Revista Cultura y Ocio

Instagram y los padres de Chihiro

Publicado el 23 abril 2022 por Molinos @molinos1282
Instagram y los padres de ChihiroEn la película El viaje de Chihiro hay una escena aterradora. Los padres de Chihiro no hacen caso a la advertencia que su hija les hace de no entrar en un parque de atracciones abandonado y acaban convertidos en cerdos que no paran de tragar toda la comida que les ponen delante sin fijarse en nada más. 

Ultimamente esta escena me viene a la cabeza cada vez que entro en Instagram y veo como mucha gente se queja de que el algoritmo maltrata su contenido, de que tienen que estar publicando todo el tiempo para que les lleguen seguidores, atención, interacciones, clics, comentarios y demás. En España estamos ahora surfeando la cresta de la ola en Instagram y creyéndonos los reyes del mundo (yo no). Como llevo muchos años por aquí y sé como de maligna es la mente de algunos lectores (alguno de los pocos que se dejan caer por aquí ahora) sé que alguno estará frotándose las manos y pensando "Ja, ya sé que comentario inteligente voy a dejar: «pues para no creerte la reina del mundo, hablas mucho de IG, si no te gusta para que lo usas». 

Instagram me hace gracia y me entretiene, me parece la banalidad más absoluta y me divierto. Ahora que en el Hola ya no conozco a nadie y además hacen un uso del photoshop tan extremo que creo que debería pasar a llamarse Hola Today, IG me sirve para ver casas bonitas que son mentira, historias de amor que son mentira y ver anuncios. Estoy muy a favor de la frivolidad, las mentiras brillantes y la publicidad engañosa. Lo que me preocupa y preocupa en sitios donde la cresta de la ola está revolcando a los entusiastas surferos de instagram es que ha convertido a la audiencia en vagos redomados. La gente ya no quiere ir a ningún sitio a buscar algo, ni siquiera quiere leerlo o tener que teclearlo en el buscador, quiere que una foto (sin mucho texto que me aburro) o un vídeo corto con un link donde pueda pinchar (porque como va a retenerlo en su memoria y buscarlo luego) le acerquen absolutamente todo. Ya no hay interés en buscar, en encontrar. Todo es "lo que me des y, por favor, machacadito, que no tenga ni que pensarlo, ni recordarlo, ni mucho menos buscarlo". Si tienes un blog tienes que contarlo en IG, si tienes una tienda tienes que estar poniendo fotos todo el día, si tienes un negocio, no dejes de hacer stories absolutamente banales y llenas de links, porque si dejas un solo momento de alimentar la máquina, caerás en el olvido. 

Por lo visto y esto no lo controlo porque yo no uso IG (ni twitter ni el blog) para ganar dinero ni influencia ni promoción, el algoritmo es un ente maligno, como el parque abandonado de la peli,  que va en contra de los creadores, que los penaliza si no están todo el día creando, vomitando contenido para que otros que, convertidos en los padres de Chihiro, lo engullan sin mirar. Veo a gente agotada "creando contenido" todos los días para no dejar de ser relevante y a mucha gente que si algo no está en IG cree que no existe.

Pero, 

vamos

ver

¿Estamos tontos? 

¿No es hora de pararse a pensar?

Si tu tienes un negocio y tienes tu cuenta de IG y muestras tu negocio, tus cositas y tal... y, de repente, la gente deja de hacer clic o de escribirte o de comprarte, ¿el problema es el algoritmo o que tus clientes, la gente, todos nos hemos vuelto gilipollas? ¿Somos los padres de Chihiro? A lo mejor esa gente que te escribía que le encantaba tu producto, tu cuenta, tus fotos, tu contenido, no apreciaba tu producto, tu cuenta, tus fotos, tu contenido...simplemente se lo tragaba porque tropezaba con él, porque le caía encima por el comedero automático de IG. 

Pensemos.

A lo mejor el problema no es el algoritmo, a lo mejor es que nos hemos vuelto idiotas o vagos o unos vagos idiotas. No queremos buscar nada porque "no tengo tiempo". Idiotas, vagos y mentirosas. ¿No tienes tiempo y pasas horas mirando IG o FB o Twitter? Claro que tienes tiempo pero no te da la gana. Claro que tienes tiempo pero no quieres reconocer que te has vuelto idiota. Quieres los destacados de IG, y las stories, y el servicio de entrega de lo que sea que compres en 24 horas. 

A mí no se me olvida donde está mi pastelería favorita, ni las librerías que me gustan ni dónde comprar la tinta con la que más me gusta escribir. Y no hablo solo de tiendas físicas, busco la web en el que sé que mejor revelan las fotos y donde hay descuentos para comprar mis sandalias favoritas. Tengo un lector de feeds en el que entro cada mañana y reviso todos los blogs o publicaciones que me interesan. Busco los artículos que me interesan en el periódico y leo newsletters. Y cuando no encuentro algo, lo busco, tecleando combinaciones diversas, en Google. Esto de buscar y encontrar no siempre es fácil porque aquí hay otro problema. Mucha de la gente que anda ahora corriendo y creando contenido en pildoritas ridículas de fácil digestión, tuvo un día un blog, una web. Un sitio en el que escribía con pausa, daba explicaciones y redactaba textos, un sitio con un buscador y etiquetas, con la información organizada. Muchos, la mayoría, lo abandonó o lo dejó ahí, aparcado. Todo lo que crea está ahora a merced del parque de atracciones maldito que ni ordena, ni explica y en el que es imposible encontrar nada. Hay que tragarse lo que te dé. Y ¿qué pasa si mañana esa red social desaparece? ¿Se esfuma? 

No veo muchas soluciones a este problema. De hecho la única solución que le veo al hechizo que nos ha convertido en cerdos con orejeras y enormes tragaderas sería, de hecho, que IG desapareciera, que se esfumara y despertáramos saliendo de esa rueda infernal. Que abriéramos los ojos y fuéramos a buscar lo que nos interesa o podría interesarnos, que sintiéramos curiosidad para movernos, para ir más allá de lo que sale a nuestro encuentro. 

No sé. En los podcasts americanos que escucho, en los artículos que leo, hay un run run en el ambiente, se dice, se comenta, se murmura que vuelven los blogs. 

Será los que se han ido, me digo yo a mí misma. 


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