Revista Ciencia

Inteligencia y evolución

Publicado el 06 febrero 2011 por Carerac @abcienciade

Sthepen Jay Gould escribió “La Falsa Medida del Hombre” en 1981,donde  realiza un amplio estudio sobre las diferencias entre las jerarquías sociales y como las clases superiores han buscado,  a lo largo del tiempo, excusas para perpetuarse en los peldaños superiores de la jerarquía, son los inteligentes.

Inteligencia y Evolución (primera parte)

Sthephen Jay Gould se doctorò en paleontología en 1967 en la Universidad de Columbia, estudiando los fósiles de caracol de la época del Pleistoceno. Su contribución al conocimiento de la teoría de la evolución es una de las más importantes y polémicas. A lo largo de su vida escribió más de 20 libros, 100 comentarios a publicaciones, cerca de 500 trabajos científicos y 300 artículos en Natural History, revista mensual en la que publicó ininterrumpidamente durante más de veinticinco años. Recibió más de cuarenta grados honoríficos, además de haber sido presidente de la AAAS,  de la Paleontologicac Society.

Gould puede considerarse como un intelectual, pues su campo de conocimiento no solo incluía la paleontología y la biología evolutiva sino también la historia de la ciencia, el arte, la ciencia política e incluso beisbol. Una de sus pasiones era difundir el conocimiento científico al público no especializado. Varios de sus libros como El pulgar del Panda, La falsa medida del hombre, La vida maravillosa  fueron premiados.

Fue un científico polémico, sus trabajos de investigación podían ser apreciados o criticados, pero nunca fueron ignorados. Podría considerarse a Gould como el sucesor de Darwin. Amplió, junto con su colega Niles Eldredge  el concepto de evolución, con su teoría del equilibrio punteado.

La teoría del equilibrio punteado cuestiona el concepto de evolución como un proceso gradual y continuo, tal como puede esperarse de la teoría de Darwin. Gould  y Eldredge proponen un modelo en que la evolución puede producirse a saltos. Llegan a esta conclusión después de analizar los registros fósiles que muestran a menudo unas sustituciones bruscas de especies o explosiones evolutivas en periodos concretos, como la conocida explosión cámbrica.

La explicación es sencilla. Por alguna circunstancia se produce una  pequeña variación genética que afecte al organismo, pero no a su capacidad de reproducción, al cabo del tiempo la población permanece estable hasta otro cambio. De esta manera la selección natural queda en un segundo plano y es la modificación del genoma la clave de la evolución. Es la teoría del equilibrio punteado, la evolución es la adaptación a los ambientes cambiantes, no significa progreso.

Resumiendo, la evolución no es lineal y progresiva, sino abrupta. Existen grandes períodos de equilibrio donde evolutivamente no sucede nada, las especies no cambian. Pero de repente (a escala geológica millones de años) se producen cambios rápidos y sustanciales, las puntas del cambio evolutivo.  

Esta manera de considerar la evolución como un cambio a saltos y no como un proceso gradual le hizo enemistarse con los representantes de la sociobiologia, el creacionismo y la teoría del diseño inteligente. Y es que Gould era consciente que cualquier actividad humana ocurre dentro de un contexto social y por tanto las influencias culturales repercuten en el trabajo científico.

Para comprender los misterios del mundo en que vivimos es necesario que la investigación científica se adentre en el campo de la historia de la ciencia. Pues evaluar las causas que permitieron que la historia siguiera un camino y no otro nos ayuda a comprender que preguntas tenemos que hacer y que respuestas buscamos.

Stephen Jay Gould escribió por primera vez “La falsa medida del hombre” en 1981 como respuesta al auge del determinismo biológico. Gould analiza y critica las distintas formas que a lo largo del tiempo se han utilizado para medir la inteligencia. Y como estas medidas se han utilizado para justificar de forma científica los derechos de la clase dirigente para perpetuarse en su escala social dominante.  

S.J.Gould a lo largo de todo el libro muestra una gran preocupación por los desastres a que han conducido las falsedades argumentadas en clave científica. Se propone desenmascarar estas falacias de la ciencia utilizada con propósitos injustos, dice textualmente hablando del determinismo biológico:

“Pasamos una sola vez por este mundo. Pocas tragedias pueden ser más vastas que la atrofia de la vida; pocas injusticias, más profundas que la de negar una oportunidad de competir, o incluso de esperar, mediante la imposición de un límite externo, que se intenta hacer pasar por interno”

Desde muy antiguo se ha intentado mantener una sociedad jerarquizada, los justos y sabios formando la clase dominante y dirigente. Los mendigos e ignorantes en la clase más baja. Gould empieza contando como Sócrates propone una sociedad construida artificialmente y ex profeso según la condición impuesta a sus ciudadanos por la clase gobernante. Esta sociedad se dividiría en tres clases: clase mandataria, clase ayudante y clase obrera. La condición de pertenencia a cada clase será debida a la educación y cada clase recibirá una educación diferente desde la infancia.

