Revista Cultura y Ocio

Injusta justicia

Por Aceituno
Planetario de Madrid, julio de 2015. Fotógrafo: Daniel Ramos.

Esta imagen fue tomada por un enorme mega telescopio de la NASA, y es una de las primeras estrellas que existen en el firmamento, por lo tanto está lejísimos. Se trata de una foto que capturé en el Planetario de Madrid hace pocos días. Las siguientes imágenes las tomé en mi casa, a una bola de vidrio con burbujas en su interior que sirve como pisapapeles. El evidente parecido me hizo relacionar lo infinito con lo cercano, lo mucho con lo poco, ya sabéis, los contrastes.

Injusta justicia

Y cuando uno piensa en los contrastes resulta que la comprensión se hace más sencilla a primera vista porque te das cuenta de que “lo mucho” no puede existir sin “lo poco” y “la nada” no sería sin “el todo” y así sucesivamente. Pero entonces te terminas metiendo en un berengenal que finalmente no sirve para nada porque llegas a la conclusión de que cuanta más luz hay, también hay más oscuridad, es decir, que cuanto más enfermo estoy también estoy más sano. Y eso sí que no lo entiendo.

Pocas son las cosas que entiendo. Entiendo que no existe la justicia de ningún tipo más que la que se ha inventado el hombre para poder vivir en sociedad sin matarse, esa justicia simple que, además, cambia según los países y hasta según las regiones, así que ya me dirán que justicia es esa que 5 km. más allá es diferente. Pues eso: una justicia de andar por casa, que ni es justa ni es na y que solo sirve para mantener ocupados a los abogados, fiscales, jueces, procuradores, etc. Reconozco que es mejor lo que hay antes que nada, pero todos sabemos que es imperfecta, lenta e ineficaz. Y encima se puede comprar con dinero.

El caso es que la otra, la justicia divina que nos trata a los hombres por igual, esa sí que estoy seguro de que no existe. La vida en el Planeta Tierra es azarosa, aleatoria, a ti te toca un terremoto, a mí un cáncer, pues a mí me tocó una leucemia y solo tengo 2 años, a este otro una inundación, a ella la violaron, yo tengo sida, a mi me chocaron con el coche y me hicieron mierda la columna, a mi hijo lo mataron por una absurda pelea en el fútbol, mi marido me maltrataba y ayer mató a mis dos hijos, mi aldea se ha quemado entera en el incendio, el tsunami arrasó con mi pueblo…

Y todos sabemos que podría seguir con esta lista de los horrores durante muchas páginas porque todos leemos los periódicos y vemos las noticias a la hora de comer. No deja de tener su punto de gracia esa escena ¿no? Millones de personas comiendo en familia, en un momento íntimo y feliz, mientras ven como más de la mitad del planeta lo pasa de puta pena y simplemente diciendo “Joder, cómo está el mundo… ¿me pasas el puré amor?”. Así somos ¿lo veis? A todos y cada uno de nosotros nos falta ese sentido global de la justicia. Siempre pensamos que los ofendidos fuimos nosotros y que los torpes y los culpables fueron los otros.

“Parad el mundo que me bajo”, decía Grouxo Marx. Pues eso.


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