Revista Psicología

Inteligencia Emocional en la Infancia

Por Psicoabreu Psicólogos Málaga Psicoabreu @psicoabreu
Inteligencia Emocional en la Infancia

Generalmente los padres quieren una educación para sus hijos que les permita llegar a ser felices y responsables en su vida adulta. Para ello, no es suficiente con aprender materias académicas, sino que es preciso enseñarles su mundo de emociones para convertirse en personas más habilidosas con objeto de afrontar mejor las dificultades de la vida.

La inteligencia emocional según Goleman es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones.

Toda ella está formada por numerosas capacidades, como el pensamiento positivo, control de impulso, la autoestima, etc. Así, el déficit de alguno de ellos puede desencadenar problemas psíquicos en el futuro.

La persona inteligente emocionalmente desarrolla competencias, habilidades y destrezas que le llevan a un adecuado control de las emociones y manejo de los sentimientos que muestran los demás desarrollando empatía que es factor imprescindible para solucionar los problemas en la niñez.

Mejorar la inteligencia emocional lleva toda la vida y depende de los cambios que se produzcan en ella. Por eso es tan importante dedicarle tiempo a nuestro hijo para el desarrollo de su inteligencia. Los comportamientos que aprenden los niños son imitaciones de lo que ven de los adultos. Así, es importante que los padres hablen de cómo se sienten y por qué lo sienten; favorecer que los niños hablen e identifiquen sus emociones y que aprendan a encauzarlas como lo hacen su padres, etc.

Inteligencia Emocional en la Infancia
Existen variedad de emociones y ya los niños desde pequeños las experimentan: miedo, sorpresa, rabia, alegría, tristeza, etc. Es en la infancia cuando el niño va poniendo nombre a sus emociones y empieza a observar cuáles son sus cambios físicos. Por ejemplo, cuando un niño siente ira si no sabe que es una emoción que se pasa y que puede controlar no lo hará. Por esta razón, los padres son figuras imprescindibles en la educación emocional enseñándoles cuales son las conductas adecuadas y sus consecuencias.

Para llegar a ser inteligente emocionalmente es necesario el desarrollo del autocontrol, empatía, auto motivación, expresar y conocer las emociones propias y de los demás, etc. Esta madurez emocional tendrá repercusiones en todas las áreas de su vida.

Se ha demostrado que los niños con alta capacidad emocional tienen más seguridad, son más felices y están mejor preparados para enfrentarse a las dificultades de la vida.

Por Marta Garrido González. Psicóloga Colaboradora de Psicólogos Málaga PsicoAbreu.


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