Revista En Femenino

Informe contra sí mismas

Por Tenemostetas
Por Ileana Medina Hernández
Imaginaros que me diagnostican una enfermedad seria, pongamos por ejemplo, el cáncer. Imaginaros que contrato a una persona para que me acompañe durante todo el proceso, que me ayude buscando caminos, que me acompañe a los médicos, y también a los curanderos, a los sanadores energéticos o a quien sea que decida yo ir. Que me preste libros o que me dé masajes, o que me dé animos, o lo que sea. Que también contrato a un psicoterapeuta, o una tiradora del tarot para que me ayude a sobrellevar mi enfermedad ¿alguien lo vería mal?
Imaginaros que el oncólogo me ve aparecer con este coach personal que he contratado para que me acompañe, y le da por denunciarlo por intrusismo profesional, y por ser un "sacerdote del dios Mercurio" que está impidiendo que él me dé las 15 quimioterapias de rigor, y en lugar de eso me aconseja que vaya a darme flores de Bach.
Bien, podríamos pensar que estoy loca, pero que al final es mi vida y mi AUTONOMÍA como ser humano y que nadie me puede obligar a darme quimioterapia si no quiero, ni siquiera a ir al médico.
El sistema sanitario existe y está obligado a prestar un buen servicio, y a mantenerse actualizado según las últimas evidencias científicas, y a respetar los derechos de los usuarios, entre ellos y primero que todo el del consentimiento informado y el de poder tomar sus propias decisiones. Pero no es obligatorio usarlo. Es nuestro derecho, pero no nuestra obligación. El sistema sanitario existe para los usuarios, no los usuarios para él.
Pues ahora imaginemos, que en lugar de tener una enfermedad, lo que sucede es que me quedo embarazada. ¿No tendría el mismo derecho a contratar a una persona para que me ayude, me acompañe, me asesore o me dé apoyo a lo largo del proceso? Por supuesto que sí.
Informe contra sí mismas ¿Quién puede ser esta persona que me acompañe? Pues han dado en llamarse doulas, nombre que podemos discutir si es feo o bonito. A mí particularmente no me gusta. Preferiría llamarlas por ejemplo, coachs especializadas en maternidad. Sobre la legalización y regularización fiscal de estas figuras es otro debate. Yo no les he preguntado a ellas, pero me da que la cosa debe ser muy parecida a la de cualesquiera otros "coachs" personales que tanto se han puesto de moda, por ese sector se mueven las doulas, no son ni pretenden ser profesionales sanitarios. Un coach acompaña y ayuda a las personas a sacar lo mejor de sí mismos en los diferentes momentos vitales y para alcanzar sus metas, pero la decisión última es siempre responsabilidad de la persona, no puede ser de otra manera.
Existen las doulas en muchos otros países y hay ya varios estudios científicos demostrando el efecto positivo de su acompañamiento para los partos, las madres, los bebés y las familias que contratan sus servicios. (Puedes verlos aquí, aquí, aquí, aquí y aquí)
Si alguna de esas personas cometen intrusismo profesional, vendiéndose como médico, enfermera o matrona, lo correcto es denunciarla personalmente. El intrusismo es un delito individual, por el que la persona debe responder.
Pero resulta que aparece un argumento insólito: vale, tú como mujer puedes hacer lo que quieras, pero estamos hablando también de la vida del bebé!!!! 

Y ahí entramos en el otro y verdadero problema. El problema ético gordo y filosófico de fondo. ¿Somos autónomas las mujeres para tomar nuestras propias decisiones sobre nuestro proceso reproductivo?¿Hasta qué punto lo somos y hasta qué punto podríamos serlo? Yo podría, por ejemplo, no ir a ningún médico durante todo el embarazo y parir sola. No es ningún delito. Por supuesto, también puedo seguir yendo a la piscina, al gimnasio, contratar un entrenador personal, o una coach para atravesar el proceso. Y por supuesto también puedo comerme mi propia placenta si así lo deseo, meditar, hacer rituales a la diosa que me dé la gana, bailar, cantar y declamar, y elegir quién quiero que me acompañe en el parto. No es nocivo ni para la madre ni para el bebé. Ahora bien, si alguna persona me obliga a ello en contra de mi voluntad, pues entonces la denuncio, igual que puede el médico denunciar el intrusismo profesional.
A ver. Todo el mundo sabe que fumar o beber alcohol durante el embarazo es nocivo para el bebé. A las mujeres se les aconseja que no lo hagan. Pero si lo hacen, por favor, no es delito penal. También es archisabido que la lactancia artificial tiene riesgos para el bebé, que aumenta la posibilidad de padecer enfermedades como bronquitis, otitis, asma, diabetes, obesidad y otras muchas enfermedades que son más frecuentes entre los bebés alimentados con biberón. Aún así consideramos, faltaría más, que dar el pecho es una decisión personal de cada madre. También la cesárea, práctica con riesgos para la salud de la madre y el bebé, asistimos cada dos por tres a ejemplos de mujeres que la eligen como una "opción" de parto y no como una intervención de emergencia. O sea, que incluso prácticas que sí están verdaderamente probadas como riesgosas para la salud de los bebés, no prohibimos a las madres que las hagan porque forman parte de sus derechos individuales (¡incluso el aborto!).
Por tanto, argumentar que la matrona tiene competencias exclusivas para hacer ejercicios con pelotas con embarazadas, o que solo ellas tienen derecho a hablar de sexualidad con las mujeres o a hacer preparación al parto, es un disparate que no sé cómo puede ponerse ni siquiera por escrito.
Acusar a las doulas de intrusismo profesional por hacer trabajo de acompañamiento con las mujeres es tan absurdo como el ejemplo del oncólogo. Acusarlas de poner en peligro a las madres o a los bebés por aconsejar comer la placenta es ridículo (aun así no lo hacen en general). Acusarlas de obligar a las mujeres a hacer algo en contra de su voluntad sí podría ser legítimo, pero en ese caso, hay que hacerlo a nivel individual con nombre y apellidos, pues es una acusación muy seria. Como las que podríamos hacer sobre cualquier matrona que se atreva a hacer una maniobra Hamilton o a poner un enema o una sonda o un tacto o una episiotomía sin el consentimiento previo de la mujer.
Este Informe Doulas, mal redactado, mal presentado, sensacionalistamente vendido en programas de televisión de pacotilla, sin incluir ni siquiera una sola referencia científica en su bibliografía, parece más bien un informe de algunas matronas contra sí mismas.* Quiero creer que no todas las matronas, ni mucho menos todo el personal sanitario, opina de este modo. Tengo fe en el sentido común, en la formación científica y en la buena fe de la mayoría de nuestro personal sanitario, de las matronas, obstetras y hospitales que se esfuerzan cada día en mejorar la humanización de partos y nacimientos.
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Nota: *"Informe contra mí mismo" es el nombre de un libro del escritor cubano Eliseo Alberto que he parafraseado aquí. 


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