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Jamás sabrás por qué (Karine Giébel)

Publicado el 22 diciembre 2016 por Montse @almaprendida
Jamás sabrás por qué (Karine Giébel)Datos técnicos
Título: Jamás sabrás por qué
Autor: Karine Giébel
Editorial: ArrobaBooks
Primera edición: marzo de 2013
Sinopsis
De regreso a casa, después de unos días en Dijon, el inspector de la policía de Besanzón Benoît Lorand detiene su coche para ayudar a una mujer sola con problemas con su automóvil. Tal vez pueda ayudarla a solucionar la avería, o tal vez no y tenga que acompañarla a su casa, o si se tercia acaben tomando una copa juntos? La noche le ha dado la oportunidad de añadir una conquista más a su larga lista de aventuras e infidelidades matrimoniales. A la mañana siguiente Lorand se despierta tumbado en el frío suelo de cemento de un sótano con la inquietante sensación de que nada salió como imaginaba. Y esta inquietud se transmuta en miedo e incomprensión cuando se percata de que quien lo ha encerrado en esta suerte de mazmorra es la misma mujer con la que anoche quiso ligar y que ahora, con una frialdad implacable, lo amenaza con acabar lentamente con su vida.Sin comer ni apenas beber, aterido de frío, drogado, golpeado selectivamente -lo justo para mantenerlo con vida-, Benoît experimentará en sus carnes los límites del dolor y la dignidad mientras trata de comprender por qué es él, y no otro hombre, la víctima de una sádica empeñada en convertirlo en un despojo humano.Autor
Nacida en 1971 en La-Seyne-sur Mer, una pequeña ciudad de la costa de Provenza, Karine Giebel se ha erigido como una de las revelaciones de la narrativa francesa contemporánea. Licenciada en Derecho, ha compaginado su carrera profesional en el mundo de la leyes con la publicación de cuatro novelas policíacas, entre las que destaca con luz propia Jamás sabrás por qué, un abominable descenso a los infiernos de la locura y la maldad humanas, que supone una extraordinaria carta de presentación para los amantes del género de acción, misterio y terror.

Opinión personalHacía muchos años que no releía un libro. Y en este caso, además, recordaba perfectamente el desenlace. Pero daba igual, porque también recordaba que me había atrapado durante toda la lectura y que había sentido el mismo agobio claustrofóbico que el protagonista.Así que, como estaba atravesando una de esas rachas que a veces pasamos en las que tenemos tantos libros a nuestro alcance que ninguno nos seduce, que decidí volver a leerlo. Y he vuelto a quedar atrapada entre sus páginas y subyugada por la forma de envolvernos en la historia de la autora.Lo que no entiendo, porque lo comprobé nada más terminarlo de leer, es por qué este libro no tiene miles de reseñas, como otros del mismo tipo, cuando es infinitamente mejor que la mayoría. Pienso que esta novela está infravalorada y no se la publicitó en su momento como se merecía. Desde aquí hago un llamamiento a quien corresponda para que, por favor, traduzcan el resto de libros de la Giébel para que podamos disfrutar de sus thrillers.Al grano, que tengo más cuerda que un reloj de cuco. El libro tiene un principio impactante: un inspector de policía encerrado en una jaula. No sabe qué hace allí, ni por qué, ni cómo ha llegado. Hasta que, al ver a la mujer que lo tiene retenido, recuerda lo sucedido la noche anterior, cuando paró su coche para intentar ayudar al conductor de un vehículo averiado.Vivimos la angustia de Ben no solo por un encierro que no entiende, sino también por tener que intentar convencer a una señora con sus facultades mentales pelín perjudicadas (por no decir que está como 18 512 cencerros) de que él no ha hecho nada.Prisionero, sin comer, sin beber e intentando averiguar qué pecado ha cometido para encontrarse en esa situación, que cada vez se vuelve más complicada cuando descubre por qué Lydia lo tiene allí.Por otro lado tenemos la investigación de sus compañeros de profesión para poder liberarlo, y vamos descubriendo que todos tienen un motivo para haber encargado su muerte, lo que nos hace sospechar de todos y cada uno.Finalmente conocemos el motivo por el que Lydia lo tiene secuestrado y ha decidido matarlo. Motivos tiene, yo haría lo mismo, pero es que Ben ¡es inocente! Y nosotros, aunque nos parezca un capullo engreído y un pichafloja presuntuoso, sufrimos por la injusticia que está padeciendo y nos parece un castigo desproporcionado, por muy imbécil que sea (que lo es, y mucho).Estructurado en capítulos y alternando la primera persona de un narrador protagonista (con la que conocemos los pensamientos de Ben perfectamente) y la tercera, la trama está muy bien armada, sin dejar ningún cabo sin atar (todas las cuentas pendientes que los otros personajes tienen con Ben quedan completamente aclaradas). El ritmo, muy ágil durante la mayor parte de la novela, se vuelve frenético en el desenlace, cuando todo empieza a resolverse y descubrimos la verdad, que ha estado delante de nuestras narices y no la hemos visto. La autora, con frases y párrafos muy cortos, no nos da tregua ni un solo instante. Los personajes muy bien caracterizados, sobresaliendo por encima de todos la psicopatología de Lydia y cómo la maneja la autora.La atmósfera es asfixiante, claustrofóbica, angustiosa, como tiene que ser en un buen thriller psicológico que se precie.El desenlace de esos que te dejan los ojos como el rosetón mayor de la catedral de Santa María de Palma de Mallorca, sin saber si vamos o venimos o nos quedamos. Y me ha pasado una cosa muy curiosa: cuando lo leí la primera vez sufrí mucho; esta vez no lo he hecho, pero no porque no supiera lo que iba a pasar, sino porque lo he leído intentando captar otros matices y ver lo que sucedía de otra manera, sin posicionarme desde el principio de parte de nadie.Resumiendo, que dice el Maestro: un título impactante, que te deja a cuadros cuando ves que se cumple al pie de la letra; una trama absorbente y angustiosa; un ritmo desenfrenado que no nos da ni un segundo de descanso; y un desenlace brutal que nos deja atónitos. 

Valoración: 9,5Leído el 4 de diciembre de 2016
Jamás sabrás por qué (Karine Giébel)
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