Revista Cultura y Ocio

¿Infantil? ¿Juvenil? ¿Adulta?

Por Eltiramilla

En numerosas ocasiones a lo largo de mis días en El Tiramilla me he visto inmerso en una situación de confusión a la hora de elegir hablar de éste o aquel libro; el debate sobre su catalogación surgía de inmediato entre el equipo de redactores: “es juvenil”, “no, no lo es”… Y así, mes tras mes, año tras año. Y es que, ¿en qué basarse para catalogar un libro como juvenil o no? En la edad de los protagonistas, en las motivaciones de éstos, en los escenarios descritos durante el transcurso de los acontecimientos narrados… Son directrices a seguir, aunque podemos encontrarnos con historias que logren confundirnos. He llegado a ver Wicked, de Gregory Maguire, en la sección de Literatura Infantil de unos grandes almacenes: un libro sobre política, con sexo y conspiraciones propias de libros para lectores más adultos, pero ambientado en la lejana tierra de Oz.

La Materia Oscura, de Phillip Pullman, es otra de esas sagas que uno no sabe bien dónde meter. Sus protagonistas son niños, sus escenarios y personajes secundarios son mágicos (desde brujas hasta osos parlantes, pasando por jinetes de libélulas…). Sin embargo, los temas que toca la serie, los que mueven toda la trama, son asuntos que un niño no se plantearía.

Grandes clásicos, hoy día considerados infantiles, no fueron para nada escritos con esa intención. Repletos de metáforas y cargados de mensaje, títulos como Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, o Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, han ido bailando de sección en sección en las estanterías, sin que se llegue a tener claro dónde incluirlos.

Y el más reciente caso con el que me he sentido confundido a este respecto ha sido con Las eternas, la obra que consolida a la joven Victoria Álvarez tras el éxito de su Hojas de dedalera. Pero, ¿escritora de juvenil? ¿O nos confundimos, tal vez, porque es una escritora joven? ¿Por ser joven sus libros son necesariamente juveniles? En la obra en cuestión, perfectamente ambientada en la Venecia de principios del siglo XX, nos encontramos con unos protagonistas adultos, con preocupaciones de adultos y vidas de adultos. Además, la pluma de Victoria, elegante donde las haya, con frases largas, amplio conocimiento de vocabulario, descripciones detalladas y un gusto exquisito, contrasta con el estilo rápido, sencillo, directo y a veces coloquial que se emplea en la literatura juvenil de hoy. Sin embargo, sí es cierto que la trama amorosa tiene cierta frescura que hoy día podría considerarse juvenil o adolescente, aunque yo achaco tal cosa, más bien, a la coherencia histórica a la que la autora es siempre fiel en sus magníficas ambientaciones. También tenemos el toque paranormal, centro de la historia, que suele relacionarse con las novelas juveniles.

Así pues, ¿dónde catalogar estas historias? ¿Quién puede disfrutarlas? Muchas veces las historias, los personajes, son tan grandes, están tan bien creados, que todo eso no importa. De todos modos, ¿cuánta gente de edad avanzada lee “juvenil”? ¿Y cuántos jóvenes leen “adulta”? Al fin y al cabo, y según mi opinión, no son más que etiquetas puramente comerciales. Lo importante es leer y disfrutar haciéndolo, como he hecho yo con cada uno de los títulos mencionados en este artículo.


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