Revista Belleza

Indonesia vii: seguimos el tour

Por Lagataconbotas
Buenos días a todos y feliz lunes!! He estado semana y media sin publicar, en parte porque preparar los post sobre Indonesia lleva tiempo (sobre todo seleccionar las fotos para no hacerlo eterno), y en parte porque he hecho una escapada de 6 días a Roma y Nápoles, así que se me acumulan los post de viajes!! Pero no os preocupéis, que no voy a abandonar la temática belleza/ moda, tengo varias entradas en mente que iré alternando. Bien, tras el día que os mostré en las dos entradas anteriores estuvimos un día en Ubud (os hablaré de eso más adelante), y al siguiente volvimos a quedar con Riasa para continuar el tour por la isla de los dioses.
Bien, antes de nada, el día que fuimos a Pura Besakih terminamos parando a la vuelta a Ubud en un pequeño templo llamado Goa Gajah (La cueva del elefante), al que se accede por un pequeño paseo rodeado de vegetación (como todo en Bali) hasta llegar a un templo excavado en la roca, con una entrada preciosa y muy elaborada representando una cabeza de elefante. En su interior se encuentra una estatua de Ganesha (hijo de Shiva, Dios de la inteligencia y la sabiduría), y en el exterior hay dos piscinas naturales. Este templo no fue descubierto hasta 1926 y se encontraron restos de culto hinduísta y budista. A pesar de no ser de los más conocidos por los turistas, tiene un encanto muy especial.
INDONESIA VII: SEGUIMOS EL TOUR
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 El día del que vamos a hablar hoy comenzó visitando uno de los templos más bonitos que he visto en mi vida: Pura Ulun Danu Batran. Es uno de los templos más famosos de Bali, y una maravilla para los ojos, con su templo sobre el lago Batran, con las montañas al fondo.
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El lago Batran se encuentra en el cráter del volcán Catur, y en sus aguas, casi como si flotase, se construyó en el siglo XVII este precioso templo, dedicado a la Trinidad hindú y a Dewi Danu, la diosa del lago.
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Su función era la de procurar agua a la isla, y por ese motivo recibe todavía actualmente la peregrinación de multitud de campesinos que piden agua para su campos.
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Si llegas temprano se consigue ver con cierta tranquilidad, aunque en seguida se llena de gente, tanto creyentes como turistas. Merece la pena cada curva de la carretera que hay que tomar para llegar hasta aquí. 1 Meru grande, 4 templos más pequeños y una estupa budista completan un complejo que se considera el segundo más importante de la isla de los mil templos, justo por detrás de Pura Besakih, y que demuestra el talante tolerante y abierto de esta gente, que unifica dos creencias en un solo espacio.
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En los templos aledaños había un espectáculo tradicional en el que niñas bailaban mientras un coro de hombres cantaban y tocaban instrumentos.
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El baile tradicional balinés es muy vistoso y colorido, y le da mucha importancia a los gestos de las manos, posición de la cabeza y piernas, incluso la dirección en que se mueven los ojos está estudiada al milímetro para contar la historia.
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Las telas, maquillajes, tocados y peinados son realmente espectaculares. Es un poco difícil de entender para el gusto occidental, pues la música suena totalmente distinta (repetitiva y con una extraña discordancia) y el baile se trata más de una sucesión de posiciones y posturas que en coordinar movimientos fluidos.
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Tras ver el espectáculo un rato, decidimos que ya teníamos suficiente y continuamos nuestro camino hacia la siguiente parada: La Catarata Nung Nung. Riasa nos recomendó ver estas en lugar de otras llamadas Git Git ya que aquellas están más llenas de turistas. No obstante, desengañaos, en Bali no hay ni un único sitio donde os encontréis, solos, sin turistas (excepto la cueva del elefante, donde no había ni un alma). El caso es que para llegar a esta cascada había que bajar como millones de escaleras de madera por entre la vegetación hasta que el rumor del agua te indica que vas llegando. Una vez allí, la vista es espectacular (me doy cuenta que esta palabra la repito mucho hablando de Indonesia).
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Es cierto que casi no había gente, así que pudimos incluso ponernos el bikini o bañador y darnos un chapuzón, a pesar del fresquito que hacía por ser una zona sombría. Tras descansar un rato y disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor, vuelta a subir las escaleras.
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Continuamos nuestro camino. Tocaban arrozales de nuevo, pero antes paramos en otra zona con unas vistas maravillosas, Los Lagos Gemelos, Buyan y Tamblingan. Hay que ascender por la carretera hasta un mirador, y, entre la bruma y el fresco que hace por la altitud, se abre la vista a estos lagos que nacen el uno junto al otro y que te dejan sin aliento.
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Comimos allí, disfrutando de las vistas, y más tarde avanzamos para ver otra de las estampas típicas de la isla: Los Arrozales de Jatiluwih. Al contrario de los que vimos el primer día, estos tienen una extensión tremenda, y las terrazas se extienden casi hasta donde alcanza la vista llenando todo de verde y agua.
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Allí, previo pago (como todo en Bali) pudimos acceder a los arrozales para dar un paseo por entre sus campos y hacer preciosas fotos con las que recordar el viaje mas adelante.
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Tras un pequeño percance en el que uno de mis compis acabó con su móvil en uno de los canales de riego (más vale que pudo recuperarlo en una de las pequeñas presas, aunque no se pudo salvar), seguimos el viaje hacia nuestra útima parada. Ver el atardecer en Pura Tanah Lot. La puesta de sol en este templo es una de las cosas que hace todo el mundo, y como está en la costa, al final de un camino, y se forman filas kilométricas yo quería evitar ir a esas horas. Sin embargo Riasa nos aseguró que si llegábamos un poco temprano no nos demoraríamos mucho y le hicimos caso. ¡Qué gran idea! Aunque lentos, no tuvimos retenciones, y llegamos con tiempo de sobra. Riasa se quedó aparcando el coche entre los cientos que había mientras nosotros nos adelantamos para disfruta del entorno.
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Aquí ocurre de nuevo lo que en muchos sitios de Bali. Está tomado por hordas de turistas que hacen que el sitio pierda parte de su encanto. Y te gustaría que no hubiera nadie, sin darte cuenta de que tú formas igualmente parte de esa horda. En fin. No obstante, el lugar es tan bonito y tan evocador que se te olvida pronto el circo que hay montado a su alrededor.
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Se encuentra situado en un islote a 100 metros de la costa, en el extremo sudoeste de la isla, y está consagrado a los espíritus guardianes del mar desde le siglo XVI en que un sacerdote lo construyó en lo alto del peñón, con una escalera tallada en la roca como acceso. Con la marea alta el templo queda aislado de tierra, y sólo con la marea baja es accesible a pie. No obstante, como la mayoría de los templos balineses, no se puede visitar el anterior. Lo que sí se puede, al atardecer con marea baja, es acercarse a una gruta bajo la roca en que unos monjes te imparten una bendición. 
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Y finalmente, pudimos ver la puesta de sol en Tanah Lot.
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Y con esta imagen me despido por hoy. Espero que no se os haya hecho muy pesado, y que hayáis disfrutado de nuestra ruta. En el próximo post os hablaré de Ubud, y de la inmersión que hicimos para ver los restos de un pecio en la zona este de la isla. ¡Feliz semana!

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