Introspección táctica: Diego Pablo Simeone

Año nuevo, secciones nuevas. A las ya conocidas por todas ustedes, se le suma ésta, en la que recorreremos las mentes y la vida de distintos entrenadores; lo que nos permitirá analizar distintos signos de su juego, de su vida como jugador, de su pasado, presente y futuro. “Introspección táctica” presenta en su primera edición a Diego Pablo Simeone, el argentino que arribó recientemente en el fútbol español.

Diego Pablo Simeone nació el 28 de abril de 1970 y gozó de una trayectoria como futbolista merecedora de una mención por sí misma. Surgido de Vélez, el Pisa de Italia lo fichó a los dos años y vivió experiencias múltiples y durante mucho tiempo por Europa. Tras tres temporadas en el modesto club tano, el Sevilla de Carlos Salvador Bilardo lo contrató y perteneció al club andaluz hasta 1994 cuando el Atlético Madrid se hizo dueño del pase y fue testigo de sus mejores momentos como futbolista.

Aun es ídolo en la capital española y lo recuerdan por el doblete obtenido (Liga y Copa del Rey) en 1996 cuando era capitán del conjunto conducido por Antic. En 1997 decidió continuar su carrera en el fútbol italiano pasando por Inter y Lazio, obteniendo títulos en ambos conjuntos para retornar en 2005 a su amado Aleti y retirarse un año después en Racing de Avellaneda, club del que es hincha.

En la selección participó del Mundial 1994 con el Dream Team de Basile, fue la piedra filosofal con Passarella en el 98 y se empapó de fútbol con el Bielsa líder de las Eliminatorias y de triste final en Corea Japón. Convirtió once goles y ganó la medalla de plata en Atlanta 1996.

Se podría decir que como jugador pudo nutrirse de cierta base para poner en práctica. Además, siempre se caracterizó por ser un jugador pensante, correcto y con voz de mando tanto dentro como fuera del campo de juego. La posición de volante central tiene como característica –o necesidad- un jugador cerebral capaz de relevar a un lateral, de ser salida o poner un pase en profundidad y el Cholo siempre tuvo “el fútbol en la cabeza”.

En su época de jugador, en el Atlético

Su inicio en el banco fue abrupto ya que tuvo que abandonar el fútbol de improviso para tomar las riendas de sus excompañeros quienes pasaron a ser sus dirigidos en Racing Club. El debut fue ante el Independiente de Sergio Agüero, que superó con comodidad a un combinado de juveniles que poco pudo hacer ante la destreza del diez Rojo. A pesar de todo, en las siguientes fechas el equipo retomó y terminó el certamen de buena manera.

Fernando De Tomaso nuevo gerenciador de Blanquiceleste decidió en su momento contratar a Reinaldo Merlo, por lo tanto, el Cholo dejó su lugar. Arribó a los pocos días a Estudiantes para reemplazar a Burruchaga y dirigir a un excompañero suyo, Juan Sebastián Verón.

En su primer certamen se consagró campeón en la famosa final vs. Boca de La Volpe y conformó un equipo memorable. Le dio vida al tándem Braña-Verón, destapó a Sosa, Pavone y Angeleri, hizo renacer a Andujar, entre otros. El 7-0 a Gimnasia, los cinco triunfos al hilo en el tercer torneo dirigido por el Cholo y demás estadísticas favorables al equipo le permitieron al conjunto platense levantar la vara.

Tras una salida conflictiva, llegó a River donde salió campeón y meses después fue entrenador durante gran parte del torneo del equipo que terminaría último. En la consagración apostó por un rejunte de figuras de mitad de cancha hacia adelante con el que obtuvo fútbol de alto vuelo y mereció dicho título. Belluschi, Ortega, Buonanotte, Falcao, Abreu y desde el banco Alexis Sánchez fueron algunos de los presentes.

A mediados de 2009 se hizo cargo de San Lorenzo aunque tras muchas ilusiones inaugurales, duró un torneo y medio con malos resultados. Su revancha tardó en llegar y fue en enero de 2011 cuando Catania lo contrató para salvar a la institución del descenso. Obtuvo el resultado buscado, fue dueño de la mejor marca del club siciliano en el Calcio y potenció a Maxi López, actualmente buscado por los grandes de Europa.

Por motivos familiares retornó a Argentina y el elegido fue nuevamente Racing, quien lo recibió. Seis meses después renunció por mala relación con la nueva dirigencia y reprobado por el público a pesar del segundo puesto y los sólo dos partidos perdidos. En Avellaneda se ganó el mote de defensivo y bajo ese rótulo llegó a Atlético Madrid para salvar a un sinsentido Colchonero vagabundo en la mitad de tabla. Su inicio fue alentador y dejó atrás todas suspicacias. Un empate en cero ante el multimillonario Málaga y goleadas por tres y cuatro a cero ante el Villarreal y la Real Sociedad respectivamente le dieron oxígeno.

En pleno festejo del título con Estudiantes, con su amigo Juan Sebastián Veron

Resulta complicado hablar de un estilo para Simeone. Se caracteriza por la versatilidad a la hora de modificar esquemas según el rival y por superpoblar el mediocampo. En Estudiantes su número preferido fue el 4-4-2 con un Verón más suelto como enlace, dos centrodelanteros y dos carrileros fundamentales. En River apostó por el 4-2-3-1 sin volantes por las bandas pero con mucha presencia en tres cuartos de cancha, aunque a veces varió en un 3-5-2 con Ponzio como líbero y los laterales como carrileros.

Tras su paso por el Catania en una Liga mucho más táctica y al pertenecer a un equipo que suele ir de punto, tomó algunos vicios que lo llevaron a ser considerado defensivo. Este comentario resulta infundado ya que se debe analizar cómo para a los equipos desde el minuto cero. Sí es cierto que en Racing le costaba mantener la ventaja. De todos modos, probablemente esto esté más relacionado a su juego vertical o “concreto” –como él mismo se definió- que no le permite tener la pelota y que le suele pasar a los equipos de Marcelo Bielsa, uno de sus modelos.

Sus equipos son intensos, hiperquinéticos, tal como él se mueve desde la línea de cal dando indicaciones y luciendo impecables trajes Armani u otras marcas internacionales. En este último proyecto y con energías renovadas hace hincapié en mantener la pelota lejos de su propio arco, cortar en la mitad de la cancha y no sufrir sobresaltos. De este modo, no recibió goles en tres fechas. No se pone colorado si gana jugando mal (“prefiero atacar una vez y meter un gol, que llegar 15 veces y no marcar ni uno”), aunque hace el trabajo para “atacar quince veces y meter quince goles”.

Tal vez la relación con los jugadores sea el ítem a reforzar para Diego Pablo. Sus idas y venidas con Ortega y supuestas borracheras con él mismo, el cruce con Teófilo, las palabras polémicas con Toranzo y el “Racing es un teatro de revista” de Hauche son algunos antecedentes de cabaret.

A pesar de ser un entrenador joven, ostenta varios años de experiencia, con algunos títulos en su haber. Polémico a veces, se ha visto en el ojo de la tormenta acusado de defensivo. Ahora intenta redimirse en el Atlético Madrid y pisar firme en Europa. Con varios matices, entendemos que era el indicado, de los DT´s en actividad, para representar esta primera edición de la sección.