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Idios Kosmos. Claves para Philip K. Dick, de Pablo Capanna

Publicado el 14 septiembre 2010 por José Angel Barrueco
Idios Kosmos. Claves para Philip K. Dick, de Pablo Capanna
Si el ensayo del mismo autor sobre J. G. Ballard me sirvió de complemento, éste me ha venido bien como guía de inexperto: aparte de algunos relatos y de la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? he leído poco a Philip K. Dick. Capanna rastrea aquí todos los matices de su vida (la paranoia, los intentos de suicidio, las visiones, el consumo de anfetaminas, sus vagabundeos, su búsqueda de fe, las distintas religiones que le interesaron, la manía persecutoria…) y los confronta con sus relatos y con sus novelas. El libro demuestra que la vida de Dick, sobre todo la vida interior, fue tan fascinante como lo son sus historias, muchas de las cuales conocemos por el reciclaje que de ellas ha hecho el cine (Blade Runner, Paycheck, Impostor, Desafío total, A Scanner Darkly, Minority Report…) Un trozo:
Si resumimos en una ficha clínica la existencia de Dick, encontraremos sobrados elementos para un diagnóstico psiquiátrico. Abundan los factores que predisponen a la disociación de la personalidad, como el trauma de la hermana perdida o el prematuro divorcio de los padres, tanto como los episodios paranoicos. En su vida hubo cinco matrimonios, cuya duración promedio no llega a los cuatro años y una serie de liasons esporádicas o circunstanciales, con lo cual se llega a un promedio general de menos de dos años para la estabilidad de cada una de las parejas que intentaba constituir. Lejos de ser promiscuo, Dick era una suerte de monógamos serial, que solía caer seducido con facilidad; sus relaciones amorosas son incontables, aunque sucesivas. En la peor época de su vida, cuando vivía en Santa Venetia en compañía de adictos y marginales, llegó a enamorarse de una pareja de lesbianas, algo que no se diría demasiado frecuente.
Veinte años tomando anfetaminas en forma casi ininterrumpida, experiencias circunstanciales con alucinógenos y otras drogas, hipertensión crónica, alguna tendencia al alcoholismo, alucinaciones auditivas desde la adolescencia, una crisis confusional, dos intentos de suicidio, varias internaciones psiquiátricas y muchos años de terapia, tanto en instituciones públicas como en consultorio. Todo esto culminaría con una muerte tan prematura como su nacimiento, a los cincuenta y cuatro años.

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