Revista Política

IVA cultural

Publicado el 15 febrero 2016 por Alejandropumarino

Los impuestos producen siempre una pérdida irrecuperable de bienestar que es tanto mayor cuanto más sensible sea la demanda (o la oferta) a los cambios de precios. Dado que la inmensa mayoría de las películas españolas –salvo contadas excepciones– exhiben una demanda muy elástica (a poco que suba el precio, dejo de verlas), es normal que los cineastas o los actores protesten contra el IVA del 21%. Se trata, además, de una reivindicación razonable que, a diferencia de las subvenciones o las regulaciones proteccionistas, puede ser perfectamente defendida desde posiciones liberales.

Ahora bien, que la crítica al elevado tipo general del IVA sea razonable, comprensible e incluso liberal no debería llevarnos a olvidar la profunda hipocresía ideológica de muchos de esos cineastas y actores, que, a renglón seguido, promueven subidas de prácticamente todos los restantes impuestos para sufragar un Estado mucho mayor al actual. Si ellos mismos están sufriendo en sus carnes cómo la subida del IVA desmantela sus industrias y genera pérdidas irrecuperables de bienestar, ¿qué creen que sucederá con el resto de la economía si nos lanzamos a incrementar masivamente los impuestos? ¿Qué pasará con la oferta y la demanda de trabajo si aumentamos los impuestos al trabajo? ¿Qué pasará con la inversión empresarial si incrementamos los impuestos a los beneficios empresariales? ¿Qué pasará con la oferta y demanda de cualquier bien de consumo si nos limitamos a reducir el IVA cultural pero mantenemos todos los demás? Pues sucederá, en mayor o menor grado (según las respectivas elasticidades de su oferta y su demanda), lo mismo que, según los cineastas, está sucediendo con el cine español“.

Resulta pues, que la gracia del IVA cultural, defendido por nuestros cinestas más representativos, supone una evidente mejora en el negocio del cine, mientras ciertos productos básicos siguen con el impuesto normal del 21%. O dicho de otro modo: Arreglemos lo nuestro, y los que vengan detrás que arreen; y lo malo es que viene defendido por los adalides del progresimo y de la democracia.


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