Platón en “La República”, escrito en forma de dialogo entre Sócrates y otros personajes, discute la organización del Estado ideal. Sócrates aconseja que se diga a los ciudadanos que Dios ha dado a cada uno una forma diferente, a los que tienen la capacidad de mandar, les ha puesto oro; a los ayudantes plata; a los obreros bronce y hierro. Gould considera que no hay mucha diferencia entre este cuento sobre metales al cuento actual del determinismo biológico sobre genes.

“Los metales han sido reemplazados por los genes (aunque conservemos algún vestigio etimológico del cuento de Platón en el uso de la palabra “temple” para designar la dignidad de la persona. Pero la argumentación básica sigue siendo la misma: los papeles sociales y económicos de las personas son un reflejo fiel de su constitución innata. Sin embargo, un aspecto de la estrategia intelectual ha variado. Sócrates sabía que estaba mintiendo.”

Gould, consciente de la importancia de la historia cultural, quiere desmitificar a la ciencia como una empresa objetiva.

“Lo que pienso es, más bien, que la ciencia debe entenderse como un fenómeno social, como una empresa valiente, humana, y no como la obra de unos robots programados para recoger información pura.”

En este aspecto, el científico se encuentra influenciado por su cultura. Dentro de un contexto cultural, el científico hace preguntas y encuentra respuestas. Las condiciones culturales impondrán inconscientemente la forma de hacer las preguntas y esta condiciona la forma de obtener las respuestas. De esta manera Gould exculpa a los científicos que se han equivocado, lo han hecho con la mejor voluntad científica, pero desconociendo sus propios intereses que han sido condicionados por su educación cultural.

Según Gould se comenten dos graves errores o mentiras, la reificación y la gradación.

Reificación: tendencia a convertir los conceptos abstractos en entidades reales.

Gradación: tendencia a ordenar la variación compleja en una escala gradual lineal ascendente.

La aplicación de estas mentiras ha conducido al extremo de aplicar un único criterio para medir uno de los parámetros más difundidos de nuestra especie, la inteligencia. Se mide utilizando el denominado test o coeficiente de inteligencia (CI). Así pues, la inteligencia deja de ser una laboriosa complejidad cerebral y pasa a ser solamente lo que mide el test de inteligencia. Gould lo considera un reduccionismo absurdo.

Estas falacias han sido propagadas por diferentes científicos que creían firmemente en ellas como verdades empíricas. Incluso le dieron nombre, poligenia. Consideran que las diferentes razas humanas han sido creadas por separado.

Louis Agassiz (1807-1873) consideraba que los negros deben ser adiestrados para el trabajo manual y los blancos para el intelectual. Samuel George Morton (1799-1851) quería demostrar la jerarquía entre las razas basándose en la característica física del cerebro, sobretodo en su tamaño. Para ello midió el tamaño del cráneo de diferentes tipos, como caucásicos, americanos, judíos, asiáticos y africano. Curiosamente obtuvo un valor alto para el caucásico respecto todos los demás.

Stephen Jay Gould demuestra que estos resultados son fruto de errores de medición y cálculos estadísticos. Gould lo disculpa parcialmente, diciendo que Morton estaba culturalmente condicionado a obtener y creer en este resultado. La subjetividad cultural del científico falsea el resultado objetivamente científico.

En la segunda mitad  del siglo XIX el afán científico por obtener resultados numéricos a partir de la experimentación condujo a creer que los resultados obtenidos a partir de mediciones rigurosas eran incuestionables. Uno de los primeros en realizar extensas mediadas fue Francis Galton (1822-1911), primo de Darwin, padre de la eugenesia y precursor de la estadística moderna. Creía firmemente que con suficiente empeño e inventiva, todo podía medirse y cuantificarse para un fin científico. Aprovechando la Exposición Internacional de 1884, instalo un laboratorio en la exposición donde por poco dinero se efectuaban mediciones del cráneo y tests a las personas que pasaban por allí. El laboratorio se hizo famoso y atrajo a muchas personas. Naciendo de esta manera lo que podríamos considerar una fiebre científica en la medida del cráneo. Llegando hasta nuestros días como determinismo biológico. Así defienden que las jerarquías sociales existentes entre los grupos más y menos favorecidos obedecen a los dictados de la naturaleza; la estratificación social constituye un reflejo de la evolución biológica.

