Revista Viajes

Islas Exteriores: Lantau y Cheung Chau

Por Mteresatrilla
Además de las tres zonas principales (Isla de Hong Kong, Kowloon y Nuevos Territorios) 235 islas configuran el variado mapa de Hong Kong. La mayor es Lantau que significa “cabeza rota” en cantonés, la cual dobla en superficie a la propia isla de Hong Kong. A pesar de su vasta extensión sólo viven en ella unas 25.000 personas. En Lantau se halla el aeropuerto internacional y dispone además de un gran número de atractivos turísticos.
La tercera isla en extensión es Lamma, conocida por sus restaurantes de marisco y sus espléndidas playas. Las islas más grandes están bien comunicadas pero la mayor parte de esas 235 son diminutas, deshabitadas e inaccesibles.
Para llegar a Lantau hay diferentes posibilidades: ferry, autobús o metro y nos decidimos por esta última opción. Cogemos el MTR en Causeway Bay hasta Central y cambiamos de línea hasta Tung Chung Station. La atracción más nueva en Lantau es el parque Hong Kong Disneyland, abierto en 2005 y aunque no entraba dentro de nuestros planes estuvimos tentados en dedicarle medio día. Sin embargo, la mayoría de turistas que llegan a Lantau no lo hacen para saludar a Mickey Mouse sino para visitar el monasterio Po Lin y el Buda Tian Tan.
Al salir de la estación de metro sólo hay que seguir las indicaciones del “cable car” y en menos de 2 minutos se llega a la base del teleférico que conduce al pueblo de Ngong Ping. Existe también la posibilidad, más económica pero más lenta y menos espectacular, de coger el bus nº 23. A lo largo de los 5.7 km de recorrido del teleférico uno se puede hacer una magnífica idea de la orografía de la isla. Lantau tiene un paisaje montañoso y abrupto y más de la mitad de su superficie es zona verde. Los amantes del senderismo pueden disfrutar de excelentes caminos de montaña, como el Lantau Trail (70km) que pasa por el Lantau Peak a 957 metros.
En cuanto al teleférico, existen diferentes precios que van en función de si se quieren hacer algunas actividades, cabinas estándar o cabinas nuevas con el suelo de cristal, viaje sencillo, viaje de ida y vuelta o si es un día especial, considerados como tal los festivos y fines de semana.
Las actividades que se pueden adquirir con el billete son:
Walking with Buda (atracción multimedia sobre la vida de Buda), Monkey’s Tale Theatre (película de animación infantil) y Ngong Ping Tea House (experimentar la ceremonia del té tradicional).
Ninguna de las propuestas nos parece lo suficientemente atractiva y descartamos esta posibilidad.
Una vez adquiridos los billetes (viaje de ida sin actividades – cabina estándar y día no festivo a 63 HK$ por persona) tenemos que hacer un buen rato de cola, por lo que me imagino que en domingo no debe ser demasiado recomendable la visita.
Las vistas sobre la bahía y sobre la densa vegetación que cubre gran parte de la isla es todo un espectáculo. A nuestros pies queda el aeropuerto de Chek Lap Kok, comunicado con los Nuevos Territorios por dos grandes puentes colgantes, Tsingma Bridge y Ting Kau Bridge.
Antes de llegar a Ngong Ping ya se divisa el Gran Buda a lo lejos, como si emergiera de las entrañas de la Tierra.
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Ngong Ping es un pequeño pueblo construido artificialmente a raíz de la concurrida atracción del Gran Buda y, por tanto, está totalmente enfocado al turismo: restaurantes, cafeterías (no puede faltar el Starbucks que se encuentra por todo Hong Kong) y tiendas de souvenirs.
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Caminamos un corto paseo hasta la base del Gran Buda Tian Tan y muy cerca de éste se encuentra el monasterio. En realidad, el Gran Buda es una extensión del Monasterio Po Lin y simboliza la unión del hombre con la naturaleza. La estatua tiene como base una hoja de loto y está rodeada de otras estatuas de dioses que representan la inmortalidad. Para acceder a la que dicen es la estatua exterior de Buda más grande del mundo, se suben 268 empinados escalones pero previamente se debe pasar por taquilla. En realidad lo que se paga es la comida en el restaurante vegetariano del monasterio. ¡Tíos listos esos monjes!, de esta forma aseguran un lleno diario. Ofrecen un menú estándar por 60 HK$ y un menú especial por 100 HK$, precios del todo asequibles.
Desde arriba hay una impresionante vista de los alrededores. En el interior del enorme Buda se puede visitar una exposición permanente y también hay compartimentos para depositar las cenizas de los difuntos. Supongo que el privilegio de estar enterrado dentro de este venerado Buda se debe pagar muy caro.
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Al bajar vamos directamente hacia el Monasterio Po Lin, el monasterio budista más importante de Hong Kong. Tiene más de un siglo de Historia ya que lo fundaron tres monjes en 1906. Inicialmente se denominó The Big Hut pero en 1924 pasó a llamarse Po Lin, que significa loto precioso.
El recinto del monasterio está formado por el templo, las casas de los monjes, un restaurante vegetariano y diferentes puestos donde venden incienso y algunos recuerdos. Al lado se encuentran los quemadores de diferentes formas y tamaños. Es un lugar muy interesante, extremadamente limpio y bien cuidado, lleno de flores por todas partes que desprenden un agradable olor que se confunde con el olor del incienso.
Después de la visita localizamos el comedor que como era de imaginar está muy concurrido. El menú estándar consiste en 6 platos vegetarianos riquísimos y abundantes y té para beber. Nos alegramos de no haber pedido el menú especial porqué con el estándar tenemos más que suficiente. Lo único que echamos en falta son los postres, pero no hay problema porque fuera venden helados y otros dulces.

