Indecencia porque sí

Cuando el máximo representante y portavoz de los empresarios de este país considera que hay parados “porque sí” y pide acabar con ellos, me temo que no está más que expresando en alto lo que muchos de sus representados opinan y hablan en corrillos cuando nadie les oye. Olvidan en esos momentos que han sido ellos, precisamente, los que “porque sí” han despedido a cientos, miles, millones de trabajadores, aunque las cuentas de resultados de la empresa en cuestión no estuviera en números rojos. Con una prestación por desempleo con fecha de caducidad y la perspectiva de ingresos cero, el efecto dominó no se ha hecho esperar y esos parados han dejado de consumir, no “porque sí”, sino obligados por las nuevas circunstancias, productos de otras empresas que tuvieron que despedir, esta vez esgrimiendo sus números rojos ante Magistratura a más empleados que, a su vez, dejaron de consumir los productos de las primeras y de otras nuevas. Y así hasta ahora.
Hay empresarios indecentes “porque sí” que no tienen vergüenza ni les tiembla el pulso cuando despiden a trabajadores competentes, bien formados, responsables, valiosos. O no, tanto da. Sólo miran la columna de la derecha, como los tacaños que van arrastrados a un restaurante caro. Ahora, aquellos trabajadores son acusados de estar en paro “porque sí”, por el puro placer de formar parte de un grupo, una nueva tribu urbana de marginados cada vez con más adeptos. Aquí Rosell se equivoca. Su pertenencia a este nutrido grupo  no es de ninguna manera “porque sí”, sino porque quien tuvo las riendas de la empresa no asumió su responsabilidad con una gestión valiente. ¿Y por qué no lo hizo? Porque no. Era más fácil apuntarse al beneficio rápido, de la misma manera que ahora es más fácil el despido rápido que innovar, arriesgarse, apostar por un buen proyecto. Empresarios de gatillo fácil, sin alma, que pierden la calma…