Revista Arquitectura

Iñaqui Carnicero arquitectos: Matadero de Madrid, Nave 16 3_4

Por Jaumep

Iñaqui Carnicero arquitectos: Matadero de Madrid, Nave 16 3_4

   En el artículo anterior he descrito la nave que uno encuentra cuando viaja al Matadero. Pocas veces un proyecto se materializa como se ha proyectado inicialmente. La nave 16 actual es el producto de una jerarquía de decisiones inteligentes tomadas por el equipo de arquitectos, enfrentados a un presupuesto reducido a una cuarta parte del de licitación. He creído importante obviar este dato hasta ahora, porque nunca debe de ser una excusa o una justificación de una arquitectura, más cuando ésta tiene la calidad de la que muestro.    El proyecto original presentado a concurso contemplaba la reforma de dos naves: la 15 y la 16. Estas dos naves controlan, además, una considerable cantidad de espacio libre ante ellas. El presupuesto de reforma ya era, de por sí, escaso para un proyecto de esa ambición, con un programa múltiple y complejo. Iñaqui Carnicero y su equipo idean una respuesta única para enfrentarse a la multiplicidad de demandas mediante la flexibilidad y la adaptabilidad del espacio. Ésta consiste en valorar la arquitectura de la nave y, con ella de base, crear un sistema que permita que el espacio responda y se acople a los nuevos usos. Todo esto se consigue con tan sólo cuatro elementos.

   El primero de ellos es la propia nave, restaurada según los términos descritos en el artículo anterior: repicar las paredes interiores, cubrir las carpinterías con cristal transparente, dar continuidad entre interior y exterior, dar cuerpo a la luz. Iñaqui Carnicero arquitectos: Matadero de Madrid, Nave 16 3_4

   El segundo son los porticones antes descritos, en una versión no tan evolucionada, más por ser una propuesta de concurso (y, por tanto, por no haberse enfrentado al artificio de un modo directo) que por una intención clara: el tiempo de desarrollo de una propuesta de concurso es muy, muy limitado.

Iñaqui Carnicero arquitectos: Matadero de Madrid, Nave 16 3_4
   Estos porticones no tan sólo formaban el “templo” finalmente construido en el proyecto definitivo. También se extendían, en diversas medidas, por el resto de la nave para seguir compartimentando espacios exactamente del mismo modo flexible.    El tercero es el pavimento. Un pavimento rojo sangre que se extendía por la totalidad de las dos naves y por el espacio circundante entre ellos, un pavimento recuerdo de una historia que no fue exactamente como Carnicero pretendía: dentro de las naves no se mataban animales, tan sólo se almacenaban. Las naves donde se los mataba eran otras, espacios especializados para esta función. Por tanto el color rojo del suelo era más un recuerdo del nombre del complejo que de la función de las naves. Este pavimento contenía instalaciones y daba continuidad espacial. Justo lo que ha acabado pasando con el pavimento de hormigón actual, ya sin este color rojo pero con el resto de características intactas. Pensar en la incidencia de la luz sobre un pavimento de este color emociona.
Iñaqui Carnicero arquitectos: Matadero de Madrid, Nave 16 3_4
   El cuarto elemento era un altillo que, finalmente, no se ha construido y que servía para bajar la altura de las naves en su acceso. El portón basculante sobre su eje horizontal medio es el recuerdo de la sensación que quería crear, constriñendo el espacio antes de que éste se expandiese en altura: los accesos deben de ser, siempre, trabajosos, un punto angostos para contrastar el espacio exterior con un espacio interior rico y majestuoso.    Este altillo, junto con la crujía posterior más baja y unas alas que se extendían por las fachadas laterales, formaba un deambulatorio perimetral a lo largo de cada nave, útil cuando todo el público estaba concentrado en los espacios centrales representativos.    Este sistema conseguía, además, dos naves que podían ser diferentes tan sólo con la disposición de los portones, adicionalmente a su posición. De este modo las dos naves no eran tanto simétricas como equivalentes.    Y esta es la principal diferencia entre el proyecto construido y el propuesto: la construcción de cuatro templos (uno por cada crujía elevada) más la disposición diferencial de las puertas en cada crujía baja. El pavimento y el deambulatorio hubiesen dado un espacio sin jerarquías, completamente anisótropo, sin ejes principales, tan sólo una multiplicidad de ejes secundarios, muchos de ellos variables a voluntad. Por tanto, el espacio actual, jerarquizado (aún conservando intactas las características de flexibilidad del proyecto original), ligado al acceso del Matadero, al espacio exterior real, difiere mucho del sistema propuesto, más promiscuo y exuberante, más ambiguo. La transformación de un sistema en el otro habla muy bien de las posibilidades de adaptación del proyecto, de su perfectibilidad y de cómo la renuncia a unos determinados elementos puede usarse para crear intención espacial.
Iñaqui Carnicero arquitectos: Matadero de Madrid, Nave 16 3_4



Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista