Ilegales

El problema es que políticos y medios de comunicación siguen cayendo en la trampa de utilizar esta expresión para referirse a las personas que se mudan de un país a otro y no tienen sus documentos en regla, llegando incluso a llamarlas únicamente ilegales.

Ya en 2013 la Associated Press tomó la decisión de prohibir el uso del término inmigrante ilegal, puesto que la ilegalidad sólo se debe referir a una acción y no a una persona. Un año después, la Universidad de Berkeley vetó dicho término por considerarlo ofensivo y racista. Así pues, habría que reemplazarlo por “migrante indocumentado” o algún otro similar.

Recientemente, la cadena Al Jazeera empezó a cuestionar también el término migrante. El periodista Barry Malone argumenta que este vocablo no se puede usar para referirse al horror que está azotando al Mediterráneo, pues deshumaniza y nos distancia del problema. Deberíamos, en cambio, llamarlos refugiados, pues son personas que viven en la miseria, el miedo y la desesperación, y buscan protección de la guerra que afecta a sus países.

Pero quienes huyen de la guerra no son los únicos que deben dejar de ser llamados migrantes, sino cualquiera que se vea forzado a moverse de un país a otro por la razón que sea. El término ya ha adquirido una connotación tan peyorativa que es muy difícil erradicar el significado que culturalmente lo acompaña. No sólo banaliza las vidas, y por ende las muertes, de quienes buscan un mejor futuro en un país extranjero, sino que permite la inconsciencia de políticos que sin ningún reparo asocian a los indocumentados con violadores o depredadores.

Así como en una época fue necesario erradicar el término sodomita para referirse a los hombres gais o la palabra nigger en los países angloparlantes para referirse a los negros, es hora de que se censure la palabra migrante. Tal vez este cambio semántico nos ayude a librarnos de la simpleza y pureza artificial de los nacionalismos.

Via:: Colombia