Ilegítimo, de Adrián Sitaru

Cobertura de Espectadores.

El cine rumano compitió -lamentablemente sin éxito- en la categoría internacional del 18º BAFICI con Ilegítimo de Adrián Sitaru, película que evoca el recuerdo de La celebración de Thomas Vinterberg. Por lo pronto, como su colega danés en 1998, el realizador oriundo de Deva también aprovecha un encuentro familiar -en este caso un almuerzo al calor del hogar- para detonar una bomba de proporciones mayúsculas, nefasta para los cimientos de nuestra sociedad occidental y cristiana.

A diferencia de Vinterberg. Sitaru relaciona el drama familiar con un drama nacional, aquél que nos retrotrae a la criminalización del aborto en tiempos de Nicolae Ceaucescu y a la despenalización del mismo después de la llamada “Revolución rumana de 1989”. De hecho, la discusión de sobremesa que enciende la mecha gira en torno al rol que papá Anghelescu jugó en la época comunista.

El jurado del 18º BAFICI debería haber distinguido al film de Sitaru con una mención especial, al menos.

Dado el peso narrativo que Sitaru le otorga a ese antecedente, algunos espectadores entendemos que Ilegítimo tiene bastante de tragedia griega. Por un lado, la evolución del vínculo entre los mellizos Sasha y Romi suena a un castigo que los dioses del Olimpo impusieron con retorcida intención aleccionadora. Por otro lado, el cineasta plantea un dilema moral irreductible a la problemática del aborto (la autora de este post prefiere evitar precisiones por respeto a quienes todavía no vieron el film).

Por razonas obvias, el largometraje dialoga con 4 meses, 3 semanas, 2 días del también rumano Cristi Puiu. También con Géminis de nuestra Albertina Carri.

Sitaru escribió el guión de esta película con Alina Grigore, la joven actriz que encarna a la mencionada Sasha. El dato resulta tentador cuando se trata de explicar la destreza con la que el realizador recreó la postura feminista en la discusión inicial sobre embarazo no deseado, derecho al aborto, delación en defensa del patriarcado.