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Después de comer nada mejor que un buen paseo y seguimos las indicaciones que conducen al llamado Wisdom Path o camino de la sabiduría, muy próximo al monasterio. Es una réplica de la Heart Sutra, uno de los caminos de oración más conocidos. Las sutra están escritas en pilares de madera colocados de tal forma que van dibujando un símbolo ∞ representando el esplendor infinito. Un tranquilo y muy recomendable paseo.

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Regresamos a Ngong Ping y nos dirigimos a la parada de autobuses para coger el nº 2 de las 14:15 hasta el muelle Mui Wo de Silvermine Bay. El trayecto tarda apenas media hora y la verdad es que no nos hubiera importado alargarlo un poco más porqué la siesta nos sabe a poco. Desde el muelle sale el ferry hasta Hong Kong Island y también el llamado inter-islas que tal como su nombre indica, comunica algunas de las pequeñas islas. El ferry a la isla de Cheung Chau sale a las 16:00 por lo que disponemos de un buen rato para descansar frente al mar, pasear por los alrededores del puerto y observar el vaivén de los habitantes de Lantau.

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El trayecto de Lantau a Cheung Chau se hace en tan sólo 35 minutos con una parada intermedia en Chi Ma Wan. Chi Ma Wan se trata de una península de Lantau donde se encuentra la primera cárcel de Hong Kong, construida en 1956.

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La isla de Cheung Chau es la más pequeña de las islas periféricas habitadas. Tiene forma de medialuna con el pueblo en el centro y colinas en los extremos. En el pueblo no circulan coches y sus calles estrechas forman un laberinto que siempre conducen al pequeño muelle entorno del cual gira la vida isleña. Sus habitantes viven del mar y las barcas de distintos colores se amontonan en el pequeño puerto. La principal atracción es caminar por el bonito paseo marítimo. Caminar muy despacio para no perder detalle: puestos de pescado seco y verdura fresca, niños uniformados a la salida de la escuela, pequeños restaurantes y muchas bicicletas, el medio más habitual de transporte .

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Entramos en el mercado, un edificio de dos plantas donde venden casi de todo, pero los puestos de pescado son los que ganan por mayoría. Al salir nos sorprende una espectacular puesta de sol que acaba escondiéndose entre las barcas de los pescadores, algunas de las cuales son sus propias viviendas.

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Sobre una especie de entramados rectangulares colocan el pescado a secar. Estas bandejas se ven en cualquier lugar: sobre un banco, apoyadas entre dos bicicletas o incluso en el suelo. Al observar la paciencia que se necesita para pelar las gambas y colocarlas perfectamente una al lado de otra te das cuenta que allí se vive a otro ritmo y que el tiempo en la isla transcurre más despacio.
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Escuchamos el repique de unos tambores y nos acercamos hasta el lugar donde se origina. Un grupo de hombres vestidos con unas túnicas rojas tocan una especie de tambores mientras que otro grupo de hombres y mujeres vestidos de blanco están sentados en el suelo rodeados de ramos de flores que se reparten por toda la plaza. Pensamos que es un festival pero al disparar la cámara un chico me pide amablemente que no saque más fotografías. Al preguntar de qué se trata me comenta que es un entierro. Gluups! I’m sorry.
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En el extremo opuesto del paseo marítimo se halla el Templo Pak Tai donde cada mes de mayo se celebra el Bun Festival, famoso por las torres de bollos que se construyen con andamios de 20 metros cubiertos con panecillos bendecidos. La gente sube a la torre para intentar coger un bollo de la buena suerte pero tras el accidente ocurrido en 1978 y la posterior recuperación en 2005 de esta antigua tradición, se hace bajo medidas de seguridad. Cogemos el ferry ordinario de vuelta a Central en Hong Kong Island que tarda una hora en llegar; también hay un ferry rápido pero cuesta el doble. Hoy hemos descubierto otro Hong Kong, donde la vida transcurre sin prisas, sin aglomeraciones ni coches, un Hong Kong de bellos paisajes en un escenario completamente distinto.

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