificado”, arriesgó.
La teóloga aseguró que la institución de la Iglesia actualmente en  mayor crisis es el sacerdocio.  La mitad de los curas ordenados en  los últimos años abandonaron los hábitos, no por pérdida de la fe  sino “porque se enamoraron o se pelearon con la estructura por su  rigidez en este tema”, advirtió.
Brunero recordó que el Concilio Vaticano I, que se celebró 1869, se  centró en la figura del Papa. El segundo, realizado en 1959, apuntó a  los obispos. “Es probable que ahora llegue un tercer concilio  dirigido a los sacerdotes”, opinó.
En contra de sus otras posiciones conservadoras, Bergoglio  reprendió en Buenos Aires a los sacerdotes que se niegan a bautizar a  hijos de madres solteras. También aceptaba padrinos de bautismo que  no fuesen católicos, contó a IPS un activista por los derechos de los  explotados por la trata laboral y sexual, Gustavo Vera.
Es asimismo un hombre abierto al diálogo interreligioso, que tuvo  frecuentes contactos con los representantes del judaísmo religioso  argentino.

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