Valle de la Serena (Badajoz). Fechado entre los periodos Neolítico y Calcolítico (IV y III milenios a.C.).
Arriba y abajo: ubicado sobre una gran loma desde la cual pueden atisbarse perfectamente los contornos, así como a la par poder ser visto el monumento desde la distancia cuando éste estuviera primigeniamente cubierto con hoy un desaparecido túmulo protector, el dolmen de Sierra Gorda mantiene las características propias de este tipo de construcción megalítica englobado dentro del subtipo de dolmen de cámara y corredor, orientado su acceso hacia el levante, con su cámara dirigida hacia poniente, antecedido su corredor de un atrio o vestíbulo (arriba) destinado a la recepción del público, iniciándose con él el pasillo que da paso al interior del inmueble y zona sacra, conformado por dos hileras de lajas u ortostatos inscrustados en el terreno (abajo), franqueado el punto de separación entre el mundo de los vivos y el de los muertos por dos piezas pétreas o jambas -hoy conservada parte de la septentrional (abajo, segunda imagen)- custodiando el paso en la zona media del corredor, marcando a su vez el enclave de separación entre el atrio y la antecámara (abajo, tercera imagen), así como la zona cubierta del mausoleo, desaparecidos actualmente los dinteles y planchas que sirvieran ediliciamente a tal cometido, preservados sin embargo en mayor o menor medida trece de los ortostatos que conforman la línea sureña del corredor (abajo, imágenes cuarta a séptima), nueve en su flanco norteño (abajo, imágenes octava a décima), con una longitud que supera los cinco metros y medio.
Arriba y abajo: con cuatro metros y medio de diámetro, la cámara sepulcral circular de que consta el dolmen de Sierra Gorda quedaría cercada primigeniamente por veintitrés ortostatos unidos entre sí, desaparecida la tapa o cúpula que sirviera de coronamiento, compartiendo con las lajas del corredor una naturaleza pizarrosa que, mucho más frágil que la ofrecida por otros materiales pétreos como el granito, utilizado en zonas ricas en él como en los contornos de Valencia de Alcántara, ha conllevado el deslajado y partición de muchas de las piezas conservadas, como ocurriese en otros dólmenes edificados con este material, así en los conocidos como de Lagunita en las inmediaciones de Santiago de Alcántara, habiéndose conservado sin embargo, a pesar de su exposición ante las inclemencias del tiempo, diversos dibujos centrados en antropomorfos, ramiformes o punteados elaborados sobre la cara interna de algunos de los ortostatos, descubiertos éstos en las piezas segunda y sexta a contar por su flanco septentrional desde la entrada a la cámara (abajo, imágenes cuarta y octava), hoy difíciles de observar a simple vista a excepción del bóvido preservado a los pies de la laja número seis, ejecutado posiblemente por motivos religiosos o como medio de ofrenda ante los difuntos depositados en el mausoleo, en todo caso difiriendo quizás de las razones posiblemente territoriales que llevaran a los hombres de tal cultura a la elaboración de paneles pictóricos a las puertas de los abrigos naturales, visitables y expuestos a la luz del día, a diferencia de estos grabados insertos dentro del sepulcro comunitario, destinados a la oscuridad y, de esta manera quizás, a acompañar al fallecido en una eternidad sobre la cual ya el ser humano meditaba ante el hecho natural de la muerte.