Una o mentiras más difundidas es el de la relación de la inteligencia con el tamaño del cerebro. Su impulsor fue el cranometrista Paul Broca (1824-1880), profesor de cirugía clínica en la facultad de medicina. En 1859 fundó la Sociedad Antropológica de París, dando una gran importancia al tamaño del cerebro en el estudio de la antropología, decía:

“En general, el cerebro es más grande en los adultos que en los ancianos, en los hombres que en las mujeres, en los hombres eminentes que en los de talento mediocre, en las razas superiores que en las razas inferiores…A igualdad de condiciones, existe una relación significativa entre el desarrollo de la inteligencia y el volumen del cerebro.”

Mucho tiempo ha pasado desde entonces y con el auge del determinismo los argumentos craneométricos perdieron gran parte de su prestigio en el siglo XX. Pero fue solamente para pasar a otro argumento igualmente peligroso, las pruebas de inteligencia.

En 1970 el antropólogo surafricano P.V.Tobias denunciaba el mito según el cual el tamaño del cerebro tenía alguna relación con la inteligencia. Y por tanto la clasificación de los grupos humanos en este sentido carecía de sentido. En definitiva nunca se ha demostrado la existencia de tales diferencias independientemente del tamaño del cuerpo y de otros factores distorsionantes.

El concepto de evolución transformo el pensamiento humano a lo largo del siglo XIX, se usó y se abuso de la teoría de la evolución. Los creacionistas como Agassiz y Morton y los evolucionistas como Broca y Galton encontraron datos en el tamaño del cerebro para establecer distinciones entre los grupos humanos. Para finalmente darles una apariencia científica utilizando o mejor dicho mal utilizando la evolución darwinista.

Gould cita otros dos argumentos en la utilización indebida de la teoría de la evolución. El primero es el de la recapitulación, a menudo resumido en la frase poco inteligible de “la ontogenia recapitula la filogenia”. El segundo es la hipótesis acerca del carácter biológico de la conducta criminal. Ambas teorías buscan signos morfológicos que caractericen a diferentes grupos humanos para obtener la justificación científica para la discriminación de los marginados e indeseables. La clase dominante adquiere otra vez un mecanismo para su perpetuación en lo alto de la pirámide social.

El zoólogo alemán Ernst Haeckel utilizando la teoría biológica creacionista sugirió que el desarrollo embrionario de las formas superiores podía servir de guía para deducir el árbol de la vida. Creía que a lo largo de su formación embriológica cada individuo pasa por todos los estadios evolutivos de sus antepasados. Es decir, cada individuo en su creación embriológica escala su propio árbol genealógico. Así, las hendiduras branquiales que se observan en el embrión humano al comienzo de su desarrollo, representan el estadio adulto de un pez, en un estadio superior la aparición de una cola revela la existencia de un antepasado reptil o mamífero.

Esta idea se propago hacia otras disciplinas, ejerciendo una influencia decisiva. Tanto es así, que Sigmund Freud la utilizo en su teoría del psicoanálisis. El concepto parricida de Edipo en los niños pequeños debía corresponder a un episodio real protagonizado por unos antepasados adultos.

Pero donde más se aplico la recapitulación fue en la distinción entre negros y blancos. Los negros adultos, las mujeres y los blancos de las clases inferiores eran como los niños blancos varones de las clases superiores. La recapitulación se convirtió en una idea fundamental para la teoría del determinismo biológico. Tesis que permitía justificar el imperialismo.

El segundo argumento fue ampliamente desarrollado por Lombroso en su teoría del hombre criminal. Como medico que era, desarrollo la antropología criminal a partir de observar las diferencias anatómicas que podrían distinguir a los criminales de los locos. Creyó ver que los cráneos de los criminales se parecían a los de los simios, así pues, los criminales eran seres humanos que aun poseían caracteres ancestrales hereditarios que los hacían comportarse como un mono o un salvaje y en nuestra civilización moderna su conducta se considera criminal.

Según este concepto el crimen tiene raíces biológicas, los criminales pertenecen a un estadio evolutivo inferior al hombre blanco respetable. Incluso se llegó a relacionar la epilepsia con la criminalidad. Causando una gran consternación entre los epilépticos, al ser considerados gente moralmente reprochable.


   


Volver a la Portada de Logo Paperblog