Revista Ciencia

Investiga pero no molestes

Por Rubén Portas @RubenPortasP

Hace ya casi un año se publicó un libro que recomiendo a todo naturalista y amante de la naturaleza: “Introducción a la Conservación de las Especies” de Jose Luís Tellería. Ediciones Tundra.

El apartado “Retos de la Conservación” del Capítulo 1. “Biología de la Conservación” es muy interesante y puede servir para comprender y poder valorar el debate existente sobre la gestión no basada en la ciencia disponible de algunas especies. Incluso, la carencia de datos no justifica una gestión a ciegas. En ese sentido, es especialmente interesante el siguiente párrafo:

Es tan impropio sacar conclusiones sobre las causas del declive de una especie sin aplicarlas a su conservación como tomar decisiones de manejo sin saber lo que está ocurriendo. Sin embargo, es frecuente que haya una gran incomunicación entre científicos y gestores que reste eficacia a los recursos adscritos a la gestión conservacionista. Por eso, es importante reflexionar sobre el papel de los científicos en el campo de la conservación de las especies.”

Entonces, ¿Quienes son los científicos esos y qué papel tienen?

Pues, un científico es aquella persona que participa o realiza una actividad sistemática para adquirir nuevos conocimientos, es decir, que practica la investigación científica. Un científico es un individuo que utiliza el método científico que es usado para diagnosticar los procesos implicados en un determinado evento (como el declive de una especie) con el fin de manejarlos de acuerdo con unos objetivos prácticos (como la recuperación de sus poblaciones).

Esto se llama también Ciencia Aplicada y entre las ciencias aplicadas, podemos encontrar la Biología de la Conservación.  Este es un término acuñado por Michael Soulé en un artículo publicado en 1985 en el cual, el autor presentó estos cinco principios fundamentales que definieron la naciente ciencia de la biología de la conservación:

1. Se debe preservar la diversidad de especies y la de las comunidades biológicas.

2. Se debe evitar la extinción de las poblaciones y de las especies.

3. Se debe mantener la complejidad ecológica.

4. La evolución debe continuar.

5. La diversidad biológica tiene un valor intrínseco.

Del último punto profundizaremos en la próxima entrada.

Tras la exposición de estas definiciones y conceptos, nos preguntamos ¿Por qué entonces no se deja a los científicos obtener datos que nos permitan buscar soluciones?

No es esta una pregunta trivial y hasta ahora ha permanecido sin respuesta por parte de muchas administraciones y entes gestores. En algunos casos, a pesar de poseer informes y artículos llenos de datos valiosos, no se aplica la ciencia y los hallazgos no afectan a la gestión. ¿Pero, por qué?

Pues, porque a veces (no pocas) los resultados obtenidos de modo científico chocan con intereses políticos y populares. Como ejemplo más claro, cuando el conservar una especie supone una serie de restricciones a los usos humanos (ganadería, caza, urbanización, turismo, aprovechamientos madereros, etc.). A menudo se busca soluciones para mantener a todos (y a nadie) contento; es la llamada Compatibilización. Escucharéis este término en muchos lugares cargando discursos vacíos de contenido (y ciencia) pero unido al uso de otras palabras clave (desarrollo, sostenibilidad, etc) que sirven en su conjunto como auténtico lavado de cerebro de masas.

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Otras veces los discursos están llenos de buenas intenciones que en algunos casos se quedan en eso, en un cúmulo de buenas intenciones y que no se llevan a la práctica (buen ejemplo es la veda o prohibición de ciertas actividades o usos en un entorno que se pretende proteger o porque una especie amenazada y especialmente sensible a ciertas actividades o usos mora el lugar). Al final, sucede que se crean regulaciones especiales para “compatibilizar” ciertos usos o actividades en esos entornos sin evaluar el impacto de los mismos.

En otros casos, lo que se aplica es la letra pequeña aprovechándose de las ambigüedades del documento que se redacta para no tener las manos atadas (como el famoso ejemplo de “sólo en casos justificados y como excepción, se realizarán controles de la especie X durante su época de reproducción“). Al fnal, la excepción pasa a ser la regla…

Entre estos documentos podemos hallar gran parte de los planes de gestión, recuperación y conservación de especies de fauna o flora. En este sentido, el libro de Tellería tiene un párrafo que merece destacar:

Es normal, que los científicos tengan problemas para defender su método de trabajo en un contexto profesional en el que se suelen pedir soluciones concretas y exitosas. Incluso como coartada para defender unos determinados objetivos. ¿Por qué adoptar una medida de conservación costosa o impopular si el responsable del diagnóstico no está convencido de haber acertado?

Además de todo lo anterior mencionado, la aplicación de medidas de gestión precisa de una evaluación para comprobar si se alcanzan los objetivos previstos. La necesidad de analizar de forma continua si las medidas de gestión coinciden con las predicciones se llama Manejo adaptativo y es un término acuñado por Bud Holling en 1978 y desgraciadamente desconocido por muchos.

Obviamente, si se aplican medidas diferentes a las aconsejadas por la ciencia, los objetivos no deberían cumplirse. Pero, si nadie lo valora de modo científico, nadie lo sabe y no sale a la luz la mala gestión realizada (que va unida en muchos casos a un despilfarro de fondos públicos).

Después de todo lo expuesto anteriormente, sólo queda valorar cuantos de los planes de conservación, gestión o recuperación de especies están basados en datos científicos, aplican la ciencia a la gestión y son evaluados por un ente independiente y autónomo en función de sus resultados y logros conseguidos.

¿Alguno de ellos choca con los intereses humanos?

Bibliografía citada:

Soulé, M. 1985. What is conservation biology? Bioscience 35:727-734.

Tellería, J.L. 2012. Introducción a la conservación de la especies. Tundra Ediciones, Valencia.

Holling, C. S. 1978. Adaptive environmental assessment and management. Chichester: Wiley. ISBN 0-471-99632-7.

William Whewell. 1840. Philosophy of the Inductive Sciences

*Las especies paraguas (Umbrella species) son especies que con asegurar su conservación y protección, se asegura la del entorno en el que viven y la de muchas otras especies. Por ello, se pueden considerar especies “molestas” para algunos lobbies y usos tradicionales. Entre estas especies podemos destacar al Oso o al Urogallo.

La imagen pertenece la la web de Conservation Northwest. 


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