Un aspecto sórdido del caso de las al menos 1.400 niñas inglesas esclavas sexuales de unas bandas de musulmanes paquistaníes en Rotherham, a 230 kilómetros al norte de Londres, es que la policía, los políticos y la prensa del condado sabían lo que ocurría, pero no lo denunciaron para no ser acusados de islamofobia y racismo.