Revista Cultura y Ocio

In Memoriam: 30 años sin Italo Calvino.

Publicado el 19 septiembre 2015 por Alguien @algundia_alguna

Italo Calvino falleció hace hoy 30 años. Autor cerebral de hirsutas cejas y de hablar pausado y reflexivo, fue uno de los mayores intelectuales del pasado siglo. Escritor, pensador y filósofo, se interesó como pocos por los entresijos de la creación literaria y por sus repercusiones humanas. Fue un lector sabio y apasionado que quiso transmitir su amor por la letra escrita en cada uno de sus textos. Murió a los 61 años de un ictus, en la madrugada del 18 al 19 de septiembre de 1985, mientras preparaba una serie de conferencias para la Universidad de Harvard sobre la literatura del siglo XXI. Hoy pueden leerse, inconclusas, en Seis propuestas para el próximo milenio. In Memoriam:

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La madrugada del 19 de septiembre de 1985, luego de haber sido víctima de sucesivos derrames cerebrales, el escritor, editor y periodista Italo Calvino falleció en el hospital de Santa Maria della Scala en Siena, Italia, contraviniendo lo dicho en una entrevista recogida en Ermitaño en París (1990), en la que había expresado su deseo de morir en Nueva York, si pudiera elegir, y recordaba que en 1960, imitando a Stendhal, escribió que quería que sobre su tumba se escribiera “neoyorquino”.

En los días posteriores a su muerte, Esther Calvino, su esposa desde 1964, halló sobre su escritorio el manuscrito de las conferencias que el escritor esperaba leer en la Universidad de Harvard, al ocupar la cátedra de las “Charles Eliot Norton Poetry Lectures”, a la que había sido invitado un año antes y hacia donde planeaba partir una semana después de que le sobreviniera la muerte. Como lo explica ella misma en la presentación de Seis propuestas para el próximo milenio (1987), el libro que reproduce el manuscrito tal y como lo encontró —“en perfecto orden, cada conferencia dentro de un sobre transparente y todas en una carpeta rígida, lista para el viaje”—, se había convertido en una obsesión para Calvino, por lo que, una vez que “logró definir el tema que habría de tratar: (algunos) valores literarios que deberían conservarse” en el milenio que se acercaba, se dedicó a trabajar en su preparación casi todo el tiempo.

Para cuando se disponía a viajar a Estados Unidos, Calvino había terminado cinco de las seis conferencias, y “las cualidades o especificidades de la literatura” que trataba eran: levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad, y sólo faltaba escribir la que abordaría lo relativo a la consistencia, de la que sólo quedó una hoja con el título emborronado y que según Esther, “se refería entre otras cosas, al Bartleby de Melville”, haciendo, de algún modo, un eco póstumo al famoso “preferiría no hacerlo” de aquel singular copista que un día dejó de escribir.

La inestabilidad geográfica.

Italo Giovanni Calvino nació el 15 de octubre de 1923 en Santiago de las Vegas, provincia de La Habana. Era hijo de Eva Mameli, ayudante de botánica, y Mario Calvino, ingeniero agrónomo que de joven “había sido anarquista y seguidor de Kropotkin, antes de convertirse en reformista social”. Con menos de dos años de edad se mudó con sus padres a San Remo, en la Riviera italiana, y a ese hecho le atribuyó en una nota biográfica publicada en la revista Vuelta en 1985, “la inestabilidad geográfica” que constantemente lo obligaba “a desear ir a otras partes”. En 1941 se inscribió en la Facultad de Agricultura de la Universidad de Turín, reprimiendo sus aspiraciones literarias para no contrariar a sus padres. Durante la ocupación alemana de su país, en la Segunda Guerra Mundial, se unió a la Resistencia Partisana como miembro de las Brigadas Garibaldi que había formado el Partido Comunista Italiano, al cual se afilió en 1944. Después de la liberación y la caída del fascismo estudió literatura y se graduó con una tesis sobre Joseph Conrad en 1947. Ese mismo año entró a trabajar en la oficina de publicidad de la editorial Einaudi, bajo los auspicios del poeta y novelista Cesare Pavese, quien también lo alentó a publicar su primera novela, El sendero de los nidos de araña, en la que intentaba revivir los universos que lo tenían encantado desde la infancia y que, además de vender más de cinco mil ejemplares, recibió el Premio Riccione. En el prefacio de una edición revisada de la novela que se publicó en 1964, Calvino reflexiona sobre su trabajo: “Tal vez, en el fondo, el primer libro es el único que cuenta, tal vez habría que escribir ese y nada más, el gran tirón lo das sólo en ese momento, la ocasión de expresarte se presenta sólo una vez”. Luego aparecieron la colección de Cuentos populares italianos (1956) y las novelas La especulación inmobiliaria (1957), La nube de smog (1958) y La jornada de un interventor electoral (1963).

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El estilo.

Vinculado al Neorralismo en sus inicios —etapa a la cual pertenecen los cuentos reunidos en Por último, el cuervo (1949)—, con la publicación de la novela El vizconde demediado (1952), que junto a El barón rampante (1957), y El caballero inexistente (1959) — que coincide con su renuncia al Partido Comunista —, darían forma a la trilogía conocida como Nuestros antepasados (1960), Calvino inaugura sus indagaciones de estilo entre el realismo y lo fantástico, haciendo hincapié, como citó el narrador y crítico peruano Fernando Iwasaki en uno de los Temas organizado por la Casa de América en 2010, en que “la literatura fantástica exige una mente lúcida, una inspiración instintiva que supone manejar al mismo tiempo, ficción y verdad, juego y espanto, fascinación y distanciamiento, es decir, leer el mundo en múltiples niveles y en múltiples lenguajes de manera simultánea”. Y a este periodo de “creación de una realidad que permita explicar el presente” también pertenecen los relatos de Marcovaldo (1963) y la docena de cuentos reunidos en Las cosmicómicas (1965), narrados por el inasible Qfwfq.

En 1967 se instala en París y ensaya acercamientos al estructuralismo de Lévi-Strauss y a la semiología de Barthes, además de tender estrechas relaciones con el movimiento Oulipo – al cual se adscribiría como “Corresponsal extranjero” en 1973– y Raymond Queneau. En esta época publica El castillo de los destinos cruzados (1969), una novela de interpretaciones de tarot en el que no dejó nada al azar; la colección de poemas en prosa Las ciudades invisibles (1972), uno de sus libros más celebrados; y Si una noche de invierno un viajero (1979), relato hipertextual que alienta las pretensiones posmodernas.

Ficción y autobiografía.

En el prefacio de El sendero de los nidos de araña, Calvino había señalado que “cada libro nuevo que se lee es como un nuevo ojo que se abre y modifica la vista de los otros ojos o libros-ojos que teníamos antes”. Y en una entrevista publicada por The Paris Review en 1992 mencionó que cuando escribía un libro en el que todo era ficción, sentía el anhelo de una escritura que se relacionara directamente con la vida cotidiana, con sus actividades y sus pensamientos. “En ese momento, el libro que me gustaría estar escribiendo es el que no soy yo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, vinculado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección contraria. Entonces el libro se convierte en pura ficción, sin vínculos aparentes conmigo, y tal vez, por esta misma razón, resulta más sincero”.

Leer o releer a Calvino, blandiendo palabras del ensayo Por qué leer los clásicos no deja indiferente a nadie y sus libros no parecen terminar de decir lo que tienen que decir, como auténticos e indiscutibles clásicos.

Texto: Italo Calvino, el escritor de los libros con ojos. Escrito por Rafael Miranda Bello. Publicado en Excelsior. 19.09.2015.

Italo Calvino, escritor e intelectual fantástico y cosmicómico – eldiario.es
Libros de Italo Calvino en Editorial Siruela.
Selección de cuentos de Italo Calvino – Ciudad Seva.

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