Somos incapaces de asumir nuestras responsabilidades como ciudadanos de una nación putrefacta. Nos conformamos con vivir en un país cuya democracia ha sido secuestrada por la manipulación mediática y la corrupción política. Nos lo han recortado todo, hasta la dignidad, y sobrevivimos completamente anestesiados. Solo así se explica que, con lo que sabemos, podamos dormir, cada noche, con la conciencia tranquila.