Revista Cine

I am not your Negro – Maldita necesidad, maldita necedad

Publicado el 03 abril 2017 por Maresssss @cineyear

Tras salir de una película como I am not your Negro, lo más lógico sería comenzar hablando de lo necesarias que siguen siendo las películas que denuncian la lacra que supone el racismo; más si cabe, cuando la historia narrada en este documental se basa en James Baldwin, escritor afroamericano que vivió en primera persona la lucha por los derechos civiles en EEUU a principios de los años sesenta.

Luego, para seguir con un correcto análisis, tendría que hablar de los múltiples elogios que ha recibido dicho documental. Porque I am not your Negro es cine de verdad, tratando un problema real de ayer y de hoy. A pesar de que su estilo dista de cualquier alarde de pretenciosidad o melodramatismo, la fuerza narrativa de las palabras de Baldwin -en la voz de Samuel L. Jackson para aquellos que acudan a su versión original- simplemente desarman cualquier tipo de espíritu mínimamente sensible ante la Historia.

Ahora bien, esto sería lo normal, y de hecho ha sido lo primero que he escrito casi maquinalmente porque es lo obvio. ¿Quién no se va a sensibilizar con una violencia tan irracional y de sobra conocida? ¿Cuántas películas narran el problema del racismo tanto en EEUU como en cualquier lugar? Pero de pronto me he dado cuenta de esa sutileza que esconde I am not your Negro.

Si todos comprendemos el problema del racismo, sus causas, la lucha contra él que tuvo nombres tan mayúsculos como Medgar Evers, Malcom X o Martin Luther King - sobre los que gira buena parte del documental-; si todos, o al menos la mayoría, entendemos que el color de la piel no nos diferencia en nada como seres humanos, ¿por qué seguimos a día de hoy sufriendo el racismo de una manera tan palpable?

Probablemente, I am not your Negro vuelva a revolver las conciencias, y por supuesto que es tristemente necesaria; aunque no existiera el racismo lo seguiría siendo. Pero, ¿cuál es nuestra realidad? Puede que haya llegado el momento de dejar de lamentarnos por la fragante violencia con la que convivimos día a día en estos tiempos de información instantánea y vidas atrapadas en celulares de última generación. Puede que haya llegado el momento para dejar de estremecernos por el racismo, la xenofobia o el hambre en el mundo cuando vemos una película. Quizás haya que dejar salir un poco de rabia y humanidad para decir: hasta aquí. Ojalá obras como ésta, sirvan para despertar conciencias de este letargo consumista y egoísta que todo lo inunda